Los vecinos son los que entran a preguntar, a consultar o a comprar. Son también espacios llenos de cultura que levantan la persiana con el orgullo de ser de barrio. Porque en la ciudad de Valencia existen librerías que son más que un mero establecimiento. ... Con motivo del Día de las Librerías, -que se celebra este sábado 11 de noviembre y, también, por el Llibreries Fest, un certamen organizado por el Gremi de Llibrers y que propone decenas de actividades en estos comercios entre el 9 y el 11 de noviembre-, LAS PROVINCIAS traza una ruta por siete espacios, orgullosos de ser de barrio, en los que encontrar todo tipo de libros y para todos los gustos.
El Cresol, en Patraix
Cuenta Nacho Larraz, responsable de la librería El Cresol, que su tienda no se entendería sin el barrio de Patraix. Y a la inversa. «Nosotros hacemos gala de ser de barrio», asegura a este diario. «Reivindicamos la centralidad de la periferia, que es activa y que hace, precisamente, barrio», señala Larraz. En su caso, asegura que la librería es un espacio que suma al entorno. «La gente, los vecinos, te buscan. Eres una de las razones por la que muchos de ellos no quieren irse del barrio precisamente por el sentimiento de comunidad», relata.
Vuelo de Palabras, en la Raiosa
Hace escasas semanas que Vuelo de Palabras abrió en la Avenida Giorgeta, en el barrio de la Raiosa, distrito de Jesús. El editor Toni Alcolea decidió inaugurar un espacio literario en una zona que estaba «huérfana de librería». «Es cierto que había una cerca, pero los vecinos se han alegrado mucho de que hayamos abierto aquí», cuenta a este diario. En su caso, eligió precisamente este enclave por su cercanía a la estación del AVE, «así los escritores de fuera de Valencia pueden venir fácilmente» y también por esa necesidad de que el barrio contara con un espacio cultural. «Organizamos actividades infantiles los sábados. Los inicios han sido lentos pero estamos muy contentos, poco a poco la gente del barrio está viniendo y nos da las gracias», asevera.
La Repartidora, en Benimaclet
Mar Catalá lo tiene claro: «La librería La Repartidora no hubiera abierto en otro barrio de Valencia que no fuera Benimaclet». Así lo afirma al preguntarle por el arraigo del negocio a la zona. «Aquí hay mucha gente joven, universitaria, con una cierta sensibilidad política y también está el movimiento asociativo del barrio, que está muy organizado. Nuestra librería, que está especializada en ensayo político, encuentra aquí su espacio», argumenta. Abandera ser «una librería de barrio y lo decimos con mucho orgullo», insiste.
Todos contentos y yo también, en el Carmen
El singular nombre de una curiosa librería en el Carmen, Todos contentos y yo también, da buena cuenta de que no es un espacio literario al uso. Abrió hace un tiempo, cuenta uno de los tres socios que lo fundaron, Jose Fernández Moujan, junto con dos compañeros que ya sabían lo que es regentar una librería de barrio: la Batisfera en el Cabanyal. En el caso de Todos contentos y yo también se trata de un establecimiento que «ha tenido muy buena recepción por parte de los vecinos». Aunque el Carmen es un enclave muy turístico, los habitantes de la zona han mostrado mucho interés por ese catálogo «de libros de segunda mano» que venden en la librería. «Nos esforzamos en ofrecerles una gran calidad literaria. La librería está funcionando muy bien», señala.
Librería Berlín, en Mestalla
«Ser una librería de barrio es un orgullo». Paco Ivars, responsable de Berlín, defiende este tipo de establecimientos porque «el centro de la ciudad se está quedando sin comercios históricos, sin ningún sitio al que ir a por el pan o el periódico», cuenta. En se caso, este local que cada vez es menos kiosco y más librería ha visto crecer «a más de dos generaciones del barrio». «La librería forma parte del ecosistema del barrio, como las farmacias o los bancos, que también ya van quedando menos», relata antes de afirmar que su librería nota el vínculo con los vecinos.
Librería Miranfú, en Ruzafa
Cuenta Marcos Ferrús que Miranfú, librería de segunda mano, no sólo es un establecimiento en el que se compran libros. «Aquí vienen los vecinos a traernos libros», cuenta de este local del barrio de Ruzafa. Sus precios 'low cost' le permiten sobrevivir con un negocio que, cuenta, tiene una filosofía clara: no hay excusa para no leer. Afirma que es un establecimiento muy de la zona, que ya ha hecho su «clientela» pero que le da para pagar las facturas y poco más. Aún así, defiende la cercanía con el lector y esa relación casi familiar que convierte la librería en un trabajo «en el que uno se siente muy a gusto».
Librería Shalakabula
Pese a pertenecer a la localidad de Mislata, la librería Shalakabula está muy próxima a Valencia. Está regentada desde hace seis años por Alejandro Badenes, quien se quedó con el traspaso de los anteriores dueños. Asegura que en este tiempo ha intentado tener un «catálogo lo más generalista posible» para poder contentar a todo el tipo de gente que vive en el barrio. «La intención es que la gente vuelva, que entre aquí y encuentre lo que busca», relata. En su caso, está él solo en el negocio pero sobrevive y sabe que una de las claves es recomendar a los lectores o ayudarles cuando buscan un regalo.
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