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Una niña en las inundaciones de Paiporta.

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Una niña en las inundaciones de Paiporta. Irene Marsilla

El drama visto por los ojos más vulnerables

Los niños y las personas mayores están viviendo con diferente preocupación la tragedia

José Molins

Valencia

Viernes, 1 de noviembre 2024, 01:28

Son los grupos más vulnerables ante una tragedia como esta inundación tan brutal que se ha vivido en la provincia de Valencia. Los niños y las personas mayores se ven afectados de maneras distintas, pero a ambos colectivos les puede marcar especialmente estos episodios y pueden necesitar una mayor atención de psicólogos expertos.

Amparo Navarro es miembro de la junta de la Sociedad Valenciana de psicólogos clínicos explica que «dependerá mucho de cada niño y cada anciano, cómo viva cada uno» esta situación. «Se trata de algo extraordinario, una situación para la persona que les puede hacer sentir vulnerables al verlo tan cerca de casa. Cuestiona nuestra sensación de seguridad», señala.

«No hay que soltar delante de la tele a los niños, pero si preguntan por qué no van al colegio, hay que explicárselo en su lenguaje. No se debe ocultar la realidad, pero ningún padre querrá que su hijo vea imágenes tan duras. Si son pequeños es preferible que eviten estas imágenes», añade la experta.

En cuanto a la ayuda psicológica en las próximas semanas,Navarro dice que «va a depender mucho de cada niño, de las necesidades. En Catarroja si han visto que su colegio se ha destrozado, habrá que explicarlo, pero en otros sitios si no ha habido problemas, no será necesario decirles nada», apunta.

Y a los ancianos recomienda «darles espacio para que ellos puedan hablar. Hay que respetar las necesidades de cada uno, unos necesitan verlo y otros necesitan apagar la tele, cada uno tenemos una manera de responder. A algunos les recordará lo que pasó en el 57, y si necesitan hablarlo hay que hacerlo, pero si no, no hace falta».

Por su parte Rosa Pérez, psicóloga clínica, destaca que «los niños tienen menos miedo, aunque se pueden asustar en momentos puntuales». Sin embargo «los ancianos son muy vulnerables, muchos se pueden ver cerca de morir, porque han visto el agua, a gente morir», explica.

«En una catástrofe te ves más vulnerable, porque ellos tienen menos movilidad, la gente mayor a la hora de limpiar el barro y todo necesitan ayuda», añade Pérez. «Los niños incluso pueden considerarlo como una experiencia. El anciano lo que ve es que no puede cambiar de casa, en un pueblo cerca de un río te ves más vulnerable», argumenta la experta. «No ayuda que vean las noticias, ni niños ni ancianos. Cuando lo ves en televisión parece que no te va a pasar nada, pero cuando pasa te ves muy vulnerable. Creo que a los niños no les va a marcar tanto, salvo si ha muerto alguien cercano», dice.

«Vi muchos coches amontonados y tuvimos miedo con tanta lluvia»

Es el primer día después de la tragedia de la DANA que Nerea, de 8 años y Alejandro, de 6, pueden ir al parque a jugar un poco. Han estado tres días recluidos en su casa en Torrent, una de las poblaciones golpeadas por la inundación. Tanto su madre como su padre les han explicado, en lenguaje adecuado a su edad y que pudieran entender los niños, lo que ha ocurrido y lo han asumido con más naturalidad de la esperada.

El peor momento, el martes por la tarde, lo recuerdan perfectamente. «Tuvimos un poco de miedo con tanta lluvia», señala la hermana mayor. Y aunque prácticamente no han visto imágenes en la televisión para mantenerlos al margen, sí se han encontrado con las más llamativas. «Hemos visto un montón de coches amontonados y la calle llena de barro», dice Nerea.

Los niños jugando en un parque de Torrent. LP
Imagen principal - Los niños jugando en un parque de Torrent.

