Vuelven los problemas de transporte escolar a un colegio de Educación Especial

En esta ocasión las incidencias han sido de menor calado, en el sentido de que los vehículos han llegado al centro y a las paradas, lo que no quita que se hayan causado trastornos a las familias y, especialmente, al alumnado, que precisa de estabilidad y de rutinas claras para afrontar su día a día. El servicio lo sigue prestando la empresa gallega Monbús, que a través de una Unión Temporal de Empresas consiguió en 2023 quedarse con uno de los lotes incluidos en el contrato de transporte escolar. Debido a los problemas del curso pasado, la administración autonómica inició un expediente sancionador que se revolvió con una multa de más de 400.000 euros.

Según ha podido saber LAS PROVINCIAS a través de las familias consultadas, el primer incidente se produjo el segundo día de clase, el martes, cuando el vehículo de la ruta 1, con asientos y también con un espacio adaptado para sillas de ruedas, se averió durante el trayecto de vuelta, justo en el túnel de la avenida del Cid. Hubo padres que se trasladaron hasta la zona para recoger a sus hijos, pero no todas tuvieron esa posibilidad, por lo que parte del alumnado tuvo que esperar a que la empresa destinara otro vehículo. Pero este, en la siguiente parada, sufrió un nuevo fallo: no se podía accionar la rampa. Tras la intervención de un mecánico se pudo solventar, pero no se evitó el perjuicio a los escolares: unas dos horas de retraso sobre la hora de recogida prevista, alterando la planificación familiar, como tener que posponer sesiones de rehabilitación o estimulación.

Para las siguientes jornadas fue necesario desdoblar la ruta, recurriendo a dos autobuses más pequeños: uno para alumnos sin problemas motóricos y otro adaptado y con rampas para subir y bajar las sillas de ruedas. El jueves, esta segunda unidad también sufrió una avería (al parecer eléctrica y también en la vuelta), por lo que volvieron a registrarse retrasos en las diferentes paradas de la ruta, de aproximadamente una hora.

El viernes tampoco estuvo exento de sobresaltos, aunque en el trayecto de ida, con una nueva avería del autobús que ya había fallado el jueves. Para evitar un retraso excesivo en la llegada al centro, los alumnos del vehículo fueron trasladados por familias y monitores al otro autobús, el equipado con asientos, aunque no había posibilidad de dar cabida a la mayoría de los carros, que quedaron bajo responsabilidad de los padres. Una vez en el Rosa Llàcer, con apoyo de los mismos profesionales y de los docentes -el centro tiene dispositivos adaptados propios- aquellos que no tenían posibilidad de desplazarse con ayuda fueron llevados a sus aulas.

Las mismas fuentes explican que en otra de las rutas del centro, en algunos de los desplazamientos, no se ha contado con el número suficiente de monitores, una figura básica para garantizar la atención de los alumnos durante los trayectos.