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«Nunca antes ha habido tanto abandono por parte de la Conselleria de Cultura» es un comentario recurrente en los sectores artísticos, tanto en estrenos teatrales como en inauguraciones de exposiciones o presentaciones literarias. En la cúspide de la política cultural está José Antonio Rovira, quien asumió la cartera de Cultura el pasado 16 de julio de 2024. Cogió el relevo a Vicente Barrera, que salió del Consell tras la ruptura del pacto de gobierno del PP con Vox. ¿Ha mejorado el panorama cultural cinco meses después? La respuesta es contundente: no. Spoiler: la dana no lo justifica. De hecho, la barrancada, o mejor dicho, la política cultural derivada de la riada, ha evidenciado aún más la separación entre la industria cultural y la Conselleria de Cultura. Las empresas afectadas por el temporal, que son numerosas, no tienen ayudas específicas para hacer frente a los daños. ¿Por qué? La Generalitat, que ha tasado el impacto en 153 millones de euros, aún ha aprobado las ayudas, por valor de seis millones, pese a que las anunció el pasado 28 de noviembre, cuando el Ministerio de Cultura ya había movido ficha. El departamento de Rovira las ha ido retrasando en un ejemplo de lentitud sin precedentes porque, en el caso de la dana, la rapidez en actuar es vital.
Cultura ha demostrado que no es rápida ante la urgencia, algo que ha soliviantado a los sectores culturales. El pasado 27 de noviembre librerías, teatros, actores, escritores, músicos y artistas denunciaron la «inacción» de la Generalitat y la parálisis del Institut Valencià de Cultura ante la necesaria reconstrucción cultural. La situación, la de recuperar el tejido dañado tras la barrancada, es nueva, pero la pasividad de la Conselleria, no. La dejadez o el desinterés por gestionar viene de lejos porque no ha agilizado cuestiones heredadas de su antecesor, como la falta de un director artístico en el Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana (CMCV), que maneja un presupuesto de 6,8 millones. Tras la marcha de José Luis Pérez Pont, en noviembre de 2023, no hay cerebro artístico para las exposiciones. Barrera sí nombró a un gerente a la espera de un concurso, pero Hacienda rechazó en verano que hubiera dos altos cargos (gerencia y gestión artística) en el CMCV. Y desde entonces nada se ha avanzado, aunque la actividad en el Centro del Carmen no se ha detenido.
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Con Rovira en el cargo tampoco ha mejorado la situación del IVAM. El museo de la calle Guillem de Castro, uno de los buque insignia de la política cultural, está moribundo. Afronta la temporada navideña, una época en la que se acercan más visitantes a la institución, con tres galerías sin exposición y cerradas al público. Tres espacios sin muestras artísticas en el año del 35 aniversario del museo. Tres salas sin actividad cuando la colección del IVAM es inconmensurable. Una de ellas, la galería 7, funciona como almacén: acoge las esculturas de la nave de Riba-roja inundada tras la dana. Además, la pinacoteca anuncia en la lona exterior proyectos que todavía no alberga, como 'Senga Nengudi y Maren Hassinger', y estira al máximo propuestas, por ejemplo, 'Ser artista. Julio González', que se presentó en 2022, concluirá, según la web, en noviembre de 2025. ¿Por qué no funciona el IVAM? La respuesta está en el actual equipo, que encabeza Sonia Martínez, directora adjunta desde la dimisión de Nuria Enguita el pasado febrero. La parálisis del museo es evidente en un año en el que no ha habido actos de envergadura por sus 35 años de vida. De manos de la conselleria depende el correcto funcionamiento de la institución pública, que maneja un presupuesto de 14,7 millones. Hay responsabilidades políticas en la deriva del IVAM, cuyo concurso para elegir director artístico aún está por resolverse.
Con Rovira como conseller de Cultura también ha empeorado el Institut Valencià de Cultura (IVC). Se encontró un IVC con todos los responsables recién normbrados y la conselleria decidió prescindir de Joan Cerveró y María Fuster, directores adjuntos de Música y Audiovisual respectivamente en el IVC. La decisión trascendió el pasado 20 de septiembre. Tres meses después no se ha abierto convocatoria pública para sustituirlos ni tampoco se ha nombrado temporalmente a nadie para que realicen la labor en las subdirecciones del IVC.
La pasividad o inacción de la Conselleria de Cultura también ha irritado al sector editorial. Una decena de asociaciones del libro y festivales literarios de la Comunitat denunciaron el pasado 26 de noviembre que el departamento de Rovira dejaba sin ayudas ordinarias al sector editorial. Mostraron «su enorme preocupación por la no convocatoria en tiempo y forma de las ayudas ordinarias de concurrencia competitiva« por valor de 1.150.000 euros. Ante el peligro de la Fira del Llibre y Valencia Negra, hubo reacción. Cinco días después del duro comunicado, se publicó en el Diari Oficial de la Generalitat (DOGV) la resolución por la que se destinan 1.490.000 euros para ayudas a la producción editorial en la Comunitat Valenciana en 2024.
En estos cinco meses de Rovira comor titular de Cultura, las artes escénicas han continuado mostrando su descontento con la política cultural. El pasado 2 de octubre el conseller compareció en les Corts para explicar su línea de actuación. Cinco días después la patronal de las salas privadas le criticó su «falta de proyecto». La gestión cultural de la dana ha inquietado más al sector hasta tal punto que el pasado jueves hubo una protesta en la entrega de premios autonómicos en la que se criticó la censura de la Conselleria después de que convirtiera la ceremonia con público en un acto sin espectadores.
La Conselleria de Cultura tiene una ingente tarea por delante. En sus manos está enderezar el IVAM antes de que se devalúe el prestigio de la marca del museo; completar el organirama de IVC -la institución pública cultural con mayor presupuesto- para que articule la gestión pública de la música, el audiovisual y el teatro; buscar un director artístico que sepa dar un proyecto al Consorcio de Museos y una identidad al Centro del Carmen; dar el apoyo que requiere un sector tan sensible como el editorial; y tratar de buscar un camino de coincidencias con las artes escénicas. El margen de maniobra es amplio.
La cultura es motor económico, genera impacto social y causa transformaciones. Los creadores exportan la Marca Valenciana más allá de nuestras fronteras y los empresarios culturales ensanchan el potencial de la Comunitat. La cultura es ambición, en tanto que hace grandes a las ciudades, y pensamiento y emoción, en tanto que funciona como una botella de oxígeno al que recurre el ciudadano cuando lee, va al cine o pasa una hora y media en el patio de butacas de un teatro. La gestión política no debería minimizar en su acción la cultura.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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