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Casa humilde. Santiago y su hija, el viernes, en la entrada de su casa de Valencia. damián torres

«Vivo con 300 euros y ya casi no uso la estufa»

Dos personas mayores con apuros económicos relatan la amargura de una vejez de mínimos «después de toda una vida luchando»

Domingo, 20 de marzo 2022, 23:27

El grupo de los Desamparados es una de las zonas más humildes y desfavorecidas de Valencia. Sus calles se degradan entre pintadas, muebles abocados, suciedad y vandalismo. Y por ellas deambulan personas mayores que lidian con la inseguridad y pensiones exiguas. Pobreza en la tercera edad, un drama que discurre muchas veces en silencio.

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Rosario, de 61 años, acompaña a su padre, Santiago, un hombre de 91 con andador por su delicado estado de salud. Su hogar es un angosto espacio de 30 metros cuadrados, con paredes externas llenas de pintadas. En su recibidor, una bombona de butano usada. «Las uso para no gastar la luz, que está imposible y tengo que pagar lo mínimo que pueda», explica el anciano. «Un pequeño flexo en una mesilla» con una bombilla de bajo consumo aporta toda la luz nocturna en su estrecho salón.

Una vida de restricciones y nulas comodidades es cuanto le queda después de años de trabajo como metalúrgico. Fue campesino en Jaén. Se vino a Valencia con 25 años. Hoy subsiste con 600 euros de pensión. «Da para poquísimo, para nada...». Necesita cuidadoras y con el encarecimiento de la vida las cuentas ya no cuadran. «Hemos pedido el bono social y comenzará a recibir las ayudas este mes», desgrana Rosario.

«Vivo como puedo», confiesa el hombre. «La vida está muy cara. Muy dura. Yo he trabajado mucho y aquí estoy. Mi pensión no me da. No puedo ahorrar. No puedo nada». Escasez en amarga combinación con marcapasos, problemas neurológicos, de vista... «Partido por todos lados», resume con resignación.

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Su hija se indigna: «Hay políticos que van por ahí diciendo que no hay pobres. Que vengan a las barriadas de verdad. Que se muevan de su confort», apela. «Mi padre sólo tiene un radiador pequeñito en el cuarto y no lo enciende toda la noche, si no no podría ser». «Tiro de butano y mantas todo lo que puedo», apostilla el vecino de Valencia.

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Carolina Cruz camina a paso lento por la calle José Maestre. Tiene 77 años. Fue niña en Torredonjimeno (Jaén), se buscó la vida como cocinera y limpiadora de hogares en Valencia, se casó en Cartagena, le dejó su marido y perdió a una hija de 8 meses. Lidia con la pobreza y la falta de apoyos en una barriada en la que confiesa «vivir con miedo».

Por la calle. Carolina, en la zona de los Desamparados, donde vive en un piso de alquiler. Damián Torres

«Me acabo de jubilar con 300 euros de pensión. Con eso pago luz, agua, escalera, comida... Me caliento con butano y sólo pongo la 'estufica' cuando salgo de la ducha». Y sin apoyo social. «Fui a la asistenta social a ver si me daban un pisito, porque vivo alquilada, y me dijeron que como tenía la paguita esta que no».

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Como detalla la mujer, «tal y como está la vida se me va toda la pensión y no tengo ningún apoyo de familia ni de vecinos. A la aventura de Dios. A lo que me quieran hacer aquí». Rompe a llorar al ver en qué ha quedado su vejez. «No esperaba esta vida tan humilde y difícil. Vivo atemorizada en un barrio que va a peor».

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