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Bárbara Blasco | Relato de Bárbara Blasco: 'Líneas rojas'

Relato de Bárbara Blasco: 'Líneas rojas'

Desayunaron y ella dijo que tenía que marcharse, aunque era domingo y no había ningún texto que corregir

BÁRBARA BLASCO

Domingo, 19 de diciembre 2021, 00:11

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-Es que es bajito.

Su amiga Leti había pronunciado la frase sin darle importancia.

Y no se había limitado a pronunciarla, sino que había roto todo contacto con capitán Beatty, alias de Carlos, un muchacho amable, aficionado a la ciencia ficción y por lo visto, bajito.

Leti, que escribía 'Haber si nos vemos', y 'te hecho de menos'.

Sintió ganas de abofetearla. Te mereces estar sola por superficial.

Estaba harta de verlo en 'First Dates'; a la chica no le importaba que su acompañante fuera psicópata, traficante de órganos o testigo de Jehová, siempre y cuando no fuera bajito. Que de ninguna de las maneras, bajo ningún concepto, él fuera bajito.

Pensó en aquel chico del instituto que tenía la boca a lo Pedro Guerra, los dientes apiñados como favelas. Aunque era encantador, ninguna le dio entonces una oportunidad. Hoy triunfaba como arquitecto y vivía con una mujer estupenda

Pensó en aquel otro que tanto le gustaba pero que olía a lengua y a humedad, a carne ensalivada, como si llevara la boca del revés, las paredes internas por fuera. No pudo besarlo. El asco era entonces una barrera física, un vigilante de seguridad independiente y reaccionario, como todos los vigilantes.

Afortunadamente, había madurado.

Releyó los dos mensajes de Tinder, uno de un chico bastante guapo pero queísta, estoy contento que hayamos hecho 'match', el otro de un chico al que sólo se le veía la boca y la barbilla junto a un micro vintage. No quiso descartar a ninguno.

Quedó con el informático a pesar del queísmo. No entendió del todo a qué se dedicaba en la empresa. Tuvieron sexo mediocre, de piel rugosa, que no llegó a superar lo mecánico. Ella lo achacó a la sintaxis, a que él decía cosas como la madre de mi exnovia, al que...

La segunda cita fue mucho mejor. El chico era técnico de sonido y callaron para escuchar el ruido de aquella plaza solitaria. Descubrió un mundo oculto bajo la aparente capa de silencio.

No era guapo, se estaba quedando calvo y sus orejas eran de soplillo. Tenía una voz maravillosa. Fueron a su casa. Vivía con un gato que se llamaba Pioneer y que fue a sentarse sobre ella, que ya no quiso moverse hasta que lo hizo Pioneer.

Se besaron en silencio, que ya no era silencio del todo sino otra cosa.

El lenguaje de él era más que correcto, hasta usó el haber impersonal, había tantos sonidos en aquel bosque. Estaban desnudos sobre la cama, cuando le confesó:

-Menos mal que no eres peluda, porque si no, no podría.

-¿No podrías estar con una mujer que tuviera mucho pelo ahí, te refieres?

-No podría.

-Pero... pero eso es horrible, ¿y si fuera la mujer de tu vida, y si fuera la mejor persona del mundo?

-No podría.

Desayunaron y ella dijo que tenía que marcharse, aunque era domingo y no había ningún texto que corregir.

Plantada ante el semáforo rojo, los coches pasaban a velocidad constante, con sonido de mantra, y ella pensaba en las líneas rojas, en que no podía soportar a alguien tuviera una línea roja. Que no iba a quedar nunca más con él

Cuando el semáforo se puso verde, cayó en la cuenta de que probablemente esa también era una línea roja. Pero siguió caminando.

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