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En el laboratorio. El doctor Enjuanes, fotograficado en las instalaciones del CSIC donde desarrolla su trabajo investigador. EFE

Luis Enjuanes: «La vacuna española estará lista en el segundo trimestre del 2022»

El investigador valenciano al frente del equipo del CSIC que promueve el principal proyecto español prevé en dos meses iniciar las pruebas con ratones

Jorge Alacid

Valencia

Lunes, 24 de mayo 2021, 00:02

Por edad, le correspondía haberse jubilado pero Luis Enjuanes (Valencia, 1945) sigue comprometido con su misión científica, la transferencia de conocimiento a la sociedad. Y resiste, con un dinamismo envidiable, al frente del laboratorio del CSIC donde lidera el equipo científico que ... promueve la primera vacuna española contra el Covid. Mientras atiende por teléfono a LAS PROVINCIAS, despacha a la vez con un colaborador y a continuación responde a esas preguntas que sobrevuelan a la sociedad española de nuestro tiempo. Esta sociedad pandémica que divisa en las vacunas un futuro cada día más esperanzador.

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-Cuando concertamos esta entrevista hace unas semanas, ¿imaginaba usted que tendríamos tan pronto en marcha el proceso de vacunación masiva? ¿Estamos cerca de la inmunización de grupo en Europa?

- Sí, yo soy optimista. La prueba es que la Unión Europea acaba de comprar mil ochocientos millones de vacunas que tendrá que suministrar Pfizer en los próximos tres años. Son números muy serios, aparte de que hay firmados contratos con otras farmacéuticas. Eso prueba que el suministro de vacunas no va a fallar. Porque incluso saldrá la china basada en un virus inactivado y también probablemente se abra camino pronto la vacuna rusa. Y sabemos que compañías como Moderna están actualizando sus primeras vacunas, sin contar con las que están en marcha en España, que tienen su relevancia. Alguna va ya adelantada.

«Cuando comprobé que los coronavirus infectaban cualquier tejido, decidí elegir su estudio para investigarlos, como herramienta para combatir enfermedades»

-Usted es un investigador pionero a escala mundial en el estudio del coronavirus. ¿Qué impulso le llevó a interesarse por esa vertiente científica?

-Yo estudié Ciencias Químicas en Valencia pero siempre tuve tendencia hacia las Biomédicas. De hecho, cuando acabé la carrera me puse a trabajar en la Facultad de Medicina de Valencia pero me fui muy pronto a Madrid porque en aquellos tiempos, le hablo de los años 60, allí estaban más adelantados. Ahí trabajé en un laboratorio de muy alto nivel, dirigido por Eladio Viñuela y Margarita Salas, y después me fui a Estados Unidos, porque aunque tengo un origen científico como químico me gustaba estudiar las cosas en el área de ciencias de la vida, pero siempre desde la precisión. Con mucha precisión. Y para esa curiosidad mía la investigación sobre virus me parecía una herramienta fundamental, porque los virus son unas entidades muy pequeñas, que se pueden controlar. Sobre todo, cuando se desarrolla la ingeniería genética para poder reconstituirlos y cambiar cualquier núcleo en su genoma. Esto fue lo que me impulsó a trasladarme a Estados Unidos a ampliar mis estudios. Quería investigar sobre la inmunología de los virus, cómo manipularlos genéticamente. ¿Por qué me decanté por los coronavirus en concreto? Lo decidí ya cuando volví a España. Me interesaron porque los coronavirus son una familia muy amplia que incluye a virus que afectan a todas las especies. Pero es que además dentro del organismo de una persona hay coronavirus que tienen distinto tropismo, es decir, que infectan distintos tejidos. Tracto respiratorio, el hígado, el cerebro... Quise dedicarme a utilizar a los virus como herramientas para combatir enfermedades. Por ejemplo: para combatir células tumorales, la mejor forma era eliminarlas con un virus específico para las mismas. Y como los coronavirus infectaban cualquier tejido, decidí elegir su estudio para avanzar en mi investigación.

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-¿Y pensó alguna vez que los coronavirus alumbrarían algo tan terrible como la pandemia que vivimos?

-Los virólogos siempre lo hemos pensado. No sólo con los coronavirus, sino con cualquier virus. El de la gripe, el de la viruela... O los coronavirus. Porque quienes conocemos bien la historia de las pandemias causadas por virus vemos que es algo que se repite a lo largo de la historia: de vez en cuando aparece una epidemia y más de tarde en tarde aparece una pandemia, como ésta, que ha afectado a 237 países en el mundo. A los investigadores no nos sorprende en absoluto porque en toda la literatura científica que manejamos convivimos con esa posibilidad. La gente se puede haber sorprendido pero los científicos no. Ya sabíamos que en los últimos quince años han aparecido más de diez virus nuevos sólo en la familia de los coronavirus, así que no era para nosotros ninguna sorpresa que apareciera un día un coronavirus con una potencia mayor, como pasa con esta pandemia. No debería haber sido una sorpresa para nadie.

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«Llevo más de 30 años trabajando con coronavirus pero no me esperaba uno como éste, capaz de infectar todos los órganos importantes. Nos ha sorprendido»

-La sorpresa tal vez reside en su espantosa capacidad de contagio o en el impacto que ha tenido sobre el organismo humano. Usted mismo ha reconocido en alguna intervención que la comunidad científica sigue sin saberlo todo respecto al Covid.

