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Diego González García
Valencia
Lunes, 8 de julio 2024, 01:55
Laura Palau (Benlloc, 1993) se considera una fotógrafa a mitad camino entre una agricultora urbana y una cosmopolita rural, pero no sería capaz de decantarse ... por ninguna de estas dos descripciones, ya que «deambula entre comunidades rurales y ciudades contemporáneas». El 12 de junio, la autora multidisciplinar recibió el Premio de Artes Visuales Alfons Roig al mejor proyecto artístico por su obra 'Segunda Mordida'. Este galardón de carácter bianual lo concede el área de Cultura de la Diputació de Valencia con el fin de reconocer la creatividad y dedicación de los artistas en las diferentes disciplinas.
En 'Segunda mordida', Palau explora las tensiones surgidas del conflicto emocional entre el arraigo a la tierra y la sujeción a un territorio. Además, pueden encontrarse trabajos inéditos entorno al sentido de pertenencia a la tierra y la asfixia que dicha conexión puede generar. El proyecto se desarrolló en dos contextos, su estudio en España y una residencia de investigación en Bélgica.
-¿Cuál es el proceso creativo detrás de 'Segunda Mordida'?
-Se trata de trabajos anteriores que, por falta de recursos, no he destacado en los últimos años y también algunos que no he producido y que ahora, gracias a la dotación económica del premio, voy a poder sacar adelante. Un ejemplo sería la escultura 'Castell de Cabres', en la cual pongo en relación los nudos de un cuerno de cabra de la localidad, por los que se puede saber cuántos años vivió el animal, con los nudos de un enebro que se ha secado en la misma zona.
-¿Recuerda el momento exacto en el que este proyecto empezó a formarse?
-Hay una pieza del 2020 que me hizo pensar en el punto en el cual el norte se vuelve el sur. Cuando me mudé a La Haya (Países Bajos) ese mismo año, tomé una fotografía del horizonte del mar intentando proyectar toda la nostalgia que iba a sentir con mi tierra. La reproduje más de cincuenta veces y la puse en la ventana más soleada de la casa de mi madre. Cada mes la llamaba y le decía que quitase una para enviármela por carta.
-¿Qué quería representar con ese gesto?
-Después de tres años y medio, la instantánea se había borrado por completo; ya no se veía el horizonte del mar. Con ello quería representar un proceso de sanación a la inversa entre lo que me pasaría a mí en el norte, y lo que le pasaría a la fotografía en el sur por el sol: yo dando pasos a una recuperación, y la fotografía del horizonte del mar, que cuando uno tiene depresión no existe, destiñéndose.
- ¿Se siente más agricultora urbana o cosmopolita rural?
-Nunca he encajado en ninguna. Creo que estar en medio es lo que vehiculiza el discurso de unión entre campo y ciudad, cultura y altas esferas. Hago arte para aquellos que han podido estudiar en academias, pero también para quienes se han formado de manera informal, por observación y escuchando a los mayores. Me considero una conectora.
-¿De qué forma va a utilizar los 20.000 euros del galardón?
-Pienso dedicar una gran parte a una película en 16 milímetros. Grabar en analógico se está volviendo imposible desde hace unos años porque el proceso de revelado es bastante caro. Se llamará 'Les Tretzenades i altres prediccions', y trata sobre cómo se pronosticaba el tiempo hace unos años en nuestro territorio. En concreto, lo narrará José Ramón, de Castell de Cabres, que es uno de los diecinueve habitantes que tiene este pequeño municipio de Castellón.
-¿Cuál ha sido el mayor desafío al crear 'Segunda Mordida'?
-Que las obras de este proyecto creen un impacto que no sea vaporoso o anecdótico, sino que sea algo que nos pueda llevar a reflexionar sobre las conexiones que tenemos con el mundo rural. Me gustaría dar a entender que el campo no es un concepto genérico y romper con esa imagen idílica que desde la ciudad se le atribuye.
-¿Cómo ve el futuro de las artes visuales en España en términos de apoyo a los artistas?
-Es cierto que discursos que en otra época podrían haber sido menos escuchados, ahora tienen plataformas donde al menos pueden aplicar. No obstante, el sector de las artes continúa siendo uno de los más castigados en cuanto a presupuesto y salario. Si contamos las horas que dedicamos a hacer los proyectos, nunca sale a cuenta. Hay otros países como Bélgica, donde me encuentro investigando, que entienden las artes como un agente necesario para la sociedad y que cuidan mejor al artista económicamente. Desde España, debemos mirar a nuestros vecinos europeos en ese sentido.
-¿Tiene un consejo para los jóvenes artistas que están empezando en el mundo del arte interdisciplinar?
-No me siento cómoda dando consejos porque aún me considero joven. Lo que a mí me ha ayudado es entender que mis compañeros de profesión no son competidores, sino que todos formamos una red de contactos que se nutre mutuamente.
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