Hace un año, la Comunitat Valenciana se teñía de luto con el fallecimiento del profesor Santiago Grisolía a los 99 años. El científico y ... discípulo de Severo Ochoa había sido una de las figuras clave en la defensa de la Ciencia, la Innovación y la Cultura en la región. Su muerte dejó un vacío que en estos doce meses apenas ha podido llenarse pese a que la Generalitat creó el Premio de la Ciencia Valenciana Santiago Grisolía para honrar su memoria y mantener viva la figura del que fuera impulsor de los galardones Rei Jaume I, los reconocimientos científicos mejor dotados del país y que siempre cuentan con el aval de Casa Real.
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Grisolía fue, además, el investigador científico más brillante nacido en tierras de la Comunitat. Recibió diversos reconocimientos como la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana y el Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica en 1990. En este sentido, en 1976 fue reconocido como Hijo Predilecto de Valencia en 1976. Estos son algunos de los tributos que obtuvo un trabajador incansable que logró que Valencia diera su nombre a una calle, la misma en la que residía Grisolía frente a la Facultad de Medicina de la Universitat de València. Incluso, el actual Rey Emérito, Juan Carlos I, en 2014 le concedió el marquesado de Grisolía, lo que ejemplificó el enorme cariño de la Monarquía hacia el valenciano.
Ha pasado un año sin el profesor. Sin el científico. Sin el presidente del Consell Valencià de Cultura (CVC). Un valenciano que a través de todas las plataformas posibles, utilizando cada acto o celebración para abogar de manera incansable por un Pacto por la Ciencia en España y por una Ley de Mecenazgo efectiva que hiciera realidad una verdadera colaboración público-privada.
Pero doce meses después de que la sociedad valenciana le despidiera con honores, y aunque a lo largo de este tiempo se han sucedido distintos homenajes a su figura, la huella dejada por Santiago Grisolía tiene su propia cara y su cruz. Por una parte, se mantiene la excelencia de esos Premios Rei Jaume I que creó y que a día de hoy siguen reconociendo a los mejores investigadores en el ámbito de la Medicina, la Protección al Medio Ambiente y la Investigación Básica pero también sectores como el de la Economía, las Nuevas Tecnologías y el emprendedurismo en la empresa.
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Estos galardones, capaces de congregar en la ciudad a decenas de Premios Nobel para formar parte de los jurados –así como representantes de prestigio de la Ciencia o la empresa española– han vivido su primera edición sin la presencia de su impulsor. Fue el pasado noviembre, cuando se entregaron las distinciones en la Lonja, cuando el Rey Felipe VI quien destacó la «mirada generosa» del impulsor de los galardones, que «dedicó su vida a mejorar la sociedad a través de la Ciencia».
«Era un valenciano universal que dedicó su vida, su pasión y su talento a mejorar la sociedad a través de la Ciencia, a un visionario que se anticipó al futuro con avances determinantes como el 'Proyecto Genoma Humano'. Sobre este escenario, enfrente, me recibía la siempre mirada serena, curiosa y generosa del profesor Grisolía. Maestro incansable no sólo en generar conocimiento, sino también en acercarlo a la sociedad para hacerla avanzar, pero también emprender y darle más valor económico al progreso científico», dijo el monarca. En este sentido, en la ceremonia, el Nobel Roger Kornberg puso de relieve el legado del investigador, ejemplo de «compromiso, sabiduría y dignidad». El recuerdo de Grisolía flota en el ambiente de los galardones. El pasado junio, cuando se dio a conocer a los premiados de esta edición, de nuevo, el homenaje estuvo latente. «El profesor Grisolía nunca se cansó de pedir ese Pacto por la Ciencia y apelamos a nuestros responsables políticos a que hagan lo propio. Sin ciencia no hay futuro, pero añado que sin ella y sin innovación no habrá presente», aseveró Vicente Boluda, vicepresidente de la Fundación Rei Jaume I.
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No obstante, tras un año sin Grisolía, la cruz se vive en el Consell Valencià de Cultura, el órgano estatutario del que formó parte antes de pasar a presidirlo en 1996 (nombrado por el entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana). El investigador tuteló la institución durante casi veinte años y siempre fue diplomático a la hora de lidiar con las distintas sensibilidades de los consejeros (no en vano son propuestos por los grupos con representación en Les Corts). Sin embargo, desde hace doce meses, Dolors Pedrós ejerce como presidenta en funciones de la entidad, que aún no tiene sustituto. Las aguas andan revueltas en la institución, que celebró recientemente un pleno bronco en el que varios consejeros abandonaron la sala donde se celebraba.
La razón fue que cinco de los miembros del CVC denunciaron que el órgano «se pronuncie sobre decisiones tomadas por otras instituciones» en referencia al cambio de nombre del Auditorio de Torrent que ha adoptado el Ayuntamiento de la localidad (se denominaba Vicent Torrent, fundador de All Tall y miembro del Consell Valencià de Cultura).
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La modificación del orden del día de es último pleno para tratar este asunto provocó que estos componentes firmaran un escrito en el que se aseguraba que «analizar, como se pretende, una decisión democrática y legítima de una corporación local no es función que se encuentre entre las muy amplias, siempre consultivas y de asesoramiento» del órgano consultivo. Lo firmaron Marta Alonso, Ascensión Figueres, José María Lozano, Vicente Navarro e Inmaculada Vidal.
Esta es sólo una clara muestra de la inestabilidad en una institución que ha vivido recientemente más de un pleno con polémica. Que Pedrós se mantenga en funciones pasado un año del fallecimiento del profesor, no ayuda a destensar el ambiente. Sobre todo porque antes de ello, cuando alcanzó la vicepresidencia, los consejeros propuestos por el PP criticaron que no hubieran sido algunos de ellos los elegidos para el puesto, ya que tradicionalmente los consejeros nombrados por el partido en la oposición había ocupado el cargo. Así que la sombra de Grisolía es tan alargada que, quizás, la paz regrese de nuevo al CVC cuando el nuevo presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, nombre al encargado de tomar las riendas de la entidad. Un año ha pasado ya y la ausencia del profesor es más que latente.
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