A más de doce metros del suelo se encuentra este quirófano. Hasta una veintena de expertos van a pasar por él para realizar una operación de altura: descubrir el diagnóstico de una enfermedad, en este caso artística, que afecta a una de las joyas patrimoniales más significativas de la ciudad, los ángeles músicos de la cubierta de la Catedral de Valencia.
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No es un proceso fácil. Hay que intervenir sobre una obra con más de 700 años de antigüedad y que fue realizada por los artistas italianos Francesco Pagano y Paolo de San Leocadio. Porque, aunque entre 2004 y 2006 el equipo capitaneado por el arquitecto Salvador Vila no sólo los devolvió a la luz pública tras estar tres siglos escondidos sino que ya se trataron las humedades que los atacaban, ahora esas manchas han vuelto a salir a la superficie de loa ángeles. ¿Por qué? Esa es la pregunta clave. La respuesta, se tendrá pasados, al menos, seis meses.
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LAS PROVINCIAS ha podido acceder a la forma en la que, en estos momentos, una veintena de técnicos tanto del equipo del propio Vila como de la Universitat Politècnica de València como de la Universidad del País Vasco, llevan tomando muestras y realizando catas de la cúpula de la Seo y de estas majestuosas pinturas que conforman un tesoro artístico para la capital.
Hace apenas un mes, se montó un espectacular andamio en el presbiterio. Era algo provisional, porque la intención era la de que en la Catedral se pudiera seguir manteniendo el culto. Por ello, y desde hace semanas, la vista hacia los músicos permite ver una lona, que los reproduce íntegramente, y en la que, a través de ella, se aprecian a los técnicos que toman muestras tanto de las pinturas como del resto de elementos arquitectónicos.
«Es una fórmula pionera, porque el andamio que se colocó sirvió para crear una plataforma, que atraviesa de ventana a ventana, que sobresale y configura una sobrecubierta exterior, de chapa y vigas metálicas de 200 metros cuadrados que permite los técnicos poder moverse y hacer las catas en ese espacio. De esta forma tampoco entra agua», confiesa Vila a este periódico. Por ella, interviene en la actualidad un grupo de profesionales, entre ellos físicos y restauradores, que en estos momentos buscan realizar un diagnóstico fidedigno de lo que causa los daños.
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«No queríamos volver a restaurarlos como se hizo entre 2004 y 2006. La cuestión es saber por qué vuelven a aparecer esas manchas. Así que todo el trabajo se hace de una manera tan exhaustiva que nos ayudará a redactar el proyecto definitivo», argumenta el arquitecto.
Por ello, los trabajos no sólo se centran en las pinturas de Francesco Pagano y Paolo de San Leocadio, también en los arcos, el ábside, los ventanales, las cinco fachadas e, incluso, las gárgolas del edificio. «Estamos estudiando la estanquidad, analizando la piedra, la absorción de la cubierta, la capilaridad, los rejuntados... Todo con lupa para conocer qué provoca los desperfectos. «¿Son humedades? No lo sabemos. Es lo que queremos descubrir», cuenta Vila. De esta forma, los expertos están poniendo sumo cuidado en los arcos de la curvatura que van diez metros hacia abajo de la cubierta. Concretamente, en el relleno de estas estructuras. «Es un relleno de mortero, con piezas cerámicas, algunas enteras. Hay tal cantidad de argamasa que desconocemos lo que ha podido suceder. Se puede haber caído, filtrado agua de lluvia... Por ello se estudian las sales, los nitratos... Sabemos que se han producido por aspectos del exterior, como los excrementos de las palomas», afirma el experto. Es más, también pone de relieve otro hecho que se va a analizar con minuciosidad: «En la cubierta hay hasta 24 perforaciones que corresponden a antiguas ventilaciones, espacios donde se instalaron las lámparas... Son conductos que pueden estar rotos», argumenta.
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Bajo estas premisas, la tecnología utilizada en esta cirugía de altura se compone desde la realización de fotografías al análisis con rayos X o con un espectroscopio. «Es que debemos tener en cuenta que las manchas que han aparecido en los músicos lo han hecho en el mismo lugar que la anterior vez. Por eso, estamos estudiando desde la porosidad de la piedra a la propia orientación de la fachada. Nos importan mucho las pinturas pero también el continente que las acoge», revela el arquitecto.
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Con esas conclusiones, que se conocerán en unos seis meses, se podrá ya redactar el plan de reforma, siempre contando con el visto bueno de la Conselleria de Cultura. Porque la idea es que los ángeles músicos de la Catedral de Valencia, considerados una de las maravillas del primer Renacimiento, sigan sorprendiendo a los visitantes a la Seo.
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Estos enormes frescos, que dejaron de estar a la vista en el siglo XVII cuando en el año 1674 el Arzobispo Luis Alonso de los Cameros pensó restaurar toda la capilla y le encargó a Juan Pérez Castiel que la realizara en estilo barroco (colocando unos mármoles y adornos que hicieron desaparecer las pinturas del ábside), merecen un trabajo exhaustivo, que permita descubrir por qué vuelven a aparecer unos daños que lastran su impresionante belleza. En ello está el equipo que tutela Salvador Vila, peleando para encontrar las respuestas a preguntas que se hacen a doce metros de altura.
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