La fachada de los cines Albatros (a la izquierda) y el gimnasio (a la derecha) en la plaza Fray Luis Colomer de Valencia.l LP/DAMIÁN TORRES

De cine antiguo de Valencia a gimnasio 'low cost'

Las salas Albatros, que se inauguraron en noviembre de 1986, encaran una nueva vida alejada del proyector | Un centro deportivo privado ocupa el lugar de los míticos cines

Carmen Velasco

Valencia

Martes, 16 de mayo 2023, 01:36

Donde estaba el patio de butacas ahora se practica body combat, body pump, XCore y pilates. Se inauguró el 18 de noviembre de 1986 con 'El declive del imperio americano', de Denys Arcand; 'El rayo verde', de Eric Rohmer; y 'Extarños en un tren', de ... Alfred Hitchcock. La cinta de correr, bibicletas verticales y elípticas, el banco olímpico, la máquina de polea y la estepper o escaladora han sustituido a los proyectores y las pantallas de las tres salas de exhibición. El cine Albatros, que cerró en mayo de 2010, es historia. No queda nada de su uso cultural, pese a que en 2017 reabrió diez meses como Albatexas -con Ventura Pons como empresario- y luego como Cinema Las Vegas -también tuvó una breve andadura-.

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Aquellas multisalas pusieron en marcha una tarjeta de fidelización que permirtía la octava entrada gratuita (como sucede hoy con los cines Babel). Ahora es una App la que permite a los usuarios del gimnasio asistir a las clases o estar informados de la actividad del centro deportivo, que abrió sus puertas a primeros de año. El cambio de uso de los antiguos Albatros, que se nutrió de público universitario y espectadores entendidos, es el signo de los tiempos.

Exterior del gimansio donde antes había unas multisalas. DAMIÁN TORRES

«Los Albatros, para muchos valencianos, fueron algo más que unos cines donde estaba garantizada la calidad de las películas», recoge Miguel Tejedor en 'El libro de los cines de Valencia (1896-2014)'. «Los Albatros, por muchos y célebras motivos, fueron dignos de disfrutar alguna jornada particular cinematográfica, quizás la más simpatica y recordada sea la guionizada a cargo de 'La noche de la excelente paella', que tuvo oportunidad de guisar Azcona en el jardincillo delantero, en la entrada principal de los cines. Todo ello con motivo de celebrar el buen éxito de taquilla que estaba obteniendo la película 'Suspiros de España (y Portugal), de José Luis García Sánchez (1994), y guion del improvisado cocinero Rafael Azcona», recuerda Tejedor.

Las plataformas de 'streaming' y antes el pirateo y el videoclub fueron acabando con las salas de exhibición en Valencia y en otras tantas ciudades. Los villanos a los que han tenido que enfrentarse los exhibidores tienen múltiples formas y nombres. El último maligno con el que se toparon los cines fue el coronavirus. El covid vino precedido de dos crisis económicas (la de la reconversión industrial de la década de los 80 y la recesión mundial de 2008) que dejaron el negocio de la exhibición muy tocado.

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El cine, mayoritariamente, se consume en casa, un hábito que la pandemia apuntaló de forma irreversible. Por eso, ver un gimansio 'low cost' donde antes hubo proyector lamentablemente no es una situación que a estas alturas cause extrañeza o alarma. En Valencia las salas de exhibición han sido sustituidas por perfumerías (cine Eslava), restaurantes italianos (cine Capitol), franquicias americanas (cine Rex) o supermercados (cine Oeste), entre otros negocios. La reconversión de los antiguos cines en otros establecimientos es una constante en Valencia. Lo raro es que se mantenga un uso cultural, como ha sucedido sucedió en el antiguo cine Xerea, donde Olympia Metropolitana ha abierto una escuela de artes escénicas.

Otro milagro cultural valenciano es el cine D'Or, que supera los 70 años de exhibición cinematográfica. El D'Or hace diferente y mejor a la ciudad del Turia dado que no existe un cine de doble programa en ninguna ciudad española. El D'Or es una rara avis que ha sorteado toda clase de condiciones hostiles: riadas, recesiones económicas, boom inmobiliario, pandemias, etcétera. El D'Or es un milagro. Cada día que el D'Or sube la persiana en la calle Almirante Cadarso no sólo se mantiene vivo el ritual del cine, en riesgo de extinción ante los hábitos de consumo cambiantes sino que permite que Valencia conserve la conexión con su pasado cultural.

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Ciudad sin cines

Valencia fue un paraíso para los cinéfilos con más de una veintena de salas en funcionamiento. Capitol, Rex, Coliseum, Goya, Artis, Suizo, Price, Aliatar, Tyris, Oeste, Avenida, Princesa, Astoria, Gran Vía, Eslava, Alameda, Triunfo o Savoy fueron templos para el celuloide y negocios rentables. En 1968 encabezaba la taquilla el Serrano, de Emilio Pechuán Porres, con una recaudación de 18 millones de pesetas (alrededor de 110.000 euros). Eran otros tiempos, otros usos y otras costumbres. Valencia dejó de ser una ciudad plagada de cines. Ahora resisten las multisalas y lo hacen cómo pueden dado el cambio de hábitos de consumo cultural. La pandemia, además, ha sido la puntilla para cercenar aún más el ritual de adentrarse en la sala oscura.

El 'the end' de un cine siempre es noticia incluso cuando baja la persiana una 'rara avis' como las salas X de la calle Cuenca. Este establecimiento no fue un cine al uso, aunque nació como tal y luego viró al contenido erótico. El local donde se proyectaron películas porno durante casi 40 años se alquila por 5.500 euros al mes. Este espacio, un superviviente del negocio de la exhibición, cerró en 2022.

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