![El Bellas Artes de Valencia se pone caprichoso con Goya](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/03/09/DAGOYA-Rrbolo7XWrEsI7BBnqZTP8M-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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El Museo de Bellas Artes de Valencia profundiza en su exquisitez, tanto que se muestra más caprichoso que nunca. Y qué mejor opción para trasladar su posición a la sociedad valenciana que abriendo al público la exposición 'Goya.Caprichos', una propuesta que acerca a la ... colección completa de ochenta grabados que la pinacoteca valenciana recibió en 2022 como donación de Ángel López García, profesor universitario aragonés de origen afincado en Valencia.
Ochenta estampas -colección completa-, pertenecientes a una tercera edición realizada en 1868 y con encuadernación original, ofrecen una crónica social, la denuncia de las vergüenzas del tránsito entre los siglos XVIII y XIX en España. La propuesta del museo es un encuentro con la genialidad de un artista que «se adelantó a su país». En aquella España en la que quedaba mucho por hacer, Goya puso el dedo en la llaga con una acción pictórica que apuntaba hacia una modernidad nunca vista hasta el momento.
El Bellas Artes abre así el «ojo crítico» del artista de Fuendetodos. La retina del pintor captó una sociedad que recogió en los grabados resultantes del recorrido creativo por las tierras de España. Goya descubrió el -como mínimo-, irrespetuoso tratamiento de la mujer, las carencias en la educación o la brujería. Se detuvo también en la crítica al matrimonio concertado, a la prostitución, la ignorancia, la vanidad, la ociosidad de la nobleza y también a las criaturas grotescas.
La contemplación de la exposición conduce de manera casi irremediable a la reflexión con ojos del siglo XXI. Interroga al espectador en torno al comportamiento de la cretaividad de hoy cuando las redes sociales lo inundan todo y lo políticamente correcto se erige en una especie de autocensura para la cretaividad. Contemplar a Goya ahora, casi resulta revolucionario en un escenario en el que, como apuntan algunos expertos, lo más parecido del siglo XXI a aquellas estampas que miraban sin filtro son las viñetas de la prensa, aunque claro está para poder establecer la comparación habría que encontrar una cretaividad de la talla del aragonés.
La exposición ofrece, sin duda, una oportunidad para contemplar el arte a quienes sólo quieran, que ya es querer, mirar el arte. Pero es también una ocasión para detenerse y analizar cómo la creatividad cambia, o evoluciona al ritmo de los tiempos aunque en este caso hay piezas rebosntes de actualidad. Algunas de aquellas vergüenzas que cazó Goya todavía tienen traducción en la sociedad de hoy que sigue luchando por acabar con un trato a la mujer que no siempre es el que debería o una educación que -dependiendo de gustos- tampoco disfruta del nivel deseable.
González Tornel ha subrayado durante la presentación que «los temas analizados por Goya parten de una visión crítica de los usos y costumbres de la sociedad española para, después, evolucionar hacia la plasmación de las partes más oscuras, irracionales y violentas de un ser humano privado de intelecto y casi salvaje». Hay una visión reflexiva y crítica de Goya «ante las pautas heredadas y de la lucha por el progreso y los avances sociales», ha considerado el director de la pinacoteca, además de apuntar que Goya fue «un adelantado a su país. Aquí a principios del XIX todavía había mucho por hacer».
La exposición se ha dispuesto siguiendo el orden de retratos conforme los concibió el propio artista. Nada ha querido alterarse. Llamará la atención al espectador que no hay cartelas que acompañen a las piezas. No son necesarias porque ya Goya puso título a cada grabado. Como contrapunto a la monocronía -blanco y negro- de los grabados, se muestran algunas piezas polícromas. Cabe prestar especial atención, como ha apuntado González Tornel, a lienzos del maestro aragonés y de seguidores suyos, como el valenciano Asensio Julià y Leonardo Alenza. Y no se puede apartar la mirada del formidable bronce del que Mariano Benlliure extrajo el rostro de Francisco de Goya.
La muestra reclama otra mirada, la que conduce a la reflexión sobre la importancia de las donaciones para que el arte pueda estar al alcance del gran público. González Tornel ha reiterado el agradecimiento por la donación resaltando que «el Museo de Bellas Artes de Valencia crece cada día gracias a la filantropía de los particulares que lo eligen como destinatario de sus obras de arte«. 'Los caprichos' demuestra la importancia de acciones de este calado, así como para su divulgación entre el público, en este caso el valenciano.
La filantrópica decisión que dio pie a la donación que ahora se puede contemplar, no sólo regala un gran paseo por el arte. Encierra también un apasionante relato que habla de historia y de sensibilidad artística ya no desde el lado del creador, sino desde la vertiente de los amantes del arte, los mecenas.
Ángel López García-Molins ha evocado las vicisitudes que vivió su abuelo, el iniciador de la colección, y el cariño especial que siempre tuvo por estas piezas. Cuando el químico y doctor en Filosofía Antonio García-Molins, de ideas republicanas, huyó de España por el golpe de estado, eligió refugiarse en una Alemania que pronto acabaría viviendo su propio infierno. La llegada al poder de Hitler lo obligó a volver a un país franquista, pero no lo hizo solo: regresó con una colección completa de 'Los Caprichos' de Goya adquirida en un anticuario de Baviera.
Francisco de Goya (1746-1828) realizó a lo largo de su vida numerosos grabados y estampas. Dominó todas las técnicas, desde el aguafuerte, al aguatinta, la punta seca o la litografía. 'Caprichos' se publicó por primera vez en 1799 y recoge la reacción de Francisco de Goya a la grave crisis derivada de su enfermedad entre 1792 y 1794 que le dejó sordo. Las ideas que animan la serie de ochenta aguafuertes surgieron del viaje que realizó el pintor por Andalucía acompañando a los duques de Alba a su palacio de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) entre 1796 y 1797.
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