¿Será necesario replantear los protocolos para actuar ante situaciones meteorológicas de emergencia tras la trágica experiencia de la dana? A reflexionar sobre esta cuestión ha invitado los responsables de Aemet esta mañana durante la presentación del resumen climático del otoño en la Comunitat ... Valenciana.
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El delegado de la Agencia Estatal de Meteorología en la Comunitat Valenciana, Jorge Tamayo, y el jefe de Climatología, José Ángel Núñez, han puesto el acento en la conveniencia de reflexionar si es necesario cambiar los protocolos o incluso establecer el aviso negro como hay en Alemania con la finalidad de señalizar un grado de riesgo superior al rojo.
A juicio de los expertos, hay que tender hacia un aviso centrado en «predecir más el impacto que las cantidades, señalar qué va a hacer el tiempo más que qué tiempo va a hacer».
En la reflexión en torno a la manera de hacer llegar los mensajes a la población, en la importancia de encontrar las claves que puedan ser más inteligibles, se han detenido a explicar que no todos los avisos rojos son lo mismo. De ahí que hayan planteado la posibilidad de tener que resultar más claros a la hora de transmitir. Incluso han mencionado la conveniencia de llegar a los colegios, actividad que ya se hace, para que el lenguaje que acompaña a las predicciones de situaciones extremas resulte lo más comprensible posible.
Tamayo ha defendido mayor pedagogía y formación, empezando por los colegios, porque «hay que evitar que se pierda la cadena de transmisión de estos efectos meteorológicos ya que en el Turia estas riadas castróficas se repiten cada 60 o 70 años. Así, se tiene constancia de 11 en los últimos 700 años.
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José Ángel Núñez ha hecho hincapié, «sin querer derivar la responsabilidad a los ciudadanos» en la importancia de la «transmisión oral». Con ello ha dejado claro que la provincia de Valencia tiene amplia experiencia en catástrofes por inundaciones, lo cual tiene que servir para que de padres a hijos se transmita la experiencia y la memoria no se pierda.
La presentación de los resultados climáticos ha servido para que los responsables de Aemet transmitieran que de la catástrofe vivida todos deben «aprender» para «mejorar» porque «desde el punto de vista meteorológico volverá a ocurrir, no sabemos cuándo o dónde, pero hay que estar preparado».
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Jorge Tamayo, y el jefe de Climatología, José Ángel Núñez, han defendido la actuación de la institución durante la dana: «No podemos hacer más de lo que hicimos, avisamos al que gestiona la emergencia, al que tiene la capacidad de alertar».
En cualquier caso, Tamayo, ante las declaraciones del jefe del Consell, Carlos Mazón, en Les Corts de que los 180 l/m2 que preveía Aemet no era una información suficiente para adoptar medidas, ha replicado que el aviso rojo en la Comunitat Valenciana, según el protocolo establecido en coordinación con Protección Civil, establece ese umbral, que es «un mínimo, no un máximo».
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Además, ha recalcado que «no es lo mismo un aviso rojo por lluvias que por temperaturas» y que el aviso rojo, según estipula Aemet, ya indica «un riesgo meteorológico extremo, fenómenos meteorológicos no habituales, de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto» y establece asimismo una recomendación a la población: «Tome medidas preventivas, actúe según las indicaciones de las autoridades, manténgase informado de la predicción meteorológica más actualizada, las actividades habituales pueden verse gravemente alteradas y no viaje salvo que sea estrictamente necesario».
También se ha pronunciado sobre la información que dio Mazón en la que anunciaba que el temporal se estaba desplazando hacia la serranía de Cuenca y que la alerta finalizaría a las 18 horas, ha recalcado que el aviso rojo se estableció inicialmente hasta esa hora, pero que, al igual que ocurre en todos los fenómenos de ese tipo, están «siempre en revisión» y que hay que «vigilarlos». Han añadido que las fuertes precipitaciones iban hacia el norte de la Comunitat «como así ocurrió».
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De hecho, a las 17 horas se prolongó hasta las 20 horas y a las 19 hasta las 22 horas. «La información que trasladó el presidente de la Generalitat no sé si es recogida o hecha un resumen de otra parte», ha apuntado.
