El payaso Fofito, en la pista de Viva el Circo con la bata roja y el bombín durante la entrevista. TXEMA RODRÍGUEZ

Fofito: «A la gallina Turuleca al final le dejaron poner más de diez huevos»

El artista agota sus funciones en Valencia, donde estará hasta el 31 de agosto: «Mientras haya niños, un payaso no debe jubilarse»

Héctor Esteban

Valencia

Jueves, 15 de agosto 2024, 00:10

El circo pasa la tarde en silencio. Un par de focos se cuelan entre la oscuridad. Un trapecista desmonta una cama elástica. El chico de los músculos esculpidos por Miguel Ángel saluda: «Buenas tardes». Los números nunca se pueden dejar a la improvisación. Al fondo, ... su compañera pasa la pierna por detrás de la cabeza como si fuera de plastilina. Hay función a las siete y media. Viva el Circo, instalado en la Marina de Valencia, lleva mes y medio en la ciudad con funciones hasta el 31 de agosto. Los circos también son para el verano y no sólo pasan por la capital en Navidad.

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A las seis de la tarde aparece puntual Alfonso Aragón Sac (La Habana, 28 de julio de 1949). Camiseta verde, pantalón azul y una bolsa de plástico en las manos. Un señor de 75 años, finísimo, anónimo. Atraviesa la pista y desaparece. A los cinco minutos se presenta Fofito, con la bata roja por debajo de las rodillas, el bombín y esa cara de uno de los cuatro payasos que se metieron en la década de los setenta en todas las casas de España a través del televisor. Y nada más sentarse empieza la función: ¡¡¡¿Cóooomoooo estáan usteeedeeeeess?!!!

–Lleva más de medio siglo en la pista. ¿Un payaso no se jubila?

–No debe jubilarse porque los niños siguen yendo al circo y yo tengo nietos que siguen la saga. Uno de ellos ya le decía a mi hija Mónica que se retirara porque quería venir a tocar la guitarra con el abuelo –ahora toca el bajo en un grupo junto al hijo de Melendi–. Siempre voy a estar ahí para hacer reír a los demás.

Fofito lleva vida y media en la pista, más de cincuenta años. Antes de actuar todavía piensa si el público se reirá, si se sabrá sus canciones, si saldrá la magia del circo. La dudas se disipan al primer saludo de 'Hola Don Pepito, Hola Don José' o con el redoble de 'Había una vez un circo'. El Spotify de aquellas generaciones. Un hilo musical que hoy en día une a abuelos y 'ciruelos'.

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La familia Aragón es una saga de payasos que la memoria remonta a Gaby, Fofó y Miliki, que junto a Fofito se convirtieron en Los Payasos de la Tele. Los tres patriarcas eran hijos de Emilio Aragón Foureaux y sobrinos de José María y Teodoro Aragón Foureaux, o Emig, Pompoff y Thedy en la pista del circo.

Gaby, Fofó y Miliki debutaron en el Circo Price, y tras la muerte del padre, Emig, se fueron en 1946 a hacer las Américas con destino Cuba. «Fueron contratados por el circo Santos y Artigas y de ahí dieron el salto a la televisión con una condición: no podían repetir ni número ni canción», cuenta Fofito, que nació en La Habana y es payaso del mundo.

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Cuba, de la que salieron tras la llegada de Fidel Castro, fue un trampolín al resto del continente, desde Canadá hasta Argentina. La televisión siempre fue el gran escaparate para los payasos. En ese trayecto, Fofito, hijo de Alfonso Aragón Bermúdez 'Fofó', se incorporó al grupo: «En Estados Unidos ya me escapaba del colegio para hacer mis espectáculos. Mi padre, Fofó, me dijo que terminara los estudios. Después habló con mis tíos para convertirme en el cuarto personaje del grupo ya en Argentina».

El culpable de la vuelta a España fue Gaby. «Un día nos invitaron al consulado español en Argentina y allí estaba el ministro de Trabajo y nos preguntó: ¿queréis algo de España? Y mi tío le contestó: usted no es el ministro de Trabajo, pues trabajo». A los tres meses, en 1972, la troupe de los Aragón –«hemos llegado a viajar 22 personas y tres perros»– inició en Televisión Española 'El gran circo de TVE', el nuevo programa que sustituyó a Los Chiripitifláuticos.

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El éxito fue arrollador, un fenómeno sociológico. Los payasos ya habían triunfado en televisión en América y elevaron el programa a otra dimensión. «Sabíamos lo que hacer con las cámaras, cómo poner los decorados, dirigíamos nosotros», explica Fofito. Desde aquel momento, todas las familias viajaban de excursión en el 'Auto de papá', los cumpleaños eran un 'Feliz, feliz en tu día...' y todas las chicas querían ser 'Susanita' para tener un ratón. Gaby era el maestro, con su frac negro y su saxofón, que trataba de dominar al resto entre los «naniano naniano» de Miliki, las canciones de Fofó y las torpezas de Fofito. Un circo sobre ruedas hasta que en el 22 de junio de 1976 la pena silenció la risa por la muerte de Fofó. Un luto de cuatro días, hasta el 26 de junio. «Hay una cosa muy importante que queremos deciros. Fofó está muy contento, está muy feliz. No está aquí con nosotros porque en el cielo hay muchos niños que lo esperaban y él, voluntariamente, se ha ido al cielo a cantar canciones a todos los niños que están en el cielo, pero está contento él y estamos contentos nosotros», dijo Gaby. Y así fue como la función continuó.

