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El espectáculo fue cosa de Diego Ventura

El espectáculo fue cosa de Diego Ventura

La torería llevó la firma de Juan Ortega en su precioso quite por chicuelinas | Fernando Adrián cortó una oreja por una faena voluntariosa bien rematada con la espada

Sábado, 20 de julio 2024, 00:08

Con el guion inicial hecho añicos, la tarde programada para ser la tarde del arte venía torcida y acabó torcida. Un toro jabonero precioso, el dije por el que a buen seguro expertos y veedores matarían, salió rana o mejor dicho en este caso manso ... de solemnidad y con el fiasco bovino se esfumaron las ultimas esperanzas artísticas. Una pena porque había ganas de ver a Ortega en su nueva dimensión de torero excelso a la espera de consagrarse en Valencia. Lo merecía el propio torero y lo merecía Valencia que en cuestiones de paladar tiene su gusto acreditado, que no en balde fue de Ordóñez y fue de Benítez, lanzó a Belmonte y adoró a José por poner unos ejemplos, sin olvidarme de Camino o de Manzanares o de Ponce. Eso se notó, el gusto por el buen toreo me refiero, se apreció claramente en el quite de Juan al primer toro de lidia ordinaria. El sevillano, vestido de purísima y oro, se hizo presente en su turno, allá por el tercio de toriles, entre el sol y la sombra, del sol que todo lo condiciona, vaya bochornos, habría hablar detenidamente, el caso es que Juan en tarde tórrida citó por chicuelinas que le salieron lo que se dice bordadas, ajustadas, elegantes, de preciosista giro y cuando cabía pensar que había tocado el cielo capotero, enganchó el toro adelante, lo trajo embebido en los vuelos de su capotillo, lacio por supuesto, lo cargó sobre la cintura y lo vació atrás en un abrazo tan hermoso como torero, fue la media inacabable. La propia, tal como se cuenta que las daba su tocayo y paisano, el primer gran trianero.

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