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Algunas fueron señoras de, hijas de o viudas de. Otras son anónimas y apenas se conocen sus iniciales. Pero de otras mujeres conocemos sus nombres ... y profesión, sabemos que si no crearon excepcionales colecciones artísticas, ayudaron a crearlas, e incluso las donaron para configurar uno de los espacios culturales más visitados de la ciudad, el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí.
Porque de los más de 1.100 benefactores que han contribuido a engrandecer la pinacoteca valenciana, 400 eran -y son- mujeres. A ellas, la institución les ha dedicado 'Dona (n). El papel de las mujeres en las colecciones del museo', una variopinta exposición que a través de medio centenar de pinturas, abanicos, mobiliario, piezas cerámicas e, incluso, indumentaria, homenajean a las féminas, de ayer y de hoy, que han mostrado su generosidad con el González Martí.
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Como Amelia Cuñat, precisamente esposa de quien da nombre al museo y sin quien no se podría entender la creación del Museo Nacional de Cerámica. Pero también Josefina Plá, desconocida artista y escritora española de la que, aunque no se sabía, el museo conserva un plato de cerámica pintado por ella misma. Porque esta exposición recupera algunas de las piezas donadas y que llegaron a exhibirse pero que, con la reordenación del museo en los años 90, volvieron a guardarse.
De ahí que, por ejemplo, aparezca la sala que, gracias a la cesión de obras de Ángela Benlliure, sobrina de Mariano Benlliure, se instalara en el González Martí un espacio dedicado a su padre, el pintor Juan Antonio Benlliure. E, incluso, se llegue a exhibir un traje de 'Otello' que llevó el tenor italiano Lauri Volpi, cedido por su mujer, María Ros, quien también fue benefactora del museo.
La exposición las recuerda a ellas y a Mará Labrandero, escultora valenciana que cedió una pintura emblemática como 'Mujeres de Paterna'. Pero también, de otra valenciana, Teresa García Falgás, quien legó más de 300 obras al espacio, entre ellas piezas de los hermanos Capuz, José, escultor, y Pascual, pintor (que era su marido), y creaciones de José Segrelles o Luis García Oliver. A ellas se suman donantes más contemporáneas y que aún viven como la danesa Frida Johansen, hermana de la ceramista Tove Johansen, y Pepa Reverter, artista que exhibió hace poco en el museo su muestra de corazones en la que buscaba recaudar fondos para la investigación sobre la ELA.
El centro ha desempolvado -literalmente- cerca de medio centenar de piezas que guardaba en sus almacenes y que ahora ven la luz como reivindicación de esas 400 mujeres que han ayudado a conformar su extensa colección. Las benefactoras mencionadas son sólo unas pocas, porque la última parte de la exhibición reconoce a todas, las 400, actuales y del pasado, con sus nombres y apellidos correspondientes.
Sólo en la última parte se ven aquellas que, no obstante, asumieron que debían ser silenciadas. De ahí que sepamos de la generosidad de Señora de Álvaro Moliner; Señora de Federico Corbí; Herminia, viuda de Olucha; Hija de Borrás Albalá; Donativo de una valenciana; e, incluso, Doña N. A todas ellas, el González Martí ha querido rendirles un homenaje que se ha convertido también en un proyecto de investigación en el que han participado nueve comisarios, ocho de ellos mujeres, y que rinden tributo a una generosidad que nace desde el amor a la cultura.
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