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Mirar un cuadro no sólo es contemplar una pintura. Fijar los ojos en una obra de arte es mucho más. Encierra una experiencia única desde el lugar donde se mira y en el momento en el que se contempla. Espacio y tiempo, presente cuando se observa, también memoria de la que afloran emociones. Es la percepción que destila la conversación de LAS PROVINCIAS con José Caballer, pescador de El Palmar, quien al detenerse ante la obra del universal valenciano escoge 'Las tres velas' como su pintura favorita.
¿Qué ha visto el pescador en ese lienzo? «Un retrato de la cultura valenciana, de sus costumbres ligadas al mar y de una vida de trabajo», afirma. De esa fotografía al óleo destaca la imagen de las embarcaciones «de vela latina, que aunque están en el mar me recuerdan a la Albufera», el lago que ha sido la vida de este pescador que hoy, tras muchos años surcando la entrañable extensión de agua dulce, preside la Sociedad de Pescadores de El Palmar.
José Caballer ha dedicado su vida a la pesca, oficio en el que se inició en la infancia siguiendo los pasos de su padre. A sus 73 años preside la Sociedad de Pescadores de El Palmar, donde nació.
«Cuando era pequeño iba con mi padre a la gamba». La vela latina era la embarcación para aquellas travesías pesqueras de un padre y de un hijo que quiso seguir los pasos de su progenitor. «En verano, cuando acababa el colegio me gustaba ir con mi padre a pescar».
El recorrido de José Caballer por 'Las tres velas' no sólo traslada al mar y a las barcas que representan el universo al que tanto cantó Sorolla. La conversación del presidente de los pescadores de El Palmar descubre el paisaje humano del cuadro, tres mujeres y un niño que pasean por la arena con un cesto de pescado al paso de los golpes del mismo viento– casi tangible para cualquier espectador– que empuja las velas latinas. Como las barcas, son tres las mujeres –de distintas generaciones– enmarcadas. ¿Velas también tal vez? ¿Motor quizás de familias y de una sociedad?
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Aquellas mujeres del tiempo de Sorolla llevan a José Caballer a recordar a las de hoy, a «las pescadoras de El Palmar» que dieron nombre a un movimiento para reivindicar su derecho a pescar.
José Caballer, que a lo largo de su conversación cita contínuamente la Albufera, las aguas de su vida, ahora acerca a su paseo pictórico a las madres y las hijas que siempre han estado presentes en la pesca y que redescubre al mirar 'Las tres velas'.
Dice el guía que hoy acompaña a LAS PROVINCIAS que en el territorio de los pescadores de la Albufera al hablar de la conciliación entre hombres y mujeres hay que tener en cuenta que ellas siempre han estado presentes en el oficio. En otros tiempos no salían a pescar, pero su aportación resultaba imprescindible: «Vendían el pescado, cosían las redes» y trabajaban para que los aparejos estuvieran en condiciones para la faena.
Ya ven, mucho más que una marina, que el retrato de la orilla del mar de la Malvarrosa. La experiencia y la mirada de un pescador sitúan ante un ejemplo de la brillante genialidad del artista, frente a un cuadro de 1903 por el que un coleccionista pagó 4,5 millones de dólares en 2008. En manos privadas descansa el lienzo de un artista que gusta mucho a Caballer, un cuadro que se libró de las incautaciones nazis y tras permanecer muchos años en un sótano, llegado 2002, se salvó de las inundaciones causadas por el Elba en la alemana Dresde. Una joya.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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