–¿Qué representaba Fofó?

–Pues mucho, mi padre, fue como un hermano... (se emociona), fue un compañero, me enseñó todos los resortes para hacer reír igual a un adulto que a un niño chiquitito. Y todo eso me lo guardé, y aquí lo tengo, muy bien cuidado. Cada vez que me pongo la nariz estoy al lado de él. Me enseñó a ser payaso. Creo que estará orgulloso. Me enseñó a respetar al público, a vender cada número y a no soltar ni una sola palabrota, algo muy importante para los niños.

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–¿Y cómo llora el payaso?

–He enterrado a mi padre y a mis tíos y luego por la tarde he tenido que hacer una función con el público riéndose y yo llorando. Es muy duro y muy bonito. ¿Cómo le dices al empresario que no actúas? Me te tenido que traer la lágrima a la pista.

Fofito es el último payaso de la tele. También pasaron por allí Emilio Aragón 'Milikito' y su bocina o Rody, pero no terminaron de calar tan hondo como esa alineación de carrerilla que todo el mundo se sabía: Gabi, Fofó, Miliki y Fofito. Al morir sus tíos, tuvo que coger un poco de cada uno para seguir en la pista, de la que nunca ha saltado.

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Fofito sigue aprendiendo –David Larible es uno fe sus referentes–, se inspira en otros números, igual que se los imitan a él y pasa por su casa de Madrid sólo para cambiar la maleta. «Un payaso ríe con otro payaso».

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La bata con sus ribetes en el cuello y las mangas es un icono del circo. El catalán Charlie Rivel, uno de los más grandes, también la lucía: «La llevaba larga porque hacía un número con su hermano». Verla, impresiona; tocarla, emociona. «Esta que llevo no sé ni los años que tendrá, más de treinta seguro. Hoy no hay tricotadoras para hacerlas». La longitud es fruto de un descuido. «La llevábamos por la cintura pero mi tía una vez las lavó y el punto era tan malo que se quedaron por debajo de las rodillas –ríe a carcajadas–. Y así las dejamos ya». Fofito guarda como un tesoro las batas de su padre y de su tío.

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A mitad de la entrevista surgen dos preguntas trascendentales para varias generaciones.

–¿La gallina era Papanatas, Turuleca o Turuleta?

–En América la cantó Fofó como Papanatas –era una canción popular de la banda sonora de la película 'Canciones para después de una guerra' de Basilio Martín Patino–. Y los técnicos de televisión le dijeron: ¿Qué es Papanatas? Y Fofó les explicó que era una gallina boba, tonta, que tropieza. Y los técnicos respondieron: ah, Turuleca, Tu-ru-le-ca. Y así se quedó. En otros países era Patuleca. La hemos tenido que grabar según el país en el que estábamos –en España, entre la masa ha derivado en Turuleta–. Yo gané el dinero con Turuleca y le quise poner a mi primer chalet ese nombre.

–¿Y sabe si algún día puso diez?

–(Ríe a carcajadas). Estoy seguro que Turuleca llegó a poner los diez huevos.

El 'Hola Don Pepito, Hola Don José' sale de una zarzuela. El 'Auto nuevo' es de Pipo Pescador, al que se la pidieron prestada para cantarla fuera de Argentina. Y para cantar 'Dale Ramón', Fofó se tuvo que hacer una chuleta en un balón para no perderse con la letra; «El pequeño Ramoncito era un niño juguetón, jaja... en el campo de su barrio... y le daba vueltas al balón...»

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Fofito augura larga vida al circo una vez superada la crisis tras la prohibición de los animales. Pasa un verano feliz en Valencia –de martes a sábado por la tarde en el espectáculo Viva el Circo en La Marina– y asegura que ama a esta ciudad: «Una vez Miliki dijo que la mejor paella la había probado en Nueva York y estuvimos un mes comiendo paella aquí. Nos invitaban restaurantes y casas particulares para degustar el socarrat».

Hoy es abuelo, en casa la saga sigue con el espectáculo, y él disfruta en el circo o en el cine, como cuando hizo de payaso malo en 'Balada triste de trompeta' o de francotirador en 'Torrente 3' de Santiago Segura. Fofito, ese fedatario que apuntaba en el anuncio de Campofrío que el humor era el mejor remedio contra la crisis. El payaso termina la entrevista, se levanta, se despide y desaparece de la pista, donde en un rato decenas de niños le contestarán al grito de guerra: «¡¡¡Bieeeennnnnnnn!!!»

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