Juan del Val (Madrid, 52 años) disfruta de lo lindo en Nueva York. De Central Park al Tribeca, en el bullicioso e hiperlumínico Times Square, o cruzado el East River de Williamsburg a la calle 34, se mueve como pez en el agua. Como Martín, ... protagonista de 'Bocabesada' (Espasa), su cuarta novela. Es un escritor que huye de Madrid a la Gran Manzana para terminar su novela. Del Val se siente tan cómodo polemizando en un plató como tecleando sus ficciones. Lo explica sin pelos en la lengua en un típico 'dinner' en el corazón de Manhattan, donde también ha tenido que firmar autógrafos.
Publicidad
-Guionista, productor, escritor...Conoce el paño y desvela los entresijos del negocio de la tele sin condescendencia.
-Hago novelas, pero hablo de lo que conozco. Cuando escribes de personajes, que es lo mío, conviene situarlos en lugares familiares. Es más fácil que la sitúe en una productora que en un hospital entre cirujanos, donde me pierdo. Con personajes próximos al guion, a las series, al entretenimiento y la tele estoy más cómodo.
-Si no escribes un 'thriller' hoy no eres nadie. Pero se sitúa antípodas.
-Las modas existen por algo, y son respetables. Con los guiones no puedes hacer siempre lo que quieres. Con una novela sí. Nunca estaré preso de una moda ni de lo que convenga a los editores y se venda más. Respeto mucho el 'thriller', pero estoy y estaré siempre lejos. Sé que es difícil hacerlo, pero no me interesa. Me da igual quién sea el asesino. Quiero hablar de lo que le pasa a la gente. De lo que no se ve.
-Su retrato del mundo de la tele y las productoras crítico y cáustico.
-Crear tiene que ver con la provocación. Y provocar me pone. Soy así. Muestro las costuras de la mediocridad de un sector que parece tan luminoso y con gente tan brillante y aparentemente plagado de talento. Y no es verdad. Es gente con inseguridades, que quieren vivir y pagar su todoterreno de gama alta. Soy crítico porque hay que enseñar lo que se oculta en un mundo que parece tan efervescente como el de las series de ficción.
Publicidad
-¿Es un provocador en el mejor y en el peor sentido de la palabra?
-Me lo tomo muy en serio. No es una frivolidad. Cuando cuentas algo en la tele, escribiendo, o componiendo música o pintando, debe haber intención de provocar. De mover al otro. Incomodar es interesante. Alguien dirá que me paso en esta novela, pero me agrada. Hablo de los concursantes de 'Pasapalabra', que al personaje le caen mal.
-¿Y a usted?
-Adoro a Roberto Leal (su presentador) pero le doy caña al programa.
-¿Cuánto hay de Juan del Val en el protagonista de 'Bocabesada'?
-Como él, huyo para escribir. No tengo su capacidad para fugarme a Nueva York y aislarme, pero me escapo de mi entorno. Si no, me resultaría imposible escribir. Estoy en todos los personajes. En los que se parecen más y en los que se parecen menos. Siempre escribo de mi. Martín es un escritor que trabaja en programas de televisión, como yo, pero también estoy en Jennifer, una puta de 27 años, y en Jacinto, que es un señor mayor... Observo a las personas y sobre eso construyo personajes.
Publicidad
-En 'Bocabesada' hay mucho sexo. Se recrea en unos cunnilingus galácticos.
-Se folla bastante menos en esta novela que en otras mías. E incluso bastante peor. Si cuentas cosas de la vida, una es el sexo. Puede ser bueno, malo, frustrante, sorprendente o cumplir las expectativas.
-Habrá quien se busque entre los personajes de la novela.
-Y algunos se encontrarán. Todo lo que cuento o es real o muy cercano a la realidad. Lo que atañe a los directivos lo he construido con mala leche, porque tengo muy claro que para escribir hay que tener cierta mala leche. Que es imprescindible.
Publicidad
-Aparece un ministro de Cultura que contrata 'scorts' mientras firma una ley anti prostitución.
