La modernidad trasladada al retrato

En la elección de obras significativas de Joaquín Sorolla las opciones son múltiples y variadas. Tanto es así que, desde sus cuadros más conocidos a sus marinas y jardines o sus escenas costumbristas, cada especialista centra la mirada en una pieza concreta. Es el caso de la ceramista y artista valenciana Ana Illueca, que se decanta, en este caso por un retrato, el de Francisco Giner de los Ríos pintado por el maestro de la luz en el año 1915.

«De Sorolla por supuesto me encandila la luz del Mediterráneo, de hecho he utilizado su pincelada y su viveza para inspirar mi trabajo cerámico», señala la artista, quien justifica su elección: «He preferido escoger un retrato, el de Francisco Giner de los Ríos, por la capacidad de representar la tranquilidad y la espera y por esa identidad que sobrepasa al lienzo», argumenta la valenciana Ana Illueca.

En este caso, relata a LAS PROVINCIAS que selecciona esta obra, que se exhibió recientemente en el Museo del Prado de Madrid, «porque el personaje, pedagogo y filósofo, es representante de una forma de enseñar pionera». «Soy docente y conecto perfectamente en este punto», afirma la ceramista. Y da una clave más: «Francisco Giner de los Ríos fue creador y director de la Institución Libre de Enseñanza, símbolo y lugar donde hace unas semanas di una charla. Y allí recordé este cuadro en el que Sorolla traslada la modernidad», asevera.

Illueca se ha decantado por una obra que se puede ver recientemente en el homenaje que el Museo del Prado realizó el pasado diciembre para sumarse a los actos del Año Sorolla que se desarrolla en este 2023. Lo hizo con una muestra de 18 retratos pintados por el genio valenciano, entre el que se encuentra esta pieza elegida por la especialista. El cuadro ha sido recientemente adquirido, precisamente, por la Institución Libre de Enseñanza, que la ha cedido al Prado para su exhibición hasta este mes de junio en la sala 60 del edificio Villanueva de la pinacoteca nacional.

Entre las obras que se pueden disfrutar en esta pequeña exposición se encuentran retratos, por ejemplo, como el de Manuel Bartolomé Cossío, miembro del primer Patronato del Museo del Prado y autor de la primera gran monografía sobre el Greco, publicada justamente el mismo año en que lo pintó Sorolla. Junto a él, se presenta el de Francisco Giner de los Ríos, dedicado al propio Cossío, que le sucedió al frente de la Institución. Ambos retratos salieron de España después de la Guerra Civil y ahora se han recuperado para el Patrimonio histórico-artístico español.

Según los especialistas, la exhibición donde en la actualidad se puede visitar el cuadro elegido por Ana Illueca «ofrece una completa visión de la evolución del Sorolla retratista que en la primera década del siglo XX se convirtió en referencia internacional». Es más, según los expertos, «a dedicación de Joaquín Sorolla al retrato fue sobresaliente tanto por el número de obras que pintó como por su calidad. Su trabajo en su primera juventud con el fotógrafo Antonio García le familiarizó con la captación atenta del natural, aspecto que tuvo presente en su pintura ya en los años de su formación». «La facilidad para la captación del natural en un instante, en el que el retratado se hace presente con una intensa sensación de realidad, es característica de todas estas obras. En ello Sorolla no solo era fiel a su visión naturalista sino también a la profunda percepción de lo individual propia de la gran tradición pictórica española», narran los especialistas.

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