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Paz Vega protagoniza la película en que la Albufera se convierte en la Laguna Blanca. EFE

El auge de la Albufera como plató de cine

'El lodo', que protagonizan Paz Vega y Raúl Arévalo, se rueda hasta el domingo en el humedal, que fue escenario de 'El desentierro', 'El silencio del pantano', 'Perdida' y 'El embarcadero'

Carmen Velasco

Valencia

Miércoles, 18 de noviembre 2020, 12:45

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Campos de arroz, alquerías abandonadas y caminos entre marjales fueron los escenarios perfectos para 'El desentierro' (2018), la ópera prima de Nacho Ruipérez. El realizador valenciano ambiéntó su 'thriller' en la Albufera. Este paisaje valenciano tan característico también acogió el rodaje de 'El silencio del pantano' (2019), bajo la dirección de Marc Vigil. Escenas de 'Vivir dos veces' (2019), que protagonizan Inma Cuesta y Óscar Martínez con María Ripoll como directora, también se rodaron en el parque natural. Quizá sea 'El embarcadero' (2019), la serie de Movistar, la que más popularidad ha dado a la Albufera, donde también se grabó 'Perdida' (2020).

La Albufera como escenario audiovisual está en auge. Mantiene el tirón. Así lo demuestra 'El lodo', una película del valenciano Iñaki Sánchez Arrieta. Raúl Arévalo y Paz Vega culminan el domingo cinco semanas largas de rodaje, interrumpidas hace dos por las fuertes lluvias. Menos mal, explica Sánchez Arrieta a Efe, que las tomas exteriores ya las tenía resueltas. No fue posible aprovechar la situación en el rodaje; «el agua que cayó fue tan extremo -dice- que hubiera sido otra película».

La Albufera es en 'El lodo' un personaje más, no un sitio donde pasan «cosas»; de hecho, el entorno ofrece la experiencia sensorial que buscaba Sánchez Arrieta. El director valenciano, que vive a pocos kilómetros de la zona, está «enamorado» de las posibilidades del paisaje: «se puede sentir la sensación de soledad y aislamiento de los personajes», afirma en declaraciones a Efe. Una mezcla que convierte a este ser vivo que es la Albufera en un personaje decisivo de la trama, tan importante como imprevisible.

También Vega lo ve «fundamental» para la historia: «Tener a estos personajes en este paisaje tan bonito, tan idílico, es como que los aísla más, están muy solos y muy con los pies en el lodo, en el fango, y cada vez les atrapa más, les entierra, y yo tengo que hacer lo que sea por salir», apunta.

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El humedal valenciano tiene un pasado audiovisual, que pasa, por citar un caso, por la serie 'Cañas y barro' (la adaptación del a novela de Blasco Ibáñez), y un presente, que ejemplifica, 'El lodo'.

La historia de 'El lodo', que cuenta con Joaquin Climent, Daniela Casas, Roberto Álamo y Susi Sánchez en el reparto, comienza con una fuerte sequía castiga las extensiones de arrozales; Ricardo (Arévalo), un prestigioso biólogo, decide volver al lugar donde vivía de niño con su mujer (Vega) y su hija (Casas) para intentar salvar su matrimonio y, a la vez, recuperar el paraje natural de la Laguna Blanca (alter ego de la Albufera) gravemente amenazada. Pero las medidas que debe tomar le enfrentarán a los lugareños, que ven atacada su forma de vida y subsistencia, con consecuencias inesperadas.

Iñaki Sánchez Arrieta, director de 'El lodo'. EFE

La pareja confía en que «un cambio de aires» les ayude a salir de «la nebulosa» en que se encuentran, comenta Vega, muy seria y concentrada. Claudia, su personaje, «parece luminoso, pero tiene un conflicto interior complicado», según recoge Efe. «El pasado condiciona mucho lo que está pasando ahora, de hecho -dice, misteriosa, Vega- lo que ha pasado afecta a Claudia, hasta que toma una decisión muy importante». Arévalo abunda «sin spoilers» que «todo lo que le pasa a Claudia tiene una explicación, y tanto lo que les ocurre como pareja como lo que le pasa a ella tiene que ver con un hecho del pasado que hace que este personaje se comporte de esta manera».

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Ricardo sabe que Laguna Blanca (como ocurre en la realidad con la Albufera) «tiene sus propias leyes. Es un sitio apartado y la gente tiene sus normas, dichas o no, escritas o no. Y de repente aparece un biólogo que va a trabajar por el medioambiente en contra de los intereses de ellos, hay que entenderlos a todos», señala Arévalo.

De lo que está más orgulloso el director es de «la paleta de color» que han logrado, «muy pegada a los años setenta y muy ligada al parque natural, al agua, a la tierra», colores, dice, que son la Albufera.

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