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Fachada del IVAM. JL. BORT

Todo mal en el IVAM

Una programación que no prestigia, un equipo directivo sin ambición y la acumulación de proyectos fallidos lastran un museo que no está a la altura de su pasado

Carmen Velasco

Valencia

Sábado, 25 de enero 2025, 00:16

Un museo en el siglo XXI es un centro donde pasan cosas. No sólo es una institución que programa exposiciones y organiza talleres; eso era ... antes. En 2025 un centro de arte está llamado a ofrecer todo tipo de actividades culturales cada día y a cada momento. Una pinacoteca acorde al signo de los tiempos está abierta y a disposición de la comunidad a la que pertenece, más allá de su línea artística. Si no hay conexión con la ciudadanía, el museo no cumple su función social. ¿Concurre el IVAM en estas circunstancias? Tres de sus salas están cerradas al público, el número de visitantes ha caído, los ingresos por patrocinios han mermado.... El IVAM está viviendo uno de los peores momentos de su historia. No es el referente cultural que fue hace 30 años, ni tan siquiera abandera la oferta artística de Valencia.

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El nacimiento del IVAM fue un acierto colectivo. Surgió como el primer museo de arte moderno impulsado por una comunidad autónoma y pronto recibió el aplauso del sector cultural (artistas, galerías, medios de comunicación especializados, etcétera) gracias a unos fondos propios inconmensurables (abstracción de los años 30, informalismo español, vanguardias históricas, etcétera). La respuesta del público a las exposiciones fue masiva. Se convirtió en el faro de la modernidad al que acercarse y suplió una carencia cultural de la capital del Turia, que carecía de un museo de estas características. El IVAM prestigiaba a Valencia.

35 años después de su nacimiento, el IVAM es un fracaso colectivo, un crisol de proyectos fallidos. El último, la renuncia a la subsede en Parc Central. El Consell del Botánico y el Gobierno del Rialto no materializaron en tiempo y forma la ampliación del centro de arte. Cinco años después, la subsede queda finiquitada. Como antes quedaron en nada la 'piel' del IVAM, a cargo de los arquitectos japoneses Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, y el Pati Obert. Ambas iniciativas se plantearon sobre la zona trasera del inmueble, que se liberó mediante una costosa expropiación de viviendas.

En la actualidad resulta pertinente reflexionar sobre la necesidad de una segunda sede en Valencia para un centro de arte en horas bajas, aunque cuente con una de las colecciones de arte moderno y contemporáneo más potentes de España. La consideración es igualmente oportuna si se observa el estado de los edificios y la calidad de propuestas de la red museística pública -del Ministerio, de la Generalitat y del Ayuntamiento- de la capital del Turia. Urge un análisis meditado y largoplacista sobre qué quieren ser y ofrecer los museos valencianos; algo que nunca, bajo ningún signo político, se ha formulado. No hay estrategia cultural coordinada a nivel administrativo.

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¿Es la ampliación del IVAM una urgencia?Lo apremiante es el evitar que el centro de la calle Guillén de Castro continúe desangrándose. Su prestigio se diluye a golpe de programación. Una línea expositiva sin ambición, como la avanzada ayer en rueda de prensa, difícilmente contribuirá a resituar el IVAM en el circuito nacional.

¿De quién depende el contenido artístico? Del equipo directivo, que idea las exposiciones con los fondos propios como materia prima pero también extendiendo, en teoría, relaciones con otras pinacotecas. Que los responsables de la gestión museística del IVAM no reconozcan ningún desacierto o error en los últimos meses del centro no allana el camino a buscar posibles soluciones.

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Un nuevo director artístico, del que carece el IVAM desde hace casi un año, puede enmendar la trayectoria, pero no se puede descargar todo el peso del futuro en él. La institución no es un museo cualquiera: es una criatura política. En este sentido, resulta incomprensible cómo los dos últimos consellers de Cultura no han participado en el engrandecimiento del IVAM. Durante el mandato de Vicente Barrera, que redujo el presupuesto a la institución, se marchó Nuria Enguita, y en el periodo de José Antonio Rovira se ha agravado la deriva de la pinacoteca. Estos dos ejemplos evidencian uno de los principales males del IVAM: la falta de consenso de los grupos políticos respecto al museo. Sin una visión compartida entre los partidos que optan a gobernar es complicado pactar una identidad indestructible para el IVAM.

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