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Personal del centro durante la salida de los alumnos, el pasado martes. J. Signes
«Vivo con la incertidumbre constante de no saber si habrá servicio»

«Vivo con la incertidumbre constante de no saber si habrá servicio»

Ana Clemente ha tirado de familia y de transporte público para que su hijo vaya a clase. Pide «empatía» a la empresa y a la conselleria y agradece el trato de su centro, el Rosa Llàcer: «Lo ha hecho lo mejor que ha podido»

Joaquín Batista

Valencia

Lunes, 18 de septiembre 2023, 20:35

Ana Clemente, vecina de Nazaret, es una de las tantas afectadas por los problemas con el transporte escolar. Su testimonio es personal, basado en lo vivido los últimos días, pero seguro que representa el sentir de todas las familias. Es la madre de Erik Gómez, que padece el síndrome de Charge, una enfermedad rara provocada por una mutación genética que causa discapacidad auditiva y visual, problemas cardiacos, respiratorios y retraso en el desarrollo.

No hace falta relatar las horas de hospital que ella, su marido, su hija mayor y demás familia extensa cargan en sus respectivas mochilas. Y de miedo, desvelos y rabia por el hecho de que a tu ser querido le haya tocado esta durísima lotería. Ana lo combate tirando de la coraza emocional que desarrollan todas las madres con niños con necesidades especiales, la que les ayuda a salir adelante cada día y que se forja desde la obligación de procurar su mayor bienestar posible. Justo lo contrario a lo que ha sucedido estos días por culpa de los incumplimientos y las reiteradas incidencias del servicio.

«Nuestros niños tienen los mismos derechos que el resto», defiende Ana antes de relatar cómo ha sido la tan esperada vuelta a las aulas: unos días acompañando a Erik en transporte público (tranvía y bus), otros con su padre, cuando las obligaciones laborales se lo han permitido, y otras tirando de los (siempre imprescindibles) abuelos.

Erik tiene diez años, y desde los tres acude al Centro de Educación Especial (CEE) Rosa Llàcer de Castellar, uno de los más afectados por los problemas del servicio. Este lunes ha sido el primer día en que han contado con todos los vehículos, aunque se han registrado retrasos en algunas líneas. No en la de Erik. Por primera vez este curso ha ido y ha vuelto con el autobús al que tiene derecho.

«La principal consecuencia es emocional, cómo te trastoca toda tu organización. Cómo tienes que trastocar la vida de los demás: la de mi marido para que nos lleve cuando puede, la de mis padres para que nos recojan, o la de mi hija mayor, aunque con 15 años ya se puede apañar prácticamente sola», explica Ana, que añade que no todas las familias tienen la opción de recurrir a un taxi aunque su centro se haya comprometido a reembolsar el gasto, ni disponen del dinero en mano para salir del paso cuando el autobús no aparece en la parada. Sin olvidar que un vehículo adaptado, que lo requieren muchas, no se puede parar en cualquier calle.

También ha sufrido, lógicamente, por su hijo. «Creo que lo he mareado. Él tiene claro que al colegio se va en autobús. Si lo preparo y le conciencio de que toca colegio, de que tiene que hacer su trabajo, pero de repente lo subo en un coche cambia su rutina, y piensa que ya no hay cole, que vamos a hacer otra cosa con la familia», continúa. «Lo mismo pasa con otros niños más mayores, que se frustran, se ponen nerviosos y cuesta reconducirlos», explica, en base a la experiencia compartida entre las madres y padres del centro a través de los grupos de WhatsApp.

Sobre el futuro inmediato, no se fía. «Aunque haya funcionado este lunes, sabes que en otros centros están igual. Vives con la incertidumbre constante de si mañana habrá servicio, o si después de clase me lo traerán». Por ello pide «más empatía» a la empresa Monbus y a la conselleria de Educación -«el transporte no es un capricho, es una necesidad»- y aprovecha para lanzar un mensaje de agradecimiento a su centro: «Por la dedicación que han tenido todos hacia nosotros. Sobre todo Maica, la directora, que se ha encontrado con este marrón, ha tenido que calmar a padres, se ha aburrido de llamar a la empresa y a la conselleria y se ha quedado con nuestros hijos tras no aparecer algún autobús. Lo han hecho lo mejor que han podido, no me cabe ninguna duda», sentencia.

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