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Los ensayos de cine se suelen dirigir a los cinéfilos, mitómanos y conocedores de la materia. '¡Hasta siempre, Mister Berlanga!' (Ramdom Cómics) gustará a todos los perfiles mencionados y también acercará a Luis García-Berlanga (Valencia, 1921-Pozuelo, 2020) a los jóvenes o a los no iniciados en el universo berlanguiano. El volumen, firmado por Luis Alegre e ilustrado por El Marquès, es un anecdotario riguroso y divertido por los episodios personales del director valenciano. y por los hitos profesionales de un gigante de la cultura española. El libro destila admiración por el cineasta y respeto por una figura poliédrica e inclasificable que hizo cine en una España donde ejercer la creatividad era difícil y retrató las miserias de un país como buen testigo de su tiempo.
Berlanga, que estudió en los Jesuitas de Valencia, fue compañero de colegio de María Pilar Mariscal (sí, la madre del diseñador Javier Mariscal), utilizó a una de las hijas del torero Juan Belmonte como mensajera con su primera amor infantil, Françoise; leyó mucha poesía (le marcó 'Españolito, de Antonio Machado); se desvirgó a los 14 años con una prostituta «bajjita, fea y coja» en Barcelona, adonde fue a ver un partido de su equipo, el Valencia CF; y se alistó con 20 años en la División Azul «para enternecer a los franquistas, que han decidido matar a su padre», escribe Alegre.
Ingresa en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC) de Madrid, donde conoce a Juan Antonio Bardem. Este es comunista y el director de 'La vaquilla' es anticomunista, ácrata y burgués. De esta relación surgirán 'Esa pareja feliz', '¡Bienvenido, Mister Marshall!' -un clásico instantáneo premiado en el Festival de Cannes- y 'Novio a la vista'.
Con Rafael Azcona formó una pareja de leyenda que duró tres décadas ('Plácido', 'El Verdugo'. ¡Vivan los novios!', 'Patrimonio Nacional', etc). Para construir sus tramas se reúnen en lugares públicos (bares, terrazas, grandes almacenes) para observar y escuchar a la gente de la calle. Berlanga frecuentó el Café Gijón, donde se reunió con Fernán Gómez, Manuel Alexandre, Antonio Mingote o Francisco Umbral.
En 1977 es nombrado presidente de la Filmoteca Nacional. Pilar Miró, directora general de Cine del primer gobierno de Felipe González, pretendió que Berlanga se adaptara «a un horario de funcionario y trabaje de ocho a tres. Él interpreta esa orden como una invitación a marcharse». Javier Solana, entonces ministro de Cultura, firmó el cese de Berlanga, quien más tarde impulsó la Academia de Cine Español en Madrid, entidad que concede los Premios Goya, y la Ciudad de la Luz en Alicante, los estudios que acabaron con un final desdichado.
El valenciano promovió la Academia del Tacón de Aguja en Elda, un tributo a su fetiche favorito, y fue director de la colección de literatura erótica 'La sonrisa vertical' (Tusquets). «El erotismo es la pornografía vestida de Dior», dijo Berlanga, para quien las mujeres fueron su gran obsesión. «Los culos femeninos son algo muy serio. No se les da justa importancia en el mundo», recogen en '¡Hasta siempre, Mister Berlanga!'.
En el volumen recuerdan el discurso de ingreso de Josefina Molina en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando titulado 'Berlanga y las mujeres'. La cineasta cordobesa señala que el cine berlanguiano es misógino y feminista a la vez. Berlanga contribuyó a la toma de conciencia de la mujer en España, a juicio de la directora de 'Función de noche'.
El 27 de mayo de 2008, Berlanga entregó su legado personal al Instituto Cervantes. Lo depositó en una caja fuerte que se abrirá el próximo 12 de junio, día de su centenario. La última vez que Berlanga apareció en público es simbólica: el 19 de mayo asiste en silla de ruedas a la inauguración de un cine, la sala Berlanga, en el barrio madrileño de Argüelles. Seis meses después, falleció. El 13 de noviembre de 2010, el país lloró la muerte de un gigante de la cultura española. El autor de un tesoro nacional. Un genio universal del séptimo arte.
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