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Apenas pasadas las cinco y media de la tarde del día de San José, un toro de La Quinta, llevaba al borde de la muerte a Borja Jiménez ... . El pitón negro y bruñido del toro santacolomeño le prendía por la faja y le zarandeaba violentamente durante unos largos segundos que antojaron una eternidad antes de estampar contra las tablas el cuerpo menudo y fibroso del lidiador sevillano. Camino de la enfermería en brazos de las asistencias la consternación era total. Una sensación de fatalidad recorría la plaza. ¡Le ha matado!...
Apenas veinticuatro horas después, un milagro, el diestro sevillano atendía sonriente a LAS PROVINCIAS en una habitación de la quinta planta del hospital Casa de la Salud donde los doctores le mantienen en observación, inquieto e impaciente por volver a casa. «El torero ha pasado la noche dolorido, especialmente en la espalda y el hombro izquierdo, debido a la tremenda paliza sufrida», decía el parte oficial. La noticia positiva es que el TAC y todas las pruebas a las que había sido sometido, aunque confirmaban el importante politraumatismo sufrido, descartaban que sufriese lesiones hepáticas ni esplénicas como se temía. «No me puedo mover cuando me levanto es como si me hubiesen rajado los músculos», relataba el diestro que se ha puesto como fecha para volver a torear el próximo domingo en Olivenza, alternando con Morante, en la corrida que se suspendió recientemente por las lluvias.
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El diestro que recibió la visita en la misma enfermería de la plaza del Rey Felipe así como de la vicepresidenta de la Generalitat, Susana Camarero, y del presidente Vicent Mompó, se mostraba muy reconocido con todas las muestras de cariño y ánimo que está recibiendo desde los primeros momentos. «El Rey estuvo muy atento conmigo. Me preguntó cómo me encontraba y me dio ánimos para seguir adelante». Y se sorprendía ante sus acompañantes de la entereza del joven diestro.
El percance surgió cuando Borja entró a matar. La impresión desde fuera es que se perfiló desde muy lejos y atacó sin tomarse ninguna ventaja, lo que permitió que el toro le esperase y solo tuviese que alargar el pitón para ensartarle por la faja, con la fatalidad añadida de que esta resistió los embates sin romperse y prolongó el tiempo que lo mantuvo sujeto. Habitualmente los mozos de espadas fijan esta prenda con un solo nudo y al forzarla en situaciones como esta se rompe y deja libre la presa. En esta ocasión no fue así, la habían sujetado con varias ataduras a petición del propio torero, lo que hizo junto a la calidad del tejido que resistiese y alargase peligrosamente el zarandeo.
La visita de LAS PROVINCIAS a la habitación del torero herido, que no caído, coincidió con la llegada del criador del toro que le hirió, Álvaro Martínez Conradi, y de su esposa Carmita, que le desearon una pronta recuperación, quedaron en organizar un tentadero en la finca de Palma del Río donde pastan sus toros a la vez que les comentaban las muchas atenciones que estaban recibiendo. Y como buenos sevillanos celebraron conjuntamente la protección que ejerce sobre los toreros desde una hornacina en la enfermería de la plaza de Valencia, la imagen de la Virgen de la Macarena que regaló el gran Joselito el Gallo en reconocimiento a las atenciones recibidas en una situación semejante a la vivida/sufrida ahora por Borja.
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