Aquellos turistas que se hacen llamar rurales y se molestan por el canto del gallo o el toque de la campana de la iglesia, no son aptos para pueblos como Albaida. Allí, a lo largo del año, se tocan 3.200 toques diferentes. Todos de manera manual. En este municipio de la Vall d'Albaida, que no llega a los 6.000 habitantes, las campanas no han llegado a electrificarse y se mantiene desde el siglo XIII la tradición de tocarlas manualmente.
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Un lenguaje universal que los albaidenses sienten como algo propio y que para muchos es vocacional. Como para Antonio Berenguer. Es el portavoz de la Asociación de Campaners que se constituyó en los años 90 cuando esta actividad pasó de ser remunerada a ser voluntaria.
Desde los 9 años es campaners y asegura que es emocionante estar dentro tañendo las campanas. Ahora, a esta sensación se une la satisfacción de ver esa emoción y el entusiasmo de niños venidos de todas partes y visitantes en general. Y es que, en esa labor divulgativa y de transmisión, la asociación viene realizando visitas guiadas para dar a conocer esta tradición.
«Es la mejor manera de difundirlo, abriendo el campanario y que la gente pueda asistir en directo al toque manual de las campanas, patrimonio que la gente desconoce», explica.
«Hay mucha gente que nos sigue por redes sociales, muchos de ellos de municipios donde se han electrificado las campanas», asegura y cuenta como anécdota que este verano recibieron la visita de un niño de Cuenca que había pedido a sus padres como premio por aprobar el curso escolar visitar Albaida para ver el toque manual de campanas. «Eso es muy emotivo», subraya.
Antonio recuerda que Albaida debe dar las gracias a Antonio Blasco, el antiguo sacristán de la parroquia, que murió en 2015, porque fue quien se opuso rotundamente a que las campanas se electrificaran cuando comenzó el proceso, especialmente a partir de los años 80. Durante 70 años , prácticamente hasta su fallecimiento, realizó los toques manuales de campanas y fue el transmisor del ya reconocido patrimonio inmaterial. Es hijo predilecto de Albaida.
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Ahora es la hermana de Antonio, Mª del Carmen la sacristana encargada de los toques diarios, desde la parte baja del campanario, conformando cada jornada en el municipio.
Y es que, como mínimo, en la localidad se escuchan tres toques diarios: a las 7:30 horas, el del Alba; a las 12, el del Ángelus; a las 19 de la tarde, el Ave Maria de Capvespre y a las 21:30 horas, el de Ánimas, cuando las campanas invitan a recordar a las personas que se fueron.
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Luego hay otros toques como el de difuntos, el de exequias, de misa cotidiana, misa solemne, de llamada al rosario, novenarios o el de matraca que se toca desde el Jueves Santo hasta Pascua.
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También hay repiques: el del domingo y fiestas del Señor, fiestas de los santos o de gran solemnidad.
Pero para solemnes están los volteos, que es aquí cuando participa el grueso de campaners. Están los mayores, que anuncian grandes fiestas, y los menores, que acompañan al toque de misa solemne o procesión. El tipo de fiesta se identifica, según explica Antonio, dependiendo del número de campanas que se volteen y el orden en el que intervienen.
Todo un lenguaje que suele ser propio de cada municipio, pero que a veces coincide con algunos de municipios vecinos para comunicarse.
Uno de los momentos del año que subraya este campaner es el de la iluminación de la Cova Alta, a unos 900 metros de altura. «La chiquillería espera en el campanario la señal, la iluminación de la Cueva, para comenzar a tocar las campanas. Es el anuncio de que los Reyes Magos pasarán esa noche por sus casas», explica.
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Actualmente el grupo de Campaners lo conforman 20 personas de todas las edades, incluidos niños. El colectivo ha ayudado a que municipios de la comarca y comarcas vecinas recuperasen esta tradición, que también se puede escuchar en Agullent, Ontinyent, l'Olleria o Moixent.
También pusieron en marcha el Museo Internacional del Toque Manual de Campanas (MitMac), el primero del mundo, con el objetivo de investigar, divulgar y despertar la curiosidad por esta tradición.
Un legado musical y comunicativo que se reivindicó en abril de 2018, cuando más de un millar de campanarios de toda Europa, 300 en España, tocaran al unísono, en una iniciativa de la asociación Hispania Nostra y que arrancó precisamente en Albaida, con motivo del Año Europeo del Patrimonio.
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A raíz de esta actividad, tanto Hispania Nostra, asociación nacional defensora del patrimonio, y al frente Campaners d'Albaida, se impulsó en 2019 la candidatura para que el toque manual de campanas fuera declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, algo que consiguieron este 30 de noviembre.
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