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Un templo Neoclásico, de los pocos de este estilo que posee Valencia. Una construcción que sorprende. Arquitectura de regia solera. Fuerza estética de gran atractivo. Y, oh, sorpresa: Una red de protección recorre la bóveda en toda su extensión sobre la nave central. ¿Por qué? La iglesia del Temple, el templo que originariamente fue la construcción donde en 1238 se depositó el 'Penó de la Conquesta' del Rei Jaume I requiere una intervención. Y es «urgente. La urgencia es estructural». Sí, lo dicen Juan Reig, arquitecto del Arzobispado que estudia el edificio, y el padre Òscar García Mulet, CVMD, Rector de la Iglesia de Santa María del Temple, abierta al culto.
Desde hace tres años «estamos haciendo un seguimiento de la evolución del edificio», apunta Reig. Esta tarea que persigue conocer si hay avance de los daños se lleva a cabo con los medios más avanzados que hoy permite la tecnología, es lo que se conoce como «monitorización de la estructura». Cualquier variación que las circunstancias impriman sobre lla construcción quedará registrada.
Las paredes que hoy se contemplan, contiguas a la construcción que fue convento y acoge la sede de la Delegación del Gobierno, «son obra del arquitecto real de Carlos III Miguel Fernández», si bien «las trazas iniciales fueron del valenciano Vicente Gascó», el monarca encargó el proyecto definitivo a su propio arquitecto.
El recorrido por las capillas pone ante los ojos grietas, desconchados, suelos levantados y daños en las pinturas al fresco de Vergara en el ábside y los lunetos o en el espectacular trampantojo de Filipo Fontana. Unas y otras soportan la amenaza del daño. Cada imagen que se descubre testimonia las palabras de los cicerones de esta visita al arte y a la historia de Valencia.
El Plan Director para intervenir en el edificio, para devolverle su esplendor, está redactado. Pero, como apunta el arquitecto Reig, la Conselleria de Cultura lo tiene desde «hace ocho meses» y todavía no hay una respuesta. El documento tiene que recibir el aprobado del departamento para seguir adelante, de lo contrario no puede obtener «la autorización patrimonial». En dos palabras: «Está atascado». Mientras, el tiempo transcurre en medio de un paisaje patrimonial que se antoja conquistado por el olvido.
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La iglesia de Santa María del Temple cuenta desde 1978 con la consideración de Monumento Artístico Nacional, condición que, como recuerda Juan Reig, ha llevado a dirigirse en distintas ocasiones a departamentos del Gobierno de España con el objetivo de «conseguir sensibilización ante el tema». A esto añade que han tratado de «establecer contacto, pero no se ha conseguido».
La visita continúa. Los pasos conducen hasta una espectacular capilla de la Comunión del más puro estilo Neoclásico que lleva tiempo clausurada. El espacio muestra piezas del suelo levantadas y sobre ellas unas marcas a las que se refiere el arquitecto para explicar que «estos fueron los primeros testigos» de una situación que llevó a «aconsejar que se cerrara».
Cuando se fija la mirada en el altar llama la atención el baldaquino, elemento arquitectónico que concede singularidad al Temple. Hubo un tiempo en que la Catedral contaba con baldaquino, pero ya no. Así que éste es el único que queda en la capital del Turia. «Es de mármol de Carrara», señala el padre Óscar García Mulet. Cuando desde este punto se levanta la mirada, los frescos de Vergara advierten de la riqueza artística y patrimonial a la que acompaña el conocido trampantojo de Fontana. Joyas de la pintura que también esperan que se les eche una mano.
Las actuales paredes, las que se construyeron por orden del rey Carlos III, son herederas de otros templos previos que ocuparon el mismo suelo. En esta esquina de la hoy plaza del Temple, se levantaron los primeros muros tras la Reconquista, «cuando se donó a la orden de los Templarios, que allí estuvieron unos setenta años», recuerda el padre Óscar. Los bienes de aquella orden pasaron a los de otra, la de Montesa. Y cuenta la historia que en 1725 se construyó una nueva Iglesia. Con posterioridad, la Orden de Montesa, que tuvo su sede en el castillo de la localidad hasta que el terremoto de 1748 destruyó la fortificación, llevó al Rey Carlos III a decidir en 1761 la construcción del convento -Delegación del Gobierno- y la iglesia que hoy se contempla necesitada de una intervención que le devuelva el brillo del arte y de la historia.
La iglesia de Santa María del Temple acusa el paso del tiempo, pero no sólo. Recuerdan los guías de esta visita que en «1925 los Padres Redentoristas albergaron una comunidad y realizaron unos añadidos proporcionando pesos a la estructura».
Aquella intervención buscaba crear espacios para que habitara la comunidad. Ello llevó, conforme al relato de los cicerones, «a elevar dos plantas del edificio en la parte recayente a la plaza Teodoro Llorente». Como consecuencia de esa obra «se perforaron contrafuertes, se cargó mayor peso sobre las bóvedas. Fue una alteración bastante importante», aclara el arquitecto, quien añade a todo ello que el templo «también sufrió la caída de algún rayo trayendo consecuencias que ya se solucionaron en 1995». No faltan humedades por filtraciones. A la espera de que el Plan Director encuentre la vía abierta para seguir adelante en todo cuanto es necesario para recuperar el esplendor de la Iglesia del Temple, el arquitecto Reig, afirma: «La urgencia es estructural».
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Patricia Cabezuelo | Valencia
Doménico Chiappe | Madrid
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