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Manuel García
Torrebaja
Viernes, 17 de enero 2025, 16:00
«Si tienen una idea, aquí está todo por hacer». Torrebaja, una pequeña localidad del Rincón de Ademuz de apenas 411 habitantes, rebosa ilusión, ganas ... y entusiasmo. Los 'culpables' de esta inyección de vitaminas son un grupo de jóvenes que han decidido instalarse en el municipio y que creen firmemente en las opciones del mundo rural. Los versos que escribió Rubén Darío sobre la juventud como «un divino tesoro» difícilmente encontrarán un mejor ejemplo que el que se puede hallar en Torrebaja.
Frente a los mensajes pesimistas que hablan tanto de la falta de empuje de la juventud actual como de la escasez de ocasiones en las zonas menos pobladas aquí están Alba, Lucía, Sara (por partida doble), Pedro, Carlos, Andrea, Gerard, Dani, Laia, Nuria o Ana entre otros. Sus historias demuestran que todo es posible. Han conseguido estabilizarse en sus trabajos y, a través de su acción cotidiana, también han frenado el descenso en el padrón de un municipio envejecido, como otros muchos.
Los lógicos fallecimientos de las personas mayores han sido apuntalados por la presencia de estos jóvenes, que han decidido disfrutar de las ventajas de vivir en un espacio mucho más tranquilo, alejado del ruido de las grandes ciudades y demostrando que «hay oportunidades», comenta Alba Martínez (25 años). Ella es sólo un ejemplo, como todos los otros jóvenes, de cómo se tiene que hacer frente a un gran volumen de trabajo.
Y ella lo hace con una sonrisa, como todos ellos: «Vine un año para probar», explica. Y siente que ha encontrado su sitio. Esta periodista y comunicadora que se encarga de dar voz a las historias de estos pueblos está más que convencida de que las opciones laborales no son escasas, sólo hay que saber encontrarlas y desarrollarlas.
Daniel Fenollosa (25 años) es otro ejemplo de este entusiasmo juvenil. Apostó por volver a vivir al pueblo después de algunos años fuera y en poco más de un mes encontró trabajo en una fábrica de comida preparada de quinta gama llamada 'Siete Suertes'.
Pedro Navarro lleva viviendo en Torrebaja desde que nació, hace 31 años. Siempre apostó por quedarse y el tiempo, como a todos ellos, les está dando la razón. Al trabajo en la misma empresa que Daniel como cocinero se une el éxito que está teniendo con su empresa de hinchables para niños 'Ludopark'. Ideas y acciones no les faltan a ninguno de ellos.
La farmacia del pueblo también tendrá manos jóvenes. A sus 27 años, Carlos Villanueva va a tomar el relevo de su padre y se convertirá en la cuarta generación al frente de la misma. Las partidas de pádel con amigos son, para él, el ingrediente perfecto después de una jornada laboral.
En un ambiente rural no podía faltar también quien se dedicara a su cuidado. Nuria Notario (34) se mantiene vigilante desde su puesto para evitar que se produzcan incendios en un paraje tan espectacular.
También es bombero forestal, pero en el municipio conquense de Cañete, Gerard Lagunas (26). Descendiente de Torrebaja, ahora ha decidido volver y está «superagusto», explican quienes le conocen.
Sara Pérez (32 años), veterinaria de formación, trabaja en la Oficina Comarcal Agraria desde hace un año, controlando y apoyando a la ganadería en la comarca. Confía en poder seguir desarrollando su carrera laboral en el Rincón de Ademuz durante mucho tiempo y se siente «muy contenta» con la decisión de mudarse a Torrebaja. Su implicación con el pueblo, como la de todos sus compañeros, también se demuestra en que forma parte de la nueva la comisión de fiestas.
Laia Díaz, con 26 años, estudió peluquería y volvió a su pueblo, donde también se siente muy a gusto. Ahora trabaja como camarera en pubs y chiringuitos.
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La benjamina del grupo es Lucía Sáez (23 años). Sin ningún vínculo con el municipio, llegó y se enamoró de Torrebaja. Con su formación en gestión y conservación y restauración del patrimonio cultural, trabaja para el Ayuntamiento, desde donde están encantados con ella y confían en poder retener su talento, ya que desde el Consistorio están más que satisfechos con su labor.
Andrea Hernández (39) es la más veterana del grupo pero ni mucho menos esto quiere decir que no esté activa. Más bien al contrario. Esta economista y profesora de Pilates ya está planeando la apertura de una gimnasio desde el que poner en forma a sus amigos y a todo aquel que lo desee.
También está relacionado con la actividad física el trabajo de Ana March (31). Esta exconcursante del programa de televisión Masterchef es la maestra de educación física del colegio del pueblo.
Finalmente, Sara Colomer, de 32 años, trabaja como arquitecta y diseñadora en la comarca del Rincón de Ademuz.
Todos ellos gustan de dar largos paseos y de juntarse para charlar. Las cenas de los jueves son sagradas. Pero ello no quiere decir que no tengan sus trabajos como algo prioritario. Su «monotema de conversación» estos últimos meses no ha sido ninguna banalidad y demuestra que están centrados en lo importante, sin dejar por ello sus momentos de ocio.
La localidad acogió recientemente una nueva edición, la décima, de la feria de la manzana esperiega. Todos ellos, desde sus diferentes responsabilidades, deseaban que fuera un éxito para el municipio y no dejaron de aportar ideas para seguir mejorando.
Desde la organización de este evento explicaron que además «de un montón de puestos en los que probar y adquirir deliciosos alimentos y artesanías, tendrás la ocasión de conocer productos de proximidad y ecológicos de esta comarca llena de planes. ¡Y por supuesto podrás volver con unas cuantas manzanas a casa!»
No quieren dejar de alzar la voz, sin embargo, ante alguna carencia que han detectado durante su día a día. Por supuesto que no todo es perfecto ni quieren pintar un paraíso idílico: «Hace falta Internet. Que estamos con la fibra instalada pero no conectada», demandan estos jóvenes, quienes están convencidos que cualquier profesional bien formado y con ganas de trabajar puede tener su espacio. Electricistas o fontaneros son profesiones que siempre tienen una buena demanda.
El alcalde del municipio del Rincón de Ademuz, José Antonio Monterde, sonríe cuando se le pregunta por «los jóvenes» que han revitalizado a la localidad y tampoco esconde su entusiasmo por este grupo de vecinos tan repleto de vitalidad: «Ellos son el futuro. Un pueblo sin jóvenes no tiene futuro». Ve «mucha ilusión y muchas ganas» entre ellos: «Son un grupo muy bueno. Hacen piña y siempre es una alegría tener a vecinos como ellos».
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