-Es una reflexión acertada. Yo llevo más de 30 años trabajando con coronavirus y se supone que tengo una formación bastante completa. Sabíamos que hay siete coronavirus humanos, que cuatro son atenuados para el ser humano, que otros tres son mortales... Habíamos trabajado muchos años con dos de estos últimos, conocíamos su comportamiento, pero cuando pensábamos que sabíamos mucho, que podíamos hacer predicciones con una cierta fiabilidad... Pensábamos que este coronarivus actual se comportaría más o menos parecido al que apareció en China en el 2002, pero nos hemos encontrado con que es capaz de infectar todo los órganos importantes de nuestro organismo: cerebro, hígado, riñones, páncreas, sistema circulatorio.... Esto es lo que no nos esperábamos. Creíamos que evolucionaría como lo habían hecho los otros porque los virus, cuando emergen, tienen la tendencia a ser muy virulentos pero aprenden a diseminarse y a medida que se diseminan, se van atenuando. Con este coronavirus lo que hemos visto es que ha aprendido a diseminarse por el organismo cada día mejor sin que baje su patogenicidad. Lo hará algún día, probablemente. La conclusión es que pensábamos que teníamos en nuestra investigaciones una base documental muy buena pero debemos reconocer que nos ha sorprendido por su virulencia y por el amplio tipo de patologías que causa y la gravedad de las mismas.

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El doctor Enjuanes. EFE

-De ahí la importancia del proceso de vacunación. ¿Cómo va de adelantado el que usted dirige, que sería la primera vacuna española?

-Nuestro proyecto va avanzando bien. Ya habíamos hecho una vacuna para el coronavirus que apareció en Oriente Medio hace años y ahora aplicamos esa misma tecnología al virus actual porque son parecidos, aunque distintos. Digamos que ya tenemos elaborada la base de la vacuna, que está formada por un RNA derivado del virus, que se autoamplifica pero no se puede propagar, lo que le hace muy seguro como vacuna. Y es muy potente. Hemos ensayado el prototipo anterior, el de la vacuna para el virus de Oriente Medio, y hemos comprobado que induce la denominada inmunidad esterilizante, que quiere decir que con una única dosis inmuniza a la persona: si le haces un desafío con una dosis letal, observamos que no deja entrar al virus. No lo deja crecer, no como ocurre con las vacunas actuales en este momento. Pero todavía tenemos que demostrar que también esto es así, que funciona igual, en los modelos animales experimentales con el SARS. Ya hemos comenzado ese trabajo con animales, son experimentos que están en curso. Si salen bien, y pensamos que nuestra vacuna sí que llegará, lo sabremos en un par de meses. Haríamos entonces experimentos con hámsters como requiere la Agencia Española del Medicamento y luego con monos macacos; a partir de ahí, ensayos en personas. En resumen: la prueba inicial, en modelos animales experimentales sencillos, la podemos tener en un par de meses. Los ensayos en humanos llevarán luego varios meses más. Si todo va bien, la vacuna estará lista en el segundo trimestre del año que viene.

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-¿Y se seguirá necesitando esa clase de vacuna? Se lo pregunto a la vista del avance del actual proceso de vacunación.

-Va a seguir habiendo una necesidad total de vacunas. Le pongo un ejemplo: la vacuna contra la gripe común. Todos los años nos vacunamos. Nos vacunamos porque hay que actualizar la vacuna, mejorarla, porque el virus va cambiando. Pero además las vacunas que han salido ahora contra el coronavirus son en su mayoría de doble dosis, mientras que la nuestra será monodosis. La doble dosis es un inconveniente muy grande si no estás en un país avanzado. Tampoco te protegen las actuales vacunas frente a reinfecciones, por ejemplo. Son vacunas que están haciendo un papel extraordinario, son un auténtico milagro haberlas hecho en un tiempo tan escaso con esa eficacia que ya tienen, pero pensemos que son vacunas que se tienen que almacenar a 70 grados bajo cero. No son vacunas estándar que se puedan suministrar con comodidad. Se tienen que rediseñar para que pueda mejorar su estabilidad y se puedan almacenar incluso en el refrigerador de casa. Hay países de Asia, África o América donde las condiciones de almacenaje son imposibles de cumplir. La vacuna española va a llegar a tiempo. Hay trabajo para todos los investigadores. Ahora mismo hay unas 300 vacunas en desarrollo en todo el mundo; no todas van a llegar a término pero en un momento dado habrá cambios. Unas vacunas irán reemplazando a otras.

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Luis Enjuanes luce con orgullo su condición de valenciano, nacido en la calle Bailén, aunque el domicilio familiar se trasladó luego a la calle Gil y Morte. «Éramos una familia normal, modesta», recuerda, entre elogios a esos profesores decisivos en su formación, tanto en el Instituto Luis Vives como en la Facultad de Químicas. «Estoy muy orgulloso de la enseñanza que recibí en Valencia». Y advierte: «Como científico ya veterano, mi conclusión es que España tiene que prestar más atención a la investigación. Cuando la pandemia nos deje más tranquilos porque la inmensa mayoría de la población ya estará vacunada hay que amplificar las estructuras de investigación básica y de desarrollo. Nos va la vida en ello». También deja como conclusión una observación de carácter más íntimo: «Como ser humano hago una reflexión muy fuerte: la pandemia nos ha recordado que hay países pobres y ricos. La distribución de vacunas no está siendo ética. Incluso desde un punto de vista egoísta nos interesa estar vacunados no sólo nosotros, sino todo el mundo que nos rodea».

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