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Banquete celebrado en el claustro en el que aparece Sorolla señalado con el número 2. Archivo diario ABC
El día que Sorolla disfrutó de un banquete en la Universitat

El día que Sorolla disfrutó de un banquete en la Universitat

El artista pronunció en 1916 un discurso en el Paraninfo de la Universitat de València con motivo de la apertura de la exposición de la Juventud Artística que reclamaba un Palacio de las Artes

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 11 de noviembre 2023, 00:51

Sorolla y Valencia, bien puede decirse que caminaban y caminan juntos. El universal artista no sólo nació en la ciudad del Turia, sino que hizo de ella motivo de inspiración y siempre estuvo ligado a las calles, los paisajes y la cultura de Valencia. Por más que se fuera a vivir a Madrid, siempre se mantuvo unido a los suyos. Así, la vida tanto social como cultural contaba con él. En agosto de 1916 Joaquín Sorolla disfrutó de un banquete servido en el claustro de la Universitat de València en el mes de agosto. Ester Alba, vicerectora de Cultura de la Universitat de València ha dado a conocer este dato que refiere el banquete, una información con la que la UV se encontró hace poco y que demuestra que también con el universo académico tuvo relación el pintor.

¿A qué se debió que se le agasajara con un banquete? La respuesta la ofrece Ester Alba, vicerrectora de Cultura de la Universitat de València (UV) cuando explica que el encuentro gastronómico, al que también asistió el artista Benlliure, se celebró en el marco del acto de clausura de la exposición de jóvenes artistas, propuesta que como señala la vicerrectora, convirtió el claustro en una peculiar sala de arte recorrida por lienzos colgados de las paredes del histórico patio. Las imágenes que se conservan, tanto de la clausura como de la apertura, permiten comprobar una escena al menos infrecuente, sobre todo en la época, la de una exhibición artística. Aquella comida fue la guinda a un acontecimiento que marcó la vida artística valenciana.

Antes de ese cierre, Sorolla ya había tenido un papel protagonista. En la inauguración de la muestra de los jóvenes que habían participado en el concurso de pintura que dio pie a la exposición, desde la tribuna del Paraninfo de la Universitat pronunció un discursos en el que hizo una abierta defensa de la labor creativa cuando proclamó que «la vida sin el arte no es vida», además de otras afirmaciones, algunas de ellas repletas de actualidad pese al tiempo transcurrido

Aquellas palabras inaugurales, además de llevarle a proclamar el valor del arte reivindicó atención a las nuevas generaciones de artistas a quienes dirigió palabras recogidas en la crónica que LAS PROVINCIAS publicó el 23 de julio de 1916. Al dirigirse a los jóvenes reconoció las dificultades que estos corrían para afrontar la carrera creativa, algo que se revela como una constante -hasta hoy- cuando se quiere emprender una carrera artística: «todos conocéis las mil privaciones y los enormes sacrificios que esto supone en un medio tan hostil o indiferente que hay que animar».

No sólo había que animar el ambiente para que fuera receptivo, también como podría suceder ahora, Sorolla observó que «el Arte, como las flores que esta región se dan fácilmente» se encontraban en una situación que le llevó a considerar que estaban «faltos de cuidado, de cariño». Qué duda cabe de que en aquellas palabras se encerraba una reivindicación que incluso en este siglo XXI algunos harían suya.

Página de LAS PROVINCIAS del 23 de julio de 1916 que da cuenta de la apertura de la exposición con el discurso de Sorolla. LP

El discurso del artista había dejado clara la reclamación de atención, que podía traducirse en la del edificio que se quería sufragar con la exposición, cuando pronunció que «para Valencia el Arte debe ser uno de sus más caros anhelos» y planteó que «Valencia tiene y tendrá siempre continuadores de su historia artística, como pocas regiones de esta adorada España: creo es ya llegada la hora de que se ocupe seriamente de encauzar y y fortalecer, y no sólo de palabra, este nuevo renacimiento que se inicia». Palabras que no carecen de cierta actualidad, suenan a la petición de financiación al Estado. La recaudación de fondos partía, como se lee en aquella crónica de este periodico, del importe de las entradas a la exposición: una peseta el primer día de la muestra y cincuenta céntimos los restantes.

Al reconocimiento de las carencias añadió una recomendación para los jóvenes artistas, que no era ni más ni menos que una llamada a la implicación en el trabajo, al esfuerzo: «A mayor cultura, mayores necesidades: a mayores necesidades, más intensidad de trabajo», fueron palabras de Sorolla que, como las anteriores, tal vez también alguien hoy pronunciaría. Aplausos y vítores coronaron sus palabras.

Un recorrido por el claustro, con la escultura del humanista valenciano Luis Vives en su centro completó la velada de apertura en la que disfrutaron de la exposición «entre las columnatas» del patio «alfombrado con musgo» y en el que al «encenderse la luz eléctrica el efecto era verdaderamente fantástico». Allí estaban colgadas las obras de cuantos habían participado en el concurso de los jóvenes artistas. También había piezas de las hijas de Sorolla que, apunta Ester Alba, «no entraron en concurso por ser las hijas del pintor».

Y hubo música. Sonó un piano en la que fue una muestra más del deseo de impulsar las artes con acento valenciano más allá de la pintura. «Era la genial Amparo Iturbi», advierte la crónica, que interpretó composiciones de distintos maestros «y sobre todo, las obras castizas del inmortal Granados». El cronista de la velada de estreno no dejó un cabo suelto. También expresó con generosidad el gran aplauso que cosechó la joven pianista antes de anunciar, como cierre de su relato del acontecimiento, los precios de la entrada a la exposición y que el «buffet» que se sirvió, y que tal vez ahora para llamarlo olvidaríamos aquel galicismo para acercarnos al 'catering', estuvo servido por el Ideal Room.

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