El madrugón de los valencianos para despedir al Papa

No había amanecido todavía y el público que no quería perderse el funeral del papa Francisco empezaba a tomar posiciones en la plaza de San Pedro de la ciudad del Vaticano. En pocas horas el epicentro del cristianismo católico estaría lleno a rebosar. Se imponía madrugar para conseguir buenas vistas. La ocasión lo merecía. Pocas veces es posible participar en el funeral de un Papa.

«Nos hemos levantado a las cinco y media de la mañana para tener un buen sitio», relataban los jóvenes valencianos del colegio El Vedat que desde el miércoles se paseaban por las calles de Roma con una Senyera sobre los hombros. También la expedición de la parroquia de Canet, que viaja con la imagen de la Virgen de las Fiebres –la patrona del pueblo–, había madrugado. «Hemos salido a las seis menos cuarto. Nos hospedamos muy cerca», relataba el párroco Manuel Ortí.

Unos y otros alcanzaron el objetivo. Los jóvenes estudiantes se colocaron muy cerca de la valla:«Es toda una alegría». El párroco de Canet se situó en el lugar reservado para los sacerdotes que concelebraron la misa. «A las siete y media de la mañana ya no quedaba sitio», apuntó Ortí. Los de su parroquia se quedaron en la Via della Conciliazzione.

«Hemos ido hasta San Pedro andando, tres kilómetros». No fueron los únicos. A falta de un kilómetro y medio los jóvenes valencianos ya vieron grupos procedentes de todos los puntos de la ciudad que seguían la misma dirección. Antes de las nueve de la mañana ya tenían buenas vistas para contemplar en primera persona un momento histórico.

Fue una mañana soleada. No estaba permitido acceder a la plaza con botellas de agua. Se tenían que dejar en los puntos señalados para ello. Pero luego, durante la celebración se repartieron botellines desde la organización. Y antes de comenzar la celebración, los servicios de megafonía advirtieron de que «no se podían ondear banderas» durante la ceremonia. Sin duda la de ayer era una ceremonia con esencia universal, sin banderas. Tampoco se vieron puestos de 'merchandising' en las inmediaciones de la plaza de San Pedro. Los que no faltaron fueron los grupos de parroquias, «sobre todo italianas», con gorras o camisetas que les identificaban.

«Ha sido una ceremonia austera», apuntaba Alejandro Solano, uno de los valenciano que ha pasado varios días en Roma junto al grupo de jóvenes estudiantes. «Y nos han regalado un libro en el que aparece el texto de toda la ceremonia en inglés, italiano y latín». Solano y quienes viajaban con él tenían muy claro que había merecido la pena madrugar. No les importaron «los 'apretujones' ni el barullo en los accesos». Lo importante es que estuvieron allí, en medio de un ambiente que transmitía «mucha paz».

Henry Zambrano, integrante del grupo de la parroquia de Canet, dejó de lado el plan del viaje para ir al funeral, «Algunos de nuestra expedición no han venido, han querido seguir las visitas que estaban programadas en nuestro viaje, pero yo he decidido acudir a la plaza. Es un acontecimiento histórico que tal vez sólo pueda ver una vez en la vida».

Además del grupo de jóvenes del colegio El Vedat y el de peregrinos de la parroquia de Canet, a lo largo de la semana por las calles de la ciudad eterna se encontraban también fieles de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Riba-roja, y una expedición interparroquial de las localidades de Albal, Benetússer y Alfafar. Todos ellos incluyeron en sus viajes, ya previstos con anterioridad al fallecimiento del pontífice argentino, la visita al féretro del Pontífice.

Algunos se encontraron con la noticia cuando ya estaban en Roma.Otros la conocieron preparando las maletas para el viaje previsto hacía meses bien para celebrar el Año Jubilar de la Esperanza o para asistir a la canonización del primer santo 'milenial', Carlo Acutis, que estaba prevista para este domingo y se aplazó ante el final de un pontificado.

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