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El cine X de la calle Cuenca de Valencia ha cerrado. El local busca ya otra vida. Se alquila por 5.500 euros al mes, según el portal Idealista.com. Las salas, que durante casi 40 años han proyectado películas porno, bajan la persiana. Lucen el cartel de la inmobiliaria 'Se alquila' en sus locales. «Consta de 2 salas de cine, recepción, taquillas. Gran superficie con muchas posibilidades para diversidad de negocios, restaurantes, asociaciones, supermercados, gimnasio, bazar, como inversión… puede volver a ser cine. Uso principal espectáculos», reza el anuncio.
El cine de la calle Cuenca, 'rara avis' del negocio de la exhibición, era un superviviente. Llegó a 2022 con el título de ser el único cine X de España dado que sus homólogos en Madrid y Granada se reinventaron hace unos años. El local, de aproximadamente 900 metros cuadrados, se ofrece a otros usos como sucedió con sus homólogos en territorio nacional. La última sala X de Andalucía, que estaba en Granada, cerró en febrero de 2019 y desde entonces funciona como sex-shop. El cine Duque de Alba, en el centro de Madrid, se dedicó durante más de siete décadas a proyectar películas, primero convencionales y en sus últimos años porno. Cerró y reabrió en 2017 como Sala Equis transformada en un espacio dedicado al ocio y la cultura.
¿Cuál será el próximo destino de las salas X de Valencia? Dependerá del nuevo huésped. El contexto actual de hábitos de consumo culturales no favorece una reapertura como cine dado el auge de las plataformas bajo demanda.
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Estas salas, gestionadas primero por Pepe Penadés y luego por su hijo José Andrés no siempre fueron X. Se abrieron al principio de los años 80 con el nombre de Duplex A, B, y proyectaban películas comerciales y de reestreno. Fue en marzo de 1984, con la autorización gubernamental para los cines X, cuando se transformaron en un espacio de proyección de contenido porno. Esta novedad «fue un escándalo», según Miquel Tejedor, autor de 'El libro de los cines de Valencia (1896-2014)'. El empresario valenciano Vicente Gil apunta a LAS PROVINCIAS que la intención de Penadés siempre fue «proyectar películas eróticas pero la condición legal establecía que el cine tuviera funcionamiento previo» y recuerda los requisitos aplicables a las salas X: «un mínimo de 100 butacas y un máximo de 200», «no podías tener publicidad gráfica en la calle» y «sólo se podía anunciar el título de las películas tanto en la sala como en prensa».
Los cines porno han pasado de ser una anécdota cotidiana en la década de los 80 en España a ser una excepción y algo casi marginal en cualquier ciudad en los años 2000. Hasta desaparecer. El último fundido a negro de una sala de proyección de películas porno se ha producido en Valencia. The End.
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