Nacido hace 39 años en Gandia, Andreu Climent ha sido elegido como el mejor innovador europeo del año. El Instituto Europeo de Innovación y Tecnología ha premiado a este investigador del Instituto Itaca de la Universitat Politècnica de València (UPV) en los EIT Awards por Corify, un dispositivo médico que ayuda en el diagnóstico y el tratamiento de las arritmias cardíacas.
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–¿Cómo está el panorama de la investigación y la innovación en España y en especial en la Comunitat Valenciana?
–España es un país innovador y prueba de ello es que en la gala del Instituto Europeo de Tecnología éramos el país con más representantes finalista en las distintas categorías. Los recursos que tenemos, sobre todo de capital privado y de inversión, están por debajo de la media en naciones con un PIB como el nuestro. Afortunadamente es algo que está cambiando muy rápido. Barcelona, Valencia o Madrid están siendo capaces de captar más capital privado para apoyar a la investigación que se hace en las instituciones públicas y conseguir que no se quede en los laboratorios, sino que repercuta en mejoras para la sociedad.
–¿Qué papel juegan universidades como la UPV en los avances científicos y médicos?
–Es fundamental. Si hemos podido ganar un premio en innovación en una startup es porque durante más de quince años desde la Politècnica se ha estado investigando. Eso es algo que se financia con recursos públicos. Las instituciones públicas de investigación, como las universidades, son motor económico y social de la región.
–En este campo también cobra gran importancia la colaboración público-privada.
–Llevar un dispositivo médico al mercado sólo es posible a través de una empresa privada que sea la responsable última de todo el desarrollo. Eso puede llegar a ser el 90% del coste. Pero la investigación básica pública previa, la que probablemente más riesgo tenga, sólo se podrá hacer si la sociedad apuesta por el conocimiento.
–¿Qué es Corify?
–Es un dispositivo médico que registra 128 señales alrededor del torso y con ellas hacemos una reconstrucción 3D con la que podemos estimar qué está pasando en cada zona del corazón, de forma no invasiva y global. Esto nos permite, tanto en consulta como durante las intervenciones, ver qué está pasando en todos los puntos y enseñarle al clínico la zona que está causando la arritmia.
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«El premio es un espaldarazo para que millones de pacientes tengan el mejor tratamiento posible»
–¿Qué significa para usted el premio europeo a la innovación?
–Un reconocimiento a un equipo de trabajo muy grande, desde la UPV como el hospital Gregorio Marañón y distintas instituciones que nos han estado ayudando. Y es un espaldarazo para que esta investigación sirva para ayudar a que los millones de pacientes que sufren arritmias cardíacas tengan el mejor tratamiento posible.
–¿Cómo va a repercutir ese reconocimiento en el proyecto?
–Nos da una visibilidad que va a ayudar a que pacientes y clínicos estén informados de la nueva tecnología. Además, para llevar el dispositivo al mercado se requieren muchos recursos y el premio nos facilita que los inversores privados se interesen por él.
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–¿Cuáles serán los siguientes pasos a dar?
–Durante 2021 vamos a hacer la fase de validación clínica, que luego será auditada, de forma que en 2022 podamos tener la aprobación de los organismos reguladores para empezar a comercializar el sistema.
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