La familia de 'Mad Max' busca gasolina

Todo comenzó en la cabeza del diseñador de moda Karol Bartoszynski. De adolescente se quedó clavado cuando vio Mad Max (1979). La estética de aquella saga protagonizada por Mel Gibson le impresionó tanto que influyó en muchas de sus creaciones, cosidas para sobrevivir en un escenario postapocalíptico. En 2004 fue más allá y puso en marcha el Roadwar USA, donde otros locos como él, vestidos de cuero, conducían réplicas de los vehículos por la ruta 101 de California custodiando un camión cisterna. Aquello fue el germen del Wasteland Weekend, cuya primera edición se celebró en 2010 y que este año reunía en sus cuatro días de fiesta a 2.500 fans en el desierto del Mojave. Auténticos guerreros de la carretera en un mundo sin reglas con preocupante escasez de combustible.

En esta ocasión, los fans tenían una excusa más: celebrar el regreso de la saga con la cuarta entrega, Mad Max: Fury Road, estrenada este verano con Tom Hardy como sustituto de Gibson y Charlize Theron en el papel de Imperator Furiosa. Con todo esto, el desierto se llenó de tipos con cresta y media cabeza afeitada, piercings, máscaras de cuero, plumas cascos de metal, trajes cyberpunks, armas de todo tipo... capaces de resolver sus afrentas metiéndose en la Cúpula del Trueno, como en la tercera entrega, la de Tina Turner, mientras el resto pide sangre desde fuera coreando aquello de: "¡Dos hombres entran, uno sale!"

Jake McKinnon, el tipo duro que aparece en la foto grande, es un actor que acude encantado a esta cita con su novia, Brie Ford, una rubia encuerada de armas tomar. Para los interesados, aquí va su consejo: "Lo mejor del vestuario post-apocalíptico es que si tu trabajo no es perfecto, no importa. Los defectos son bonificaciones. Haz que tus errores parezcan consecuencia de la intemperie intencionada o del desgaste natural".

En el Wasteland hay conciertos de música industrial y hard rock, juegos de cazarrecompensas, artistas callejeros... Pero los desfiles y carreras de vehículos son el plato fuerte, caravanas rugientes en busca de gasolina. Muchos participantes tunean sus vehículos concienzudamente. "Estamos alucinando por la habilidad y creatividad cuando se trata de reutilizar objetos desechados y metal oxidado, es increíble", dice Adam Chilson, director de arte del evento. En esta ocasión hubo más de cien coches y motocicletas llegados de todo el continente.

La familia 'wastelander'

"No hay nada como la sensación de montar en un coche en el que has trabajado todo el año y ver a otro centenar de vehículos rodando a tu alrededor en el desierto, sin civilización a la vista", añade Chilson. Porque el sonido es un elemento importante dentro de la estética. "Las carreras no son a gran velocidad, pero el rugido de los motores mezclados con los gritos de guerra de los wastelanders te hacen sentirte como si estuvieras dentro de la película", describe el director de este festival, Jared Butler. Para el fotógrafo Pavel Aubuchon-Mendoza, lo mejor es "la familia": "No importa si necesitas más papel higiénico o un amigo para llevar tu auto cuando regresas borracho al campamento, alguien estará allí para ayudarte. Pueden parecer aterradores, pero los wastelanders son la gente más amable y maravillosa que puedas conocer", tranquiliza.

La meta real es sentirse integrante de ese futuro de pesadilla donde todo vale para sobrevivir. Solo una condición indispensable: ir vestido a lo Mad Max. Ni siquiera hace falta hablar demasiado; en la segunda parte de la saga, Gibson únicamente pronuncia dieciséis frases. Y una de ellas la repite dos veces: "Solo vine a por gasolina".