-Sí. El cinismo es propio de los políticos que dicen una cosa de cara a los demás y luego ocurren otras cosas entre bambalinas. Disfruté escribiendo y visualizando esa historia.
-Está de vuelta en las redes ¿Tiene más odiadores que admiradores?
Publicidad
-Afortunadamente no. El problema de los 'haters' es que hacen tanto ruido, son tan pesados y quieren llamar tanto la atención que parece que hay muchos. Pero no son tantos. En la tele está todo muy claro. Si sales y no gustas a la gente, no seguirás. Luego el odiador, pues que odie.
-El valor de alguien se mide por sus enemigos, se dice. Pedro Sánchez es uno de los suyos.
-Hay muchas cosas que dices y no se interpretan bien. Pero hay algo de paradójico en mi polémica con Sánchez. He sido votante del PSOE toda mi vida. Es algo que tiene que ver más que con el sentimiento que con el pensamiento... y de repente haber generado este odio en un sector del PSOE que tiene que ver con Sánchez me provoca mucha tristeza. Sería más normal que me odiaran en otro partido. Pero todo pasa. Hay que relativizarlo todo. Sánchez tiene muchas cosas en qué pensar por encima de mí.
Noticia Patrocinada
-¿El tertuliano debe ser un poco tocapelotas?
-Sí. Huyo de decir cosas convenientes. Encadenar tópico tras tópico, como hacen tantos en la tele, me horroriza. La tele me ha pillado muy mayor y me siento libre para decir cosas que tengan cierto compromiso. Me da igual que alguien se enfade, que no compre mis libros, que se incomode o me deje de seguir. La gente compra la esencia, lo que eres, esté de acuerdo contigo o no. Hay un punto de honestidad que se valora. ¿Que hay que ser tocapelotas? Pues sí. Pero para decir que soy ecologista y que hay que respetar todas las tendencias sexuales, pues ya lo sabemos. Pero no soy un sobrado. Todo lo contrario.
-No practica, claro la atontolinante corrección política.
-Tengo muchísimos defectos, pero ese no.
-Tenemos los tertulianos que nos merecemos? ¿Hace autocrítica?
-He sido tertuliano con Ana Rosa Quintana, he hablado de política y de muchas cosas, pero la gente me relaciona sobre todo con 'El Hormiguero'. Hay veces que conoces más el tema y otras menos. Intento ser honesto. Me da mucha rabia cuando me aplauden por decir algo obvio. Pasa todo el rato en la tele, y me sienta mal. Pero eso le ocurre a Martín y así lo quise reflejar
Publicidad
-¿La tele no permite el cinismo?
-Respeto muchísimo la inteligencia de quiénes están al otro lado, de quienes me ven, me leen y me escuchan. Jamás me sitúo en el plano superior. Pero hay muchísimos autores que se ponen tan por encima del lector que son insultantes. Y eso que sé que hay lectores y espectadores que son idiotas. El problema es suyo. Respeto la inteligencia de quien entiende qué es humor y qué no lo es. Luego le podrá gustar una opinión más o menos. Pero es parte del juego. Si alguien se toma en serio un chiste y se ofende, es su problema.
-Su historia con Nueva York es de puro amor y nada de odio, siendo como es una ciudad bastante hostil en muchos aspectos.
-La he visitado más de 20 veces. Siempre veo su lado bonito. Lo reconozco. Vengo a pasar bien unos días y la paseo. No he vivido la dureza que se respira en esta ciudad. Seguro que es invivible para mucha gente. Pero me sigue fascinando. Desde mi adolescencia era un sitio tan aspiracional como inalcanzable. Era completamente imposible que yo pudiera pisar esta ciudad. Y de repente todo cambió, pude venir y volver y eso me sigue emocionando.
Publicidad
-Lo dice en un dinner en Amsterdam Avenue.
-Que esté aquí hablando de una novela mía no deja de ser un milagro. Era impensable en mi biografía. Cada viaje es un golpe de suerte. Lo vivo siempre así.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.