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Como ha ocurrido de forma constante durante la pandemia, en las fechas de fin de restricciones Valencia demuestra que hay cosas a las que cuesta renunciar. Una de ellas es a querer. Por eso, ayer las residencias de la ciudad recibieron un alud de peticiones de hora de familiares que quieren visitar a sus seres queridos en los centros de mayores. Además, las terrazas de algunas zonas, como los alrededores de las universidades, han recibido los primeros grupos de más de seis personas. La cruz la ponen los hoteles: para la inmensa mayoría de ellos, el aumento de aforo en zonas comunes del 60 al 75% no ha supuesto diferencia porque están con una ocupación inferior al 20%.
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Marcos Simón es el director de la residencia de tercera edad Nuestra Señora del Puig, situada en Benimaclet. Explica que esta tarde llegan los primeros visitantes. «Uno por hora y solo puede hablar con su familiar», indica. Un férreo protocolo controlará las visitas para evitar contagios, que por el momento han pasado de largo en esta pequeña residencia de titularidad privada con 31 camas. Los primeros familiares llegarán a las 17 horas. «Pero estamos dando cita ya para la semana que viene, hemos recibido muchas llamadas desde primera hora», asegura Simón. El presidente de la patronal del sector, José María Toro, confirma que esta situación ha sido «generalizada». «Ha habido muchas llamadas», comenta. Se evitarán, por tanto, saludos desde la calle (la residencia está en un primer piso) o cumpleaños celebrados con pancartas en Rafael Tramoyeres. La luz y las sombras en que lleva inmerso el mundo desde marzo.
Respecto al aumento de aforo en las terrazas, los bares cercanos a las zonas universitarias o de centros de estudio o trabajo también han detectado los primeros grupos de más de seis personas. «La gente tenía ganas de reunirse», indican en un bar de Ramón y Cajal muy próximo a una academia de estética.
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La cruz la ponen los hoteles. Acabada la temporada veraniega, salvada por los pelos, septiembre y el otoño que se adivina auguran unos meses complicados. Así lo asegura Carlos Selva, director del Primus en la calle Menorca. «No nos ha afectado que podamos meter a más gente en el buffet porque estamos al 15% de ocupación», lamenta. El resto de zonas comunes, como gimnasio o sala de convenciones, siguen con poca afluencia o vacíos, respectivamente. «Vamos semana a semana. Aguantaremos pero nos está costando», reconoce. Selva denuncia que el Consistorio se ha negado a aplicar exenciones de impuestos como la tasa de basuras o la del agua, «servicios de los que no hicimos uso mientras estábamos cerrados», recuerda.
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