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El escritor irlandés John Banville en su vista a España para promocionar su nueva novela. Marta Fernández Jara / E. P.
Literatura

«Nos seguiremos matando en nombre de Dios», lamenta John Banville

«La Iglesia católica lleva 500 años sin arrepentirse de nada», denuncia el escritor irlandés / «Quiero convertir a la novela negra en una obra de arte», dice metido en la piel de Benjamin Black, su 'alter ego' para el género policíaco

Lunes, 9 de octubre 2023, 17:07

Con el infierno desatado en Gaza e Israel, con miles de cadáveres en ambos bandos y una guerra larga y cruenta por delante, cree el escritor irlandés John Banville (Wexford, 77 años) que «nos seguiremos matando en nombre de Dios, como hemos hecho siempre». Lo ... asegura esta vez desde la piel y los zapatos de Benjamin Black, su seudónimo para la novela negra, un género que este laureado escritor quiere convertir en «una obra de arte». Muy crítico con la Iglesia católica –«que lleva 500 años sin arrepentirse de nada»– y con los franciscanos en particular, cree que carecer de sentido del humor «es una discapacidad».

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Vuelve a publicar solo en español y lo hace con 'Las hermanas Jacobs' (Alfaguara), la novela negra más ambiciosa del ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014 y la novena de la serie del doctor Quirke. Ambientada en 1945, estrena un nuevo personaje, el inspector Strafford, el contrapunto de su oscuro patólogo, «más que nunca, un animal herido». «En inglés ya he matado a Black, que hoy vive en España como los futbolistas famosos y los mafiosos retirados», ironiza sobre su decisión de publicar solo en español.

Banville-Black no oculta su admiración hacia los judíos. «Son las personas más divertidas de la faz de la tierra», dice. Aunque con Oriente Próximo en llamas y ensangrentado de nuevo, matiza. «Adoro el mundo de los judíos. Nací en 1945 y era un niño cuando se destaparon los horrores de los campos de exterminio. Aquello forma parte de mi experiencia vital. Pero hoy hay que discriminar entre judíos e israelíes. Israel ha cometido el error histórico de hacer con los palestinos lo mismo que hicieron con ellos», lamenta el escritor.

«Si el mundo árabe hubiera otorgado un hogar a los palestinos, no estaríamos así. Los palestinos han resultado muy útiles para los regímenes árabes, que cometen crímenes terribles con sus propios ciudadanos y usan a los palestinos como bandera para sus propósitos. Las víctimas de todas las guerras siempre son los pobres», asegura.

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Por más que viva una esquizofrenia narrativa entre las novelas que firma como Banville, en las que en pos de la perfección cada línea le cuesta un mundo, y las que firma como Black, que escribe en una suerte de trance y algo más rápido, asegura que seguirá escribiendo «hasta el final». «Mi intención es elevar la novela negra a la categoría de arte», insiste.

En este caso lo hace con una novela más que crítica con la Iglesia católica, y su tibio papel frente al nazismo y el Holocausto. Y más en especial con los franciscanos, orden que acogió a bastantes oficiales nazis tras la II Guerra Mundial que no pagaron por sus crímenes, como ocurre en esta ficción que arranca en un monasterio francisco en Italia que da refugio un mando nazi.

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Escondite para monstruos

«Los franciscanos, amantes de los animales y la paz, han sido feroces, como se vio en Croacia. Habrá muchos muy decentes, pero su orden fue un buen escondite para muchos monstruos. En Irlanda hubo un oficial nazi que dirigía un internado católico», rememora con dolor.

Lamenta que hoy la Iglesia católica siga de perfil y no reconozca sus graves errores ni pague por los terribles abusos sexuales en su seno. «La Iglesia no se enfrenta a su pasado. Cree que la fuente de la esperanza es inagotable y lleva 500 años haciendo lo mismo y sin arrepentirse de nada», denuncia. «Pero me complace decir -precisa- que en Irlanda ha perdido mucho poder, y por tanto el capital. Y sin dinero, no es nada». «Debían pagar millones de euros en compensación a las víctimas de abusos y no han cumplido ni van a cumplir», lamenta.

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¿Se ha matado mucho en nombre de Dios? «Así ha sido desde que inventamos a Dios y así seguirá siendo», reconoce el laureado escritor. «Constantino convirtió al cristianismo en la religión del imperio romano y fue desastroso. Como dijo Nietzsche, no había más que un cristiano y murió en la cruz. Pero luego llegó San Pablo, que era un misógino y un homosexual de armario, a fundar una Iglesia y traicionar a Jesucristo» dice el escritor un poco asustado de su propia reflexión.

Para Banville-Black el humor «es fundamental en la literatura en la vida». «Vivir sin sentido del humor es tener una deficiencia mental. Es también como si te faltara un brazo o una pierna. Me dan pena quienes carecen de sentido del. No sé cómo enfrentarme a la vida sin él y sin sentido del ridículo», asegura.

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Víctima de una broma macabra que la adjudicó falsamente el Premio Nobel de Literatura hace cinco años -respondió a una falsa llamada de Estocolmo como si lo hubiera ganado-, a Banville no le quita el sueño el galardón de la Academia Sueca, al que es candidato recurrente. «Estoy manchado por aquella broma escandalosa de 2019, y quien tiene una mancha en su expediente, por pequeña que sea, queda fuera de la lista del Nobel», dice. «No sabía nada de Jon Fosse, ni una palabra. No lo había oído nombrar», reconoce sobre el último y reciente ganador noruego del Nobel de Literatura.

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