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Lucía Ballester, valenciana, periodista y fotógrafa, vive en Roma. En la foto, posa en el Coliseo. lp

Valencianas 'prisioneras' en Italia

Tras el Covid-19. Cuatro mujeres cuentan su experiencia tras los muros que el coronavirus ha levantado en Italia y otras dos relatan cómo pudieron burlarlo

Francisco Ricós

Valencia

Miércoles, 18 de marzo 2020, 00:17

El decreto del Gobierno italiano para frenar el coronavirus afecta a varias valencianas que, por estudios o trabajo, se han quedado aisladas en suelo transalpino. Marta, Lucía, Tania y Ana han quedado prisioneras. Salen de casa lo justo. Otras como Inma e Inés salieron al filo de la campana.

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Lucía Ballester tiene 25 años. Es periodista y fotógrafa y vive en Roma. «No tengo ningún miedo al contagio. Sigo las instrucciones de la OMS. Al principio pensé que la gente exageraba, pero viendo que hay más contagios, pues sí estoy un poco nerviosa por las medidas que se han tomado». Lo que peor lleva es la distancia con su novio que vive en el norte de Italia.

En Roma lo primero que cancelaron fueron las misas hasta el 3 de abril. Luego llegó la restricción. «En Roma estamos en cuarentena total. Lo han cerrado todo. Y si no tienes un motivo de peso no puedes salir de casa», dice.

«Estoy algo preocupada y también mi familia pero volver hubiera sido muy irresponsable», asegura Ana Sanchis

«Los supermercados no están desabastecidos. Lo que pasa es que hubo gente que se puso muy histérica el miércoles y compró dos carros llenos de comida», cuenta Lucía. Ha hecho colas con separación de un metro de distancia, para acceder a un gran supermercado, pero en los pequeños no ha tenido problemas.

La policía se toma muy en serio al Gobierno. «Están deteniendo a gente que va en grupos. Les hacen pagar multas de hasta 280 euros e incluso pueden ir tres meses a la cárcel. Ayer mismo, al lado de mi casa, detuvieron a un grupo de siete extranjeros que jugaba a cartas en el parque. Intentaron huir de los carabineri. Llevaban certificados de trabajo falsos. Ahora, en Roma, debes llevar un certificado de que vas a trabajar o al médico para poder salir de casa».

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«Mis padres están un poco preocupados, pero no rozan la psicosis», comenta esta valenciana que vive en Italia desde 2018.

Marta tiene 21 años. Es estudiante de Informática está de Erasmus en Perugia. Además, trabaja. Ahora desde casa. «Vine aquí el día 1 de marzo. Era consciente de lo que pasaba en Italia pero como en Perugia todavía no había un caso, nos dejaron ir», relata.

Está más intranquila por sus padres que están en Valencia que por lo que le pueda suceder a ella en Italia. «Con el nuevo decreto no nos permiten salir en grupos grandes de personas. Hay policías haciendo controles», dice.

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Ana Sanchis vive en Verona, tiene 24 años y trabaja en un museo. O trabajaba, porque ahora están cerrados. Antes de las medidas generalizadas contra el coronavirus en Italia los controles de movimiento eran bastante laxos. «Había bastante flexibilidad con la movilidad (incluso para salir de las zonas rojas) y la medida de mantener un metro de distancia en bares y restaurantes obviamente no se cumplía», cuenta esta valenciana que desde hace meses se encuentra en Verona.

«Estoy algo preocupada y muchísimo más mi familia, pero volver hubiera sido muy irresponsable. Corren muchos rumores que sólo hacen que acrecentar el pánico, pero es cierto que la situación es muy delicada, sobre todo porque la Lombardía ya está viendo su sistema sanitario colapsado», comentaba la joven antes de que el Gobierno tomase medidas extremas.

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Tania es azafata y vive en Roma. No quiere desvelar su apellido. «Soy azafata de vuelo. Los aviones van casi vacíos. Algo de miedo tenemos a perder nuestro trabajo porque está situación no se puede mantener a largo plazo. Nosotros no podemos trabajar en remoto como hacen otras profesiones», confiesa. «Vivo en Roma y la ciudad ya desde la semana pasada estaba vacía. Fuí al centro a recoger unas cosas y aparqué en la puerta. No me había pasado nunca», señala.

Tania define la situación como «una realidad distópica. Asustada no estoy, se que la mortalidad en mi grupo de edad es baja. Me preocupa más que la gente no siga las directivas del Gobierno y los expertos y que el contagio llegue a los grupos que tienen más peligro». Cuenta que hay colas ante los supermercados «aunque el Gobierno ha dicho que los supermercados y las tiendas de alimentación no se cierran».

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Más suerte tuvo Inma López, que tomó un vuelo hacia Valencia un par de días antes de que el Ejecutivo transalpino decretase el bloqueo de Italia. «Justo el domingo pasado porque la situación se estaba complicando un montón e iban a cerrar las fronteras en nada. Estaba en Foggia, cerca de Bari y Nápoles», cuenta. Estaba de Erasmus. Estudia quinto de Medicina.

«Mi madre, la pobre, estaba atacada. Mis padres no paraban de decirme que cogiese el primer vuelo y volviese». Tenía previsto venir para las Fallas, del 13 al 21 de marzo, pero el coronavirus se las ha llevado por delante.

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Inés Abad fue a Roma con unas amigas hace justo hoy una semana. Iba a quedarse unos días. «Roma estaba estupenda, sin nadie. El martes, comiendo, nos enteramos de que nos íbamos a quedar atrapadas La embajada estaba cerrada. No había representantes españoles. Gracias a que conseguimos un billete. El avión volvía medio vacío», lamenta.

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