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El valenciano Jordi Iranzo, la mitad de Clap Studio, acaba de conseguir el Premio Nacional de Diseño en la modalidad Jóvenes Promesas. Con 34 años ... se ha distinguido como un valor de futuro en un sector con gran peso en la Comunitat Valenciana. Iranzo, experto en diseñar interiores, tiene muy claro que la clave del éxito es el trabajo. El joven creativo, que ya apuntaba maneras desde niño cuando construía cabañas con su abuelo, habla con LAS PROVINCIAS y descubre sus fuentes de inspiración.
–¿Qué supone el Premio Nacional de Diseño para Jordi Iranzo?
–Supone darnos fuerza. Es el reconocimiento, una muestra de empuje por la confianza en lo que hacemos y motivación para seguir haciendo lo que tenemos entre manos.
–¿Hacia dónde va el futuro en su sector?
–Desde hace años, cuando se habla de diseño de interior no se trata sólo de vender productos y ver qué hace una persona o un negocio. El campo del diseño es generar experiencias. El público necesita vivir cosas diferentes, otros estímulos distintos a comprar. Busca querer a un sitio determinado, vivir una experiencia. Nuestra sociedad tiene tantos inputs que no nos sorprende ya nada. Por eso necesitamos interiores con experiencias, con elementos sorprendentes y que comprar no sea el objetivo primero, sino el final.
–Ya que busca sorprender, cuéntenos ¿qué sorprende a Jordi Iranzo?
–Muchas cosas. Viajar, conocer otras culturas, otra gastronomía, lenguas, cualquier cosa exótica que resulte diferente. Es cierto que a través de plataformas digitales y redes sociales se puede, entre comillas, viajar. Pero no es lo mismo que estar en un escenario diferente. Cuando sales de tu zona de confort es cuando sientes que descubres algo nuevo. Cuando nos ponemos a diseñar intentamos generar experiencias que transporten al usuario a un mundo diferente que tal vez exista o quizás sea inventado, pero le trasladan a otro lugar.
–¿Viajar, conocer otras culturas, es su principal fuente de inspiración?
–Ojalá. Pero al final nos inspiramos en cualquier cosa, en un desfile de moda, en una revista o simplemente andando por la calle de nuestra ciudad o nuestro pueblo y encontrarla en cualquier mínimo detalle. Ojalá en el futuro pudiéramos viajar más y con tiempo para poder conocer una cultura porque me interesa inspirarme en ella para algún proyecto.
–Habla de que puede encontrar inspiración en la propia ciudad, ¿cómo ve Valencia, está bien diseñada o necesita un repaso?
–Queda muchísimo por hacer, pero con la Capital Mundial del Diseño hemos vivido un punto de inflexión. Ha hecho que se replanteen muchas cosas. Hay un comité de diseño, se ha creado la fundación, se ven indicios de que esto tiene que cambiar. Hay ciudades como Oporto donde la identidad gráfica es visual y común. En Valencia hace falta empezar por lo básico, desde un cambio de imagen hasta que también se cuide la señalética, los comercios, los rótulos. Con la capitalidad están cambiando cosas, pero queda por hacer.
–¿La sociedad ya entiende que el diseño es un valor añadido?
–La gente no se da cuenta de que todo está diseñado. Coges el cuchillo y descubres qué bien lo puedo coger, qué bien corta. Pero no se piensa en qué bien diseñado está. El diseño tiene que conseguir que la gente viva mejor; no buscamos que todo el mundo reconozca que esto es de esta u otra empresa o es bonito, sino facilitar la vida y generar mejores experiencias para las empresas. Cada vez se entiende más. Es complicado porque cada uno tiene unos gustos, el público lo aprecia aunque quizás no sepa que está bien diseñado.
–¿Dónde está la clave del éxito?
–En trabajar. Desde el minuto uno hemos trabajado muchísimo. Es la clave de cualquier negocio, además en nuestro caso también seguir nuestro instinto. Nunca nos ha gustado seguir una tendencia o copiar. Lo que queremos es generar un lenguaje propio y estar felices, y que lo estén los clientes, con nuestro trabajo.
–¿El diseño nos hace más felices?
–Sí, al cien por cien. Pero el buen diseño.
–¿Por qué se dedica a esto?
–Empecé estudiando música y me gustaba. Desde pequeño siempre tenía la idea de construir incluso con mi abuelo cabañas, sillas. Después de estudiar música, gracias a mi madre que me empujó a estudiar otra cosa. Me gustaba la estética y aunque no sabía muy bien qué era diseñar decidí meterme en la carrera.
–¿Empezó a diseñar con su abuelo construyendo cabañas?
–Sí, sí. Bueno, hacíamos de todo. En una caseta de verano mi abuelo construía desde armarios, hasta una cocina o una piscina, lo que fuera. Yo le ayudaba y cuando fui un poco mayor, pues pasé a construirme una cabaña, casetas para los animales, cualquier cosa que estuviera al alcance.
–¿Los valencianos tenemos buen gusto para decorar la casa?
–La pandemia ha causado un buen efecto. No se le daba importancia a la casa, pero cada vez somos más conscientes de que tenemos que cuidar dónde vivimos.Nos hemos dado cuenta de que el diseño puede sumar calidad de vida.
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