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Apenas lleva algo más de seis meses a la vista del público y ya se ha tapado. Se intuye detrás de una tela blanca pero, ... al menos hasta el martes día 2 de noviembre, el monumento funerario que el artista Mariano Benlliure creó en homenaje al escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez permanecerá tapado y oculto a los visitantes.
El cenotafio, que llegó al Cementerio General de Valencia el pasado mes de abril procedente del Museo de Bellas Artes –donde llevaba desde 2017– se muestra desde entonces en el 'hall' del camposanto. Fue el Ayuntamiento el que se encargó del traslado de la pieza (llegó incluso a contratar un seguro de 150.000 euros para el desplazamiento de la obra), que pese a que no fue concebida para albergar los restos del escritor de 'Cañas y barro' sí era la forma en la que el Consistorio pretendía, en el año 1933, rendir honores al novelista tras su fallecimiento.
Se instaló justo en la entrada, a la vista de todos aquellos que acuden al camposanto. Ahí sigue, aunque desde el pasado viernes está cubierto por una lona blanca semitransparente a la que hay que acercarse para comprobar que el cenotafio sigue allí. La razón: evitar que pueda sufrir algún desperfecto debido a la afluencia de personas que estos días, y con motivo de la festividad de Todos los Santos, acuden al cementerio general, alegan las fuentes consultadas por LAS PROVINCIAS. Porque aunque es el próximo lunes cuando se conmemora el día de los difuntos, durante estos días el enclave se llena de personas que acuden a limpiar las lápidas de sus familiares y allegados y a colocar los ramos de flores.
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De esta forma, desde la semana pasada y hasta después de la festividad de Todos los Santos, el cenotafio estará cubierto. La pieza se mantiene instalada y, además, la tela que lo recubre reproduce lo que, en condiciones normales, se podría ver en la entrada al Cementerio General. Pero no se puede apreciar en todo su esplendor como sí se hacía hasta el pasado viernes. Es temporal y, según las fuentes de la concejalía de Cementerios consultadas por este periódico, el sarcófago se «conserva perfectamente» y no presenta ningún daño. No obstante, insisten, y con el incremento de visitantes al cementerio durante estas semanas, «por precaución» y para evitar que algo pudiera ocurrirle a una obra con la firma de Benlliure, se ha decidido establecer esa especie de estructura metálica con un vinilo microperforado para salvaguardar el cenotafio. El próximo martes día 2 se prevé que se levante la lona y el sarcófago vuelva a mostrar sin impedimentos a los valencianos.
Pero en la azarosa vida del sarcófago de Blasco Ibáñez no se ha tenido nunca tanta cautela con su conservación. No hay que olvidar que, antes de que llegara al camposanto estuvo ubicado durante años en uno de los patios del Museo de Bellas Artes, al aire libre y sin ser salvaguardado de las inclemencias climatológicas.
El sarcófago de Vicente Blasco Ibáñez salió el pasado 6 de abril del Museo de Bellas Artes de Valencia y se llevó a un almacén desde donde se trasladó al cementerio general, que es el espacio para el que se concibió en su creación. No fue un proceso fácil ya que, además, desde el momento del traslado se trabajó en la realización de una peana donde sostener el cenotafio. Se construyó una de la forma más fiel posible al diseño original de Mariano Benlliure. Se hizo porque la estructura en la que descansa el sarcófago no es la histórica, que se perdió. Pero por esta razón se diseñó una nueva que, eso sí, reproduce el diseño que en 1935 ideó Benlliure y, hasta el granito del que está formada intentó imitar al del diseño original.
Hasta el pasado viernes, los asistentes al cementerio podían descubrir una pieza de 400 kilos que no fue concebida para albergar los restos mortales del escritor y periodista sino para rendir tributo a Vicente Blasco Ibáñez. Su diseño situaba al escritor en lo alto del cenotafio, para poder admirarlo desde arriba. Como decoración, en el sarcófago se pueden apreciar hasta 18 personajes de algunas de sus novelas icónicas como 'Sangre y arena', 'Entre naranjos' y 'Arroz y tartana', entre otras. Además, en un lateral está situado el emblema de su editorial, Prometeo, y en el otro un escudo de la ciudad de Valencia, capital que hace apenas siete meses saldó su deuda con el escritor al llevar el monumento funerario al cementerio y exhibirlo ante todos los valencianos.
El sarcófago de Blasco Ibáñez es el monumento funerario que encargó construir el Ayuntamiento de Valencia en 1933 cuando llegaron los restos mortales del literato a la ciudad. El Consistorio encargó un mausoleo al entonces arquitecto municipal Javier Goerlich y un sarcófago al escultor Mariano Benlliure. En 1935, el escultor creó el cenotafio, pero el estallido de la Guerra Civil paralizó el resto del proyecto en honor al autor. Además, desde 1940, el sarcófago se conservó en el Museo de Bellas Artes hasta que en 1998 se trasladó al Centro del Carmen. Allí se mantuvo hasta 2017, cuando fue a parar otra vez al San Pío.
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