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a escritora Liudmila Ulítskaya, durante al presentación en España de su novela, 'Una carpa bajo el cielo'. Alberto Ortega / Europa Press
Liudmila Ulítskaya, escritora rusa

«Es pronto para saber si Putin es más dañino que Stalin»

«En Rusia gobierna el servicio secreto que hace veinte años ganó la lucha de poder al partido», dice la autora de 'Una carpa bajo el cielo'. En su novela más ambiciosa, en la que recrea la dura vida en Rusia del estalinismo a la caída de la URSS

Jueves, 4 de mayo 2023, 17:18

Cree Liudmila Ulítskaya (Dablekánovo, Urales, 80 años) que el mundo libra ya la III Guerra Mundial. Una conflagración que estalló, a su juicio, el día en que Rusia invadió Ucrania. Dos días antes Ulítskaya tomó el camino del exilio y se instaló en Berlín con ... su marido y sus hijos. Descendiente de judíos ucranianos, la escritora rusa publica en español 'Una carpa bajo el cielo' (Ed. Automática), ambiciosa novela que recrea cuatro décadas, del estalinismo a la caída de la URSS a través de las amenazadas vidas de un escritor, una fotógrafa y un músico. Es la más ambiciosa de la autora quien aún no sabe si Putin es más dañino que Stalin.

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«La cara de la guerra cambia mucho y hoy no es la misma que la de hace 80 años. Ahora están involucrados muchos países y apenas los hay neutros. Creo que estamos en la III Guerra Mundial, sí, pero que su naturaleza es tal que bastaría la voluntad de una sola persona para apaciguarla, aunque ponerle el fin es casi imposible», plantea Ulítskaya.

Calcula que desde el inicio de la guerra han abandonado Rusia casi un millón y medio de personas. «Jóvenes reclutables, muchos escritores, cineastas y creadores de todas las disciplinas se han ido. Es una pérdida enorme», lamenta. Con todo, cree que en Rusia hay disidentes activos «con posturas muy claras que defienden en voz alta y jugándose la vida». «Sin duda a sido y es peligrosísimo ser intelectual con voz propia en Rusia», reconoce.

Putin es un mago de la mentira y de la propaganda, pero no es el único en un mundo saturado de bulos y falsedades ¿Es momento de entonar un réquiem por la verdad? «Quizá. Gastamos mucha energía en buscar fuentes de información fiables y crear un panorama próximo a la verdad. En mi juventud sabíamos que la verdad estaba en lo opuesto a lo que decía la radio. Hoy el panorama es otro, aunque los periodistas occidentales no están tan perdidos como los rusos», apunta.

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«En la política rusa ha habido siempre dos fuerzas: el partido y los servicios secretos. Sus relaciones no eran fáciles y las luchas de poder tan encarnizadas como desconocidas. Pero hace veinte años que una parte ganó, los servicios secretos, el KGB, y ya no hay pelea», dice la escritora. «Nos gobiernan unos servicios secretos que se alimentan del país y se crecen», denuncia la narradora que cree a Putin, un malote de barrio formado como espía del KGB, «muy capaz» de pulsar el botón nuclear.

Lamenta que Rusia «no haya tenido ninguna suerte con sus gobernantes» y «la sumisión de su ciudadanía». «¿Qué pueblo es el que aceptó a los bolcheviques, sufrió una terrible guerra civil y luego el gulag y sigue hoy obedeciendo sumiso al poder que campa a sus anchas?», se pregunta. «Aleksandr Pushkin, el gran poeta ruso, ya dijo que su querido pueblo ruso es perezoso y poco curioso», se duele.

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Detalle de la porta de la noeval edita por 'Automática'. R.C.

No se atreve a decir si Putin ha sido más dañino que Stalin para el pueblo ruso. «Es pronto para saberlo. Ahora Putin se desenvuelve a lo grande y en unos años sabremos si el daño causado al país es mayor que el que le procuró Stalin». «El mundo ha cambiado y el conflicto entre Rusia y los países occidentales es cada vez más profundo, más económico que político», asegura. «Rusia da hoy la espalda Occidente y mira hacia Irán o China, que es un país muy pragmático, y no sabemos que dará de sí este nuevo juego geoestratégico».

Asegura no tener «ni idea» de en qué se ha convertido en alma rusa. «Tras 80 años de vida en Rusia y de convivir 40 con un marido ruso, no sé qué es el alma rusa», asegura la ganadora de los premios Médicis o Formentor y cuyas obras se han traducido a casi cincuenta idiomas

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Independencia Radical

«Siempre he estado lejos de la política del Estado y he conseguido grandes logros. No tengo premios públicos. Nunca he participado ningún juego con el Estado y por eso me han premiado siempre fuera», se congratula orgullosa de su radical independencia. En el radar de la Academia Sueca desde hace años, no le preocupa «lo más mínimo» ganar o no el Premio Nobel al que es candidata recurrente. «Me da igual, la verdad. Solo me enorgullece haber recibido el premio de la ciudad Budapest cuando aún había huellas de metralletas rusas en sus muros. Fue el premio de la cultura contra la política, de la libertad contra la barbarie», se ufana.

LA CLAVE:

  • Pugna encarnizada «En Rusia gobierna el servicio secreto que hace veinte años ganó la sorda lucha de poder al partido»

Hoy apenas escribe. Comenzó un libro sobre a la presencia rusa en Berlín en el último siglo «pero no estoy segura de que pueda terminarlo». No vivir en su casa moscovita la destroza emocionalmente. «Este último año ha sido el más pesado y difícil de mi vida». «Mi mundo estaba en Moscú y ha desaparecido. Allí no hay guerra, pero se sufren sus consecuencias. No hay quien soporte tamaña devastación emocional», dice. Pero en medio de tanta desgracia el humor que destilan sus libros sigue siendo arma definitiva para esta gran escritora. «Al menos intento que sea sí», dice.

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Cree que la cultura tampoco sirve de mucho para mejorar un mundo cambiante. «Una estadística dice que apenas un 7% de los habitantes del planeta lee, y de ellos, solo un 7% leen libros de calidad. El resto lee basura», asegura sarcástica. «Tengo la sensación de que en el mundo está cambiando la manera de procesar y asimilar la información y que eso supondrá un cambio en la especie humana. Para mi generación la información llegaba por la vista, pero para a de mis nietos le llega por los oídos. La estructura del cerebro acabará cambiando y se desarrollarán más las partes vinculadas los oídos que a la vista», dice esta bióloga y genetista muy interesada por la antropología que fue también directora de repertorio y guionista en el Teatro Hebreo de Moscú.

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