El Museo Nacional del Prado se dispone a celebrar su bicentenario. En 2019 cumple 200 años y pronto empezará a desplegar una programación que se extenderá a más de 30 ciudades españolas. Arrancará el 19 de noviembre con la exposición sobre la historia de la pinacoteca para terminar el mismo día del próximo año. Los actos, presentados el mes pasado, incluyen también 'De gira por España', que llevará de viaje una docena de obras por todas las autonomías. Con las celebraciones se expandirá por la sociedad española lo acontecido a lo largo de doscientos años de historia, un recorrido en el que los valencianos han jugado su papel.
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La Comunitat está ligada al viaje de la pinacoteca -nombres y acontecimientos- describiendo una relación que se dibuja sobre la base de no pocos hitos. Hay lazos con el pasado y con el presente.Las salas madrileñas muestran en sus paredes obras de un centenar de autores -como confirma el propio museo- nacidos en pueblos y ciudades de las tres provincias. También los de varios artistas vinculados a esta tierra porque aquí desarrollaron gran parte de su obra, aunque nacieran en otros lugares, como el caso de Paolo de San Leocadio o de Ribalta.
Revisar sus firmas permite un amplio recorrido por la Historia del Arte. Juan de Juanes, Ribalta, Ribera, Maella, López, Joaquín Sorolla... Son sólo algunos nombres entre los destacados que apuntan fuentes del museo.
Los trazos que dibujan la relación con la pinacoteca conducen a descubrir que El Prado es la institución que «cuenta con más obras de Ribera», relatan desde el museo. Tal es la importancia del artista setabense en los fondos de la pinacoteca que desde la web incluyen como obra maestra a destacar 'El sueño de Jacob'.
A los nombres de pintores que sobre sus lienzos plasmaron el impulso artístico valenciano se suman los de gestores de época reciente. En la actualidad un valenciano, Miguel Falomir, dirige la institución. Llegó a este puesto en 2017 tras haber ostentado la dirección adjunta desde 2015. Y con anterioridad -hace poco más de dos décadas- otro paisano suyo, Felipe Garín Llombart, ejerció esta responsabilidad de 1991 a 1993. Mucho antes, como descubre la información del Prado, de 1868 a 1873, el pintor alcoyano Antonio Gisbert ocupó ese puesto.
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En medio de este escenario se descubren también cifras, números que hablan de personas, del interés que despierta entre el público valenciano la bicentenaria pinacoteca hasta donde en 2017 se acercaron 2,8 millones de visitantes. Entre ellos, los llegados de la Comunitat.
Los datos que facilita el museo apuntan que el 5,15% de las visitas registradas en el primer semestre de este año son valencianos, mientras que en 2014 esa presencia en las salas supuso al cierre del ejercicio un 2,84%. La institución insiste en que los datos de 2018 no están cerrados todavía. El año pasado esta presencia representó el 2,01%. En 2016, el 2,33% y en el ejercicio precedente, el 2,90%.
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Tratándose de una pinacoteca la relación no escapa de las exposiciones con las que se han dado a conocer joyas de la colección; unas veces acercándolas a la Comunitat y otras, acogiendo en Madrid exhibiciones de éxito con sello valenciano. No han faltado los ejemplos de vinculación en ambos sentidos. Entre las celebradas en Madrid en torno a una figura valenciana destaca la de Joaquín Sorolla en 2009. La pinacoteca presentó 'Visiones de España' tras haberse visto en as salas de Fundación Bancaja en Valencia.
Javier Barón, jefe del área de Conservación de Pintura del Siglo XIX, recuerda esta muestra y se refiere a Sorolla como un artista que resulta «fascinante para el público. Ofrece una visión muy placentera y con calidad pictórica». A estas palabras añade que la presencia de trabajos de valencianos en las salas ofrece «la evolución de los mejores pintores del XIX con sus mejores obras».
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En 2016, con motivo del año Pinazo, una pieza emblemática del artista de Godella viajó desde Madrid. Vino 'Últimos momentos del rey don Jaime el Conquistador'. Por primera vez se exhibió en la ciudad, en el Bellas Artes. Exigentes medidas de seguridad acompañaron un cuadro de grandes dimensiones que, como contó LAS PROVINCIAS, es una obra emblemática tanto en la trayectoria de Pinazo como por su significado histórico. La pieza refleja el instante de la abdicación del rey de Aragón en favor de sus hijos, Pedro y Jaime.
El mismo año, el Centro del Carmen acogió 'Los objetos hablan. Colecciones del Museo del Prado'. Llegaron a la ciudad pinturas y objetos de las principales escuelas de las que el museo conserva piezas, desde el siglo XVI hasta finales del XIX. Unas 60 obras de pintores como Francisco de Goya, Ignacio Pinazo, Francisco de Zurbarán y Raimundo de Madrazo, entre otros, ofrecieron la posibilidad de reflexionar sobre las costumbres y culturas del tiempo de los artistas plasmaron sus visiones sobre el lienzo.
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Desde el museo recuerdan otro de los ejemplos de la relación que se traduce en exposiciones. En el verano de 2017 el Museo de Bellas Artes de Valencia acogió la exhibición itinerante 'Hoy Toca El Prado', iniciativa pionera para acercar el arte a personas con discapacidad visual. Este año otro valenciano ha salido a la luz. En esta ocasión por la restauración de una de sus pinturas. A principios de este mes se dio a conocer que se había completado la intervención sobre 'La muerte de Lucano', del valenciano José Garnelo. Vuelve a lucir la obra de un artista de Enguera que fue subdirector del Prado en 1915.
A estos acontecimientos se suman los que se desvelan al echar la vista atrás, hechos que colocaron a Valencia en el centro de esta historia bicentenaria. En 1936, durante la Guerra Civil, el tesoro del Prado corría peligro. Los bombardeos acechaban los lienzos y el Gobierno Republicano decidió poner las pinturas a salvo. Salieron desde Madrid en camiones. El periplo las condujo hasta las Torres de Serranos y al Patriarca. Como publicó LAS PROVINCIAS, pasaron unos meses en la ciudad, donde en palabras de Aguilera Cerní, recibieron «los máximos cuidados humanamente posibles» y en 1937 volvieron a subirse a los camiones para viajar a Ginebra. Valencia se inscribía en el libro de la historia del Prado.
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