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«Es urgente dotar de personal suficiente a la Albufera para garantizar su gestión y protección». La frase pertenece al párrafo que condensa el ... punto número 9 del manifiesto en favor del parque natural sellado en junio del año pasado en el Ocenaogràfic, por iniciativa de LAS PROVINCIAS. Una propuesta para mejora la actual dotación de recursos humanos que debería favorecer un considerable avance en los cuidados que merece el lago y su entorno y que merece una reflexión muy específica que responda a la pregunta clave: ¿cuenta la Albufera con los efectivos adecuados, más allá del impacto que dejó la dana, para su protección?
Desde la Conselleria de Medio Ambiente se responde en estos términos, a través de un portavoz: «En el parque trabajan in situ dos brigadas que se dedican a tareas de conservación y hacen trabajos técnicos, administrativos, de educación ambiental y seguimiento». «Este personal», añade, «cuenta con el apoyo de una sección en la Conselleria, que es la de Zonas Húmedas con jefe de servicio que también se dedica al seguimiento del parque desde la Ciudad Administrativa y se desplaza cuando es necesario». ¿Más recursos? Los hay: «A este personal hay que sumar el Centro de Interpretación de Racó de l'Olla y el Centro de Recuperación de Fauna La Granja, también en el Parque Natural». Es decir, según sus estimaciones, estamos hablando de un total de unas 40 personas... de las cuales a pie de parque la Conselleria calcula que trabaja la mitad: aproximadamente veinte personas se dedican a asegurar la buena salud de un territorio cuya extensión supera las 21.000 hectáreas.
Siguiente pregunta, en consecuencia: ese número de personas, ¿es el adecuado? ¿Se debería aumentar? Con un interrogante adicional: comparado con... Comparado con, por ejemplo, un parque de dimensiones similares que comparte una fisonomía análoga porque se trata de un espacio situado en una zona de marismas. El parque del Delta del Ebro, en la provincia de Tarragona, donde el gran río ibérico tributa en el Mediterráneo, dispone de unas dimensiones similares (algo más de 7.800 hectáreas ) que en su caso se dividen entre los espacios terrestres, mayoritarios, y los marinos. ¿Personal al servicio? Más o menos el mismo número que en la Albufera... con un matiz muy importante: según explica Inmaculada Juan, responsable del servicio de educación ambiental esa cuarentena de personas que se ocupan de su mantenimiento sí que trabajan en su mayor parte a pie de parque.
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Se trata de una plantilla formada por técnicos y también administrativos, pero donde son mayoría quienes forman parte del servicio que opera en el valioso humedal. Integrantes de las brigadas, informadores ambientales, educadores, vigilantes... Un catálogo de distintos ámbitos profesionales que puede servir de pista para que el parque valenciano se dote de una plantilla semejante en número de efectivos y se subsane alguna de las anomalías que detectan quienes mejor conocen ese privilegiado espacio natural. Carles Sanchis, por ejemplo, presidente de su Junta Rectora, para quien como premisa de partida la Administración debería pensar «cuáles son los objetivos de su gestión». «En función de ellos debería desplegar unas estrategias y contratar más personal».
A su juicio, «no se trata de tener parques por tener parques». El propósito de los responsables últimos de la Albufera debería dirigirse a «mejorar la calidad ambiental según una planificación a corto, medio y largo plazo que te dicen qué recursos vas a necesitar». Y en el caso concreto del parque valenciano, «la sociedad valenciana se debería plantear si ese objetivo de recuperar el parque como estaba en los años 60 se puede cumplir con los recursos actuales». Una reflexión que enlaza con otra observación al respecto de si la protección que reclaman el lago y su entorno se beneficiaría de un cambio en su estatus: si pasara de parque natural a parque nacional. «No lo creo», responde. «A efectos de gestión, el reconocimiento como parque nacional supondría tan sólo que se tendría que ocupar también la Generalitat». «Lo importante son los objetivos y dotarse de medios necesarios para alcanzarlos», reitera.
La necesaria reforma de la Ley de Espacios Naturales es una prioridad cuya resolución satisfactoria debería definir una figura específica de tutela que refleje la complejidad de la Albufera; permita abordar de forma satisfactoria su gestión; y avanzar hacia un significativo aumento de la actual plantilla del parque. Es urgente dotar de personal suficiente a la Albufera para garantizar su gestión y protección.
Un parecer coincidente con el expresado por Mario Giménez, directivo de la organización ambiental Seo Bird Life y gran conocedor de las particularidades del parque. Giménez observa «deficiencias de efectivos en perfiles específicos sobre el terreno», una opinión que concreta en estos términos: la ausencia de un director conservador («Una plaza no cubierta en exclusividad», recuerda) y la necesidad de aumentar la plantilla con tres personas de vigilancia y prevención («Ahora hay dos», detalla), dos técnicos de gestión («Actualmente, sólo hay uno», se lamenta) y también la creación de la figura hoy inexistente de un técnico en educación ambiental y sensibilización. También apuesta por ampliar a tres las brigadas de mantenimiento.
El resultado de este esfuerzo en recursos humanos que propone depararía una plantilla mejor formada en cuestiones como la gestión de la biodiversidad y turística, además de perfeccionar el presente modelo de vigilancia y conservación, con un horizonte final que sugiere: «Incorporar a los municipios integrados a participar en la gestión efectiva del parque».
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