Nació como un proyecto prometedor. Ejemplo de mecenazgo y de una apuesta privada por dotar a Valencia de un espacio cultural que pretendía revolucionar la agenda artística de la capital. Era arriesgado porque no estaba en el centro de la urbe, había que desplazarse al ... barrio de Marxalenes, a una antigua y desvencijada fábrica de bombas hidráulicas reconvertida tras meses y meses de obras de rehabilitación en salas de exposiciones bajo una excepcional arquitectura que fue diseñada en 1930 por Cayetano Borso de Carminati. Bombas Gens abrió sus puertas un 8 de julio de 2017 envuelto en expectación y esperanza. Cuatro años antes, los empresarios José Luis Soler y Susana Lloret habían anunciado la creación de su Fundación, Per Amor a l'Art, y la puesta en marcha de un centro de arte donde exhibir su extensa colección de arte contemporáneo. Iba a ser dirigido por Nuria Enguita –quien había trabajado en el IVAM–, y con el valenciano Vicent Todolí, exdirector de la Tate Modern de Londres como asesor de la colección.
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Esas eran las credenciales de un proyecto que, un lustro después, se ha malogrado. Hasta el punto de que ha pedido auxilio. Un SOS en forma de rescate público que ha llegado de la mano de la Conselleria de Cultura. Porque la Generalitat y la Fundación Per Amor a l'Art negocian ya la fórmula para evitar que el espacio cultural desaparezca. Una operación que evitaría que Bombas Gens echara el cierre y se pudieran mantener las instalaciones abiertas y difundir la colección de arte. Las conversaciones, según estas mismas fuentes, se llevan desarrollando algún tiempo. Incluso con entidades privadas. Pero el guante ha sido recogido por Raquel Tamarit, actual consellera de Cultura. Además, cabe destacar que no es este el primer movimiento de la Generalitat para salvaguardar una colección artística. El pasado verano anunció la compra de la colección Lladró para que no se desperdigara. Los fondos artísticos de los hermanos Lladró se mostrarán en el Museo de Bellas Artes.
En ese caso, se detallaron las condiciones. En la operación para salvar Bombas Gens se ha de detallar quién gestionará las antiguas naves de Marxalenes, la colección –formada por más de dos mil piezas– y el día a día del enclave artístico.
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¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Las fuentes consultadas señalan que el proyecto no es sostenible económicamente. De ahí que se busque a una institución que se haga cargo de la gestión. Esa inviabilidad es una de las causas. Quizás la más importante. Pero también la falta de un público masivo que haya situado al espacio como un foco artístico de ineludible visita. En estos cinco años de vida, Bombas Gens, según facilitaron sus responsables el pasado mes de julio cuando el espacio sopló las velas de su quinto aniversario, ha sido pisado por unas 250.000 personas. Una cifra nada desdeñable pero insuficiente para una institución que nació con la vocación de revolucionar el panorama artístico. Además, abrió sus puertas en un momento que no es comparable con el actual. En 2017, Valencia no tenía en previsión tener su propio CaixaForum. Hoy ya es una realidad en el Ágora. Tampoco estaba en la agenda la construcción del Centro de Arte Hortensia Herrero, un espacio en obras y que acogerá la colección de la mecenas y vicepresidenta de Mercadona Hortensia Herrero.
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Pero además, Bombas Gens tampoco ha encontrado aliados artísticos en la ciudad como otros espacios de referencia como el IVAM –el museo que ahora le ha tendido la mano– o el Centro del Carmen. El director del Consorcio de Museos, José Luis Pérez Pont, dijo en una entrevista con LAS PROVINCIAS que la Fundación Per Amor a l'Art que existía una voluntad de colaboración para que el Consorcio mostrara los fondos de la entidad por la Comunitat. Aquello nunca se llevó a cabo. Tampoco ha habido una repercusión más allá de nuestras fronteras. ¿Se cumplió esa ambición internacional con la que nació el proyecto de Bombas Gens? No.
Así que, con este escenario, los responsables de Bombas Gens han pedido un rescate público –de una institución privada– en el que Cultura está dispuesta a intervenir pero no a cualquier precio. Según el departamento que tutela Raquel Tamarit, en todo momento se barajaran las posibilidades bajo la premisa de que «pueda enriquecer al conjunto de nuestra sociedad y no que sea una mera operación para salvar un proyecto privado con los recursos públicos de los valencianos ». «Cultura ha atendido a la propuesta para buscar vías que permitan una colaboración que den un nuevo sentido al centro cultural. En estos momentos no están fijados los detalles y términos de la posible gestión del espacio por parte del IVAM», añadieron. E insistieron: «queda aún camino por recorrer ante esta posibilidad». «Desde el punto de vista de la administración pública, tanto los términos del posible acuerdo de protección y difusión de los fondos, como del funcionamiento del centro están por definir y es precipitado avanzar cualquier detalle». Carpetazo claro a aportar datos, la fórmula elegida, los tiempos y los responsables de todo el proceso. Pero hay más. Si el rescate se lleva a cabo, ¿se mantendrá al equipo que actualmente tutela el espacio? Otro interrogante.
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Noelia Camacho
Laura Garcés
Desde que abrió sus puertas en 2017, Bombas Gens ha cambiado mucho. No fue ajeno a la influencia de la pandemia y tras recuperar la actividad después del confinamiento adoptó un horario más reducido, que ha mantenido hasta la fecha. Lo que empezó siendo un enclave para mostrar la magnífica colección de la fundación, también se abrió a presentar otras propuestas como fue la muestra 'Berlanguiano. Luis García Berlanga (1921-2021)', organizada por la Academia de Cine con motivo de los Premios Goya de Valencia. Esta decisión no fue muy bien acogida, según supo este diario, por un Todolí que en julio dejó de ser asesor artístico de los fondos –y se anunció también que la colección ya no iba a ampliarse–. También, hubo una variación en la dirección. De Nuria Enguita, que abandonó el centro para tomar las riendas del IVAM en septiembre de 2021, se pasó a Sandra Guimaraes, quien no ha logrado darle un empujón al espacio, ahora ahogado y malogrado, y ante un futuro incierto
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