Tamayo, preguntado por su piensan que no se entendió en el Cecopi la información de la Aemet, ha señalado que «habría que preguntar a quien tiene que interpretar esa información que estaba trasladada». Asimismo, ha señalado que «cuando una situación se complica mucho, el factor meteorológico puede ser el más importante al principio, pero hay que analizar otros, como los hidrológicos, que conocen las confederaciones hidrográficas, y las zonas de riesgo que sabe Protección Civil»«.
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Los especialistas, que han defendido su actuación en el ámbito de sus competencias -que están al margen en materia de tomar decisiones ante las emergencias- han defendido que la ciencia en estos momentos solo puede predecir la zona en que se espera que descarguen las lluvias, pero no el punto exacto, y a partir de ahí lo que hay que hacer es una «vigilancia meteorológica».
En este sentido han recordado que en Turís se acumularon 771,8 l/m2, en el aeropuerto, a 20 kilómetros de distancia en línea recta, se acumularon 14,4 y en Valencia, a 30 km, solo 7,8 l/m2.
Por ello, Núñez considera que «la ultraprecisión» es «uno de los errores más grandes que se pueden hacer» porque si la ciencia tuviera la capacidad de predecir estas cifras Turís estaría en rojo pero l'Horta sur, donde se contabilizó la mayor parte de víctimas mortales, estaría en verde porque allí no llovió.
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Los especialistas han recalcado que Aemet «no sobreavisa» porque activan «muy pocas veces» el aviso rojo por lluvias en la Comunitat y «cuando lo hacen es porque va a pasar algo gordo». De hecho, el pasado año no hubo ninguno y el 29 de octubre ha sido el primero de este año y han recalcado que «esta generación no se va a olvidar de lo que es un aviso rojo».
Una larga cola de aire que durante cuatro días recorrió todo el Mediterráneo desde el mar Egeo alcanzó la provincia de Valencia la fatídica noche del 29 de octubre de 2024. Un largo recorrido hasta dejar el desastre en los pueblos de l'Horta Sur. Fue un «intenso chorro de viento», según los datos facilitados por Aemet, el fenómeno que dio el empujón definitivo para que la dana se posara sobre el territorio valenciano.
Aemet ofrece datos ya del día 28, cuando se produjo el desplazamiento en horizontal en «capas bajas de una masa de aire cálido y húmedo conducida por un intenso chorro de viento». Las temperaturas del día 29, pese a que el cielo estaba cubierto de nubes y se registraron lluvias, la temperatura media fue 2,1 grados superior a lo normal.
Ante esta circunstancia, los servicios de meteorología advierten de que un aire anormalmente cálido -como el que sopló el día 29 de octubre- y saturado, «tiene una capacidad de retener un 13 % más de vapor de agua que el aire con una temperatura normal».
Con una temperatura media de 16,3 grados, como la registrada el 29 de octubre de 2024, el aire tiene capacidad máxima de contener 13,9 gramos de vapor de agua por cada metro cúbico, frente a los 12,3 que habría contenido si la temperatura hubiera sido normal.
Ese chorro de aire que llegó a Valencia el 29 de octubre durante su largo recorrido por el Mediterráneo se había deslizado por zonas con temperatura que eran superiores en dos grados a lo normal. Por tanto, la carga de humedad fue notoria hasta el punto de llegar a la Comunitat muy saturado. Y así se desencadenó la gran descarga de agua que dejó 771,8 litros por metro cuadrado en Turís.
Las precipitaciones de ese día y del 30 de octubre en Castellón llevaron a que este otoño haya resultado «extremadamente húmedo» en la Comunitat Valenciana, con una precipitación acumulada entre septiembre y noviembre de 314 l/m2, un 85 superior a la media. El otoño ha sido el sexto más cálido tras 2022, 2023, 2024, 2006 y 1983. Además, ha sido el más húmedo de los últimos 35 años, desde 1989.
Asimismo, estre trimestre ha sido «muy cálido» en la Comunitat Valenciana con una temperatura media de 17,6 ºC, lo que supone 1,3ºC más alta que la del promedio normal. De este modo, se prevé que 2024 sea el año más cálido desde que hay registros.
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