Aunque su municipio está afectado, su casa no ha sufrido daños y ellos están pasando estos días con cierta normalidad. Durante tres días no han podido ir al colegio. «Estamos aburridos ya de estar en casa», añade Alejandro. Miércoles y jueves no hubo clases en Valencia, donde ellos van a su centro escolar. Pero la clave fue el martes. Pese a que sí había clase, sus padres decidieron no llevarlos ante la tromba de agua que caía en Torrent. Y eso les salvó de una tragedia, ya que a las 17:30 horas, cuando hubieran regresado a casa al acabar la jornada escolar, cruzando el puente de Torrent, se desató la inundación y ese puente se rompió. «Doy gracias a Dios por no haberlos llevado ese día, quién sabe lo que hubiera pasado», señala Jose, su padre. «Menos mal que nos quedamos, mejor no pensar en lo que habría ocurrido, con todo lo que pasó después», apunta Mariló, la madre.

Son pequeños todavía para entender la dimensión de la tragedia y sus padres tampoco consideran conveniente darles muchos detalles. Pero los niños se encuentran «tristes» por circunstancias más personales. Como por ejemplo, no ver a sus amigos o sobre todo que no vayan a poder realizar un viaje a otra comunidad este puente festivo en el que tenían bastante ilusión. No acaban de entender que es imposible la movilidad para salir de su zona, pero tras un enfado y algunos lloros iniciales, ya lo han asumido.

«En la finca de enfrente han muerto dos personas, es horrible»

Ni las personas más mayores de cada localidad recuerdan una riada igual que esta, tan destructiva. Tampoco Ana Pérez, una vecina de Benetússer de 67 años. «Es horrible, yo me salvé por poco. Hubiera podido ser una tragedia, porque vine de Alcàsser, y mi sobrina me avisó de que estaba la carretera muy mal. Nada más llegar a Benetússer, al cuarto de hora vino una avalancha, sentí ruido enorme del agua, pero no llovía apenas», recuerda la mujer. «En mi vida había pensado que esto iba a ocurrir, tanto no había visto nunca. Cómo han venido los barrancos tan llenos, no es como la riada del 57, ahora hay más coches que antes», asegura.

Ana Pérez, en Benetússer. LP
Imagen principal - Ana Pérez, en Benetússer.

De hecho, el suyo lo ha perdido con la inundación del garaje, ha quedado inservible. Pero lo peor son las víctimas. «En la finca de enfrente han muerto dos personas», relata Ana. «Aquí estamos 6 vecinos, al de abajo le llegaba ya el agua a su casa, así que subió a la mía, que vivo en el tercer piso. Conforme estaba toda la calle con dos metros de agua no podíamos bajar ni nada. Ahora hemos empezado a quitar barro», explica.

«Miedo no he sentido, soy una persona mayor y sabía que al tercer piso no iba a llegar, pero sí estaba muy nerviosa, pasaba mucha agua, los coches iban rompiendo cosas, y tengo enfrente la piscina, que se podía desbordar», apunta.

Otro de los momentos que no olvidará fue la mañana del miércoles, ya con luz. «A la mañana siguiente al ver todo con luz sentí una tristeza muy grande, todo lleno de coches, de barro, horrible. Además estoy viendo que la gente es poco solidaria, los supermercados los han arrasado», lamenta la mujer.

«Fui consciente de lo que había pasado nada más ver el agua tan pronto, arrastrando coches, ese fue el peor momento, lo veía desde el balcón, con una fuerza del agua que no había visto nunca», expresa la afectada.

No tiene luz ni agua, así que sobrevive como puede. «Siempre tengo garrafas, y así me voy apañando. No puedo cocinar, así que sólo como bocadillos fríos. Para comprar comida mi sobrino irá a Valencia y me traerá como pueda. Yo aquí tengo latas, caldo y de todo, pero se me va acabando ya. Ayer me lo tuve que tomar frío», cuenta.

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