No voy a rendirme. Sin más demora, pondré de nuevo en marcha mi Cadillac rosa para reunirme conmigo misma. Bajaré la capota y pasearé por las calles de más afluencia de la ciudad llevando de copiloto a todos los decibelios de mi vieja radio.
Publicidad
Esta es mi historia: un día me marché, pero irremediablemente he vuelto. No encontré nada, solo fui capaz de golpearme donde más duele, el alma. Espacio etéreo, pero tortuoso. Lo que he visto a mi regreso no es diferente de lo que dejé excesivo tiempo atrás. Quizás, simplemente era una casualidad odiarme siete días por semana, pero una realidad en la que todos estamos implicados, independientemente de qué clasificación o ángulo escojamos.
Vivimos en la era de libertad y la autodeterminación, sin embargo un halo de escrúpulos, convencionalismo, tabús, aprehensión, obcecación, preocupación, ofuscación, monomanía, terquedad, arbitrariedad, prevención, recelo y suspicacia nos condiciona de igual manera que forma parte de cada uno de nuestros actos. Esa espontaneidad de la que nos creemos dueños, invariablemente está dirigida de forma ordinaria y encubierta por múltiples circunstancias. Una cláusula transversal e indisoluble.
Empezaré de nuevo, pienso mientras conduzco y quizás esta vez sea la definitiva me auguro. Despedazar los testigos físicos con elementos purificadores, lamentablemente necesitará excesiva infraestructura: la única opción es recurrir a la globalización para la gestión ordenada de lo tangible. En cuanto a mí, devolverme una mirada desafiante solo empeora las cosas, porque mi rival más fuerte lo tengo aquí mismo, delante de mis narices.
Numerosos conatos infructíferos de aniquilar tiempos y recuerdos pasados. Tal vez no pueda permitirme soñar o simplemente está fuera de mi alcance. Fantasías que hacen las veces de bálsamo cuando pienso que quedan deseos por materializar y errores por cometer. Individualismo de masas. «Sea como sea, hazlo» latía cual mantra en mi interior. No me quedan más opciones. Volveré a caminar por los senderos propios del separatismo y tildaré cada paso con la máxima esencia que me sea posible, la mía.
Publicidad
Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.
Enamórate de LAS PROVINCIAS: suscríbete 12 meses por 12 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.