F. RICÓS
Jueves, 24 de febrero 2022, 18:28
Mayte Corman vive en Turís, pero su corazón se encuentra en Ucrania junto a Miroslava, su hija de acogida. La conoce desde que la niña, ahora de 19 años, tenía siete. «Me encantaría poder traérmela junto a sus padres y su hermana y no tiro la toalla», ha asegurado.
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Miros, que que es como llaman familiarmente a la joven, procede de Chernobyl. Actualmente estudia arquitectura en Kiev, becada, y vive en un colegio mayor. Pero en el momento de la intervención militar de Rusia, la joven ya se encontraba junto a su familia biológica.
«El miércoles me envió dos whatsap diciéndome que ya habían bombardeado, que ella había ido a por gasolina y que las tarjetas bancarias estaban bloqueadas. Pero ella está bien y ya se había ido a casa con su familia», ha asegurado Mayte.
La joven ucraniana pasó un par de semanas en Valencia junto a Maite el pasado mes de enero. Fue la última vez que Miros y su familia valenciana se vieron cara a cara.
«Estoy viendo qué opciones tenemos para poder traerla. No tiro la toalla para que venga e intentar a ayudar al máximo número posible de personas», ha comentado esta valenciana.
El trabajo de tratar de acercar a Valencia a Miros lo comparte con su exmarido con quien se lleva «muy bien». De hecho la niña llegó por una promesa que hizo Mayte cuando su entonces esposo sufrió una dolencia cardíaca. «Una vida por otra», pensó en aquel momento, ha confesado. Y se interesó por los niños de Chernobyl tras escuchar una entrevista a un dirigente de la Fundación Juntos por la Vida. Aquella decisión le cambió su existencia.
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Mayte Corman ha contado que Miroslava «procedía de la zona cero de Chernobyl y al tiempo de venir a España mejoró, se estabilizó por completo y creamos un vínculo muy grande con su familia biológica».
Tal es el afecto que en 2014, cuando en la zona estalló la guerra de Crimea, «fuimos a Ucrania a ver la situación. Aquello era dantesco. Kiev, la capital, estaba llena de militares armados. Acudimos a comer con ella y su familia y mataron el cerdo que guardaban para el invierno. Nos trataron mejor que a los reyes. Cuando estábamos comiendo hicieron un brindis y nos explicaron que era por la ayuda a Miros de la que se habían beneficiado 20 personas más porque con el dinero que les enviábamos pudieron hacer reformas en la casa, comprar gallinas... se ayudó a mucha gente».
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Mayte ha relatado que actualmente hay miedo en las calles de las ciudades ucranianas ante la agresión de la Federación Rusa, muchos ciudadanos están tratando de huir por carretera del país y, sobre todo, teme que el contacto con Miroslava se pueda cortar con motivo de la acción bélica.
Pero la hija ucraniana de Mayte no muestra temor a su madre valenciana. «Ella está bastante tranquila y se está ofreciendo a ayudar a gente a través de otros países como Polonia. De momento ellos no pueden hacer nada, es lo que me acaba de decir y me ha transmitido tranquilidad. ¿No es increíble?», ha apuntado.
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