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Julio López Cano, junto a su sobrina Isabel, en la puerta de la tienda de la calle Herán Cortés. Damián Torres

Cierra la tienda López Criado

El establecimiento que abrió en la calle Pascual y Genís se despide de Valencia tras setenta años y tres localizaciones al servicio del buen vestir masculino

Laura Garcés

Valencia

Jueves, 23 de febrero 2023, 13:53

Una más. El goteo no cesa. Cierra López Criado. Ese establecimiento sinónimo de elegancia y distinción para vestir a los hombres -caballeros como tradicionalmente se les ha llamado a ellos en el gremio- se despide tras setenta años vistiendo de estilo británico a los valencianos ... fascinados por la pata de gallo, el príncipe de gales, el cheviot o la espiga. La noticia la confirma Julio López Cano, propietario de la tienda que junto a su sobrina Isabel ha regentado el negocio que heredó de su padre. Setenta años separan de aquel 1952 en el que López Criado abrió sus puertas a los valencianos en el número 5 de la céntrica calle Pascual y Genís convirtiéndose en una de las pioneras en sacar «las sastrerías de los pisos», relata López Cano.

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El mural que decoraba la tienda en Pascual y Genís. Juanjo Monzó

Todo cuanto ellos necesitan para el buen vestir, lo más en moda masculina. Esa es la esencia del contenido, como el diseño y el arte lo ha sido del continente de una casa que ha transitado todas las capas comerciales que los tiempos han tendido sobre las calles de la capital del Turia. Trajes y camisas a medida, desde el mostrador de tienda de ese modelo que hemos dado en llamar pequeño comercio y también en centro comercial. López Criado ha avanzado al ritmo que lo han hecho los valencianos hasta ahora, cuando su último gerente ya cuenta con 73 años y ha decidido cerrar después de que todas las mejores marcas y las prendas más exquisitas hayan pasado por sus mostradores.

Todo empezó cuando el abuelo «se asoció con mi tío, su hermano, Vicente Lopez Criado, que era sastre» y los dos se lanzaron a abrir un establecimiento que seguía cosiendo a medida, pero ya daba entrada a las prendas confeccionadas. La novela comercial que los dos comerciantes se disponían a escribir era potente y aunque entonces desconocían que sería larga, lo que sí tenían claro es que requería de un buen escenario para la narración. Y qué mejor opción que acudir al mueblista valenciano que entonces abrigaba de madera las mejores casas y establecimientos: Mariano García. La prestigiosa firma, como ahora recuerda López Cano, también diseñó el rótulo que siempre ha acompañado a la casa. «Es la misma tipografía que el de Trufas Martínez y el propio de Mariano García», quien hoy ejerce de cicerone para LAS PROVINCIAS.

Detale del mostrador original que se ha conservado hasta hoy. Damián Torres

Con López Criado se aliaron el diseño y la moda, pero no sólo. También el arte se sumó a la propuesta con la colocación sobre la pared lateral derecha del establecimiento un mural de más de once metros de ancho y tres de altura que el propio Mariano García solicitó al pintor Juan Bautista Segarra Llamas. Y así una potente y elegante escena de caza acompañó la trayectoria de la casa hasta que en 2014 llegó la mudanza al 24 de Hernán Cortés, donde ahora se dispone a cerrar sus puertas. La enorme pintura no podía formar parte del cambio de domicilio y «decidimos donarla al Ayuntamiento de Xàbia, de donde era el artista». aquella obra de quien también había pintado algunos murales en el madrileño Hotel Palace salió de Pascual y Genís restaurada bajo asesoramiento de expertos «como Felipe Garín y el equipo del instituto de restauración, lo que hoy es el IVACOR».

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«Entonces el producto no se mostraba, se sacaba para enseñarlo a los clientes», apunta el último propietario de la casa que se presentó al público ofreciendo una imagen que seguro impactó a los valencianos de una época en las que los dependientes sacaban ante el cliente aquellas cajas de cartón en las que venían plegadas las camisas de manera impecable. La tienda, lo cuenta Lopez Cano, tenía los «armarios de madera donde se guardaban las prendas cerrados» desde los que se sacaba lo que los clientes pedían, Los dependientes atendían -plegaban y desplegaban- desde mesas mostrador de la afamada firma de muebles. «El que tenemos ahora es uno de aquellos, que conservamos», advierte López Cano. Lo son también dos sillones y un espectacular espejo de tres grandes hojas abatibles en el que se han reflejado los cientos de clientes que han cruzado el umbral de la tienda en busca de lo más exclusivo, de lo más selecto.

El espejo de la tienda original junto a las lámparas de diseño actual. Damián Torres

Ya en los años ochenta del pasado siglo Julio López Cano tomó las riendas del establecimiento. Llegaba un nuevo aire, el que su padre miraba con cierto recelo, «a él no le gustaba el ordenador. Mi padre llevaba la tienda con unas grandes carpetas de anillas en las que anotaba todo». Pero había que adaptar el negocio a los nuevos tiempos, abrir las puertas de aquellos armarios para disponer las prendas a la vista. Y una vez más el diseño de la mano de firmas «como la de José Juan Belda» cobró protagonismo para concebir las nuevas lámparas y decidir las estanterías que instalar en convivencia con la escalera del establecimiento y el mural que se mantuvo hasta que llegó el último domicilio.

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Y mientras hubo una etapa en la que la firma se decidió a abrir en la Galería Jorge Juan. Apunta el último propietario que la decisión se tomó cuando empezaron las obras del metro«, una obra que desplazó al comercio desde Colón hacia las calles del Ensanche. Aquello fue a mediados de los noventa »y allí estuvimos hasta 2014«. Llegó después la última etapa, la de la calle Herán Cortés desde donde ahora se despide para siempre tras haber avisado a su clientela a través de un mensaje. Un cartel en la puerta lo anunciará firmando así una despedida que llega cuando la forma de vestir y de comprar ya es otra y que se suma al camino de otros comercios. Es el escenario de una ciudad que con ese constante goteo »pierde identidad«, lamenta Julio López Cano.

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