
La primavera se hizo invierno y un vendaval inclemente y claramente antitaurino comenzó a boicotear el mano a mano de la Magdalena hasta acabar ... arruinando una tarde que se prometía apasionante. Solo la ténica y la capacidad torera de Luque, con el mejor toro del encierro, el único que estuvo a la altura del crédito de la divisa, le puso calor y nos acercó a lo que prometía inicialmente el cartel. Rufo, por su parte, todo disposición, menos afortunado en el sorteo, salvó con oficio y ambición juvenil una tarde que nació complicada con la climatología y se complicó más con el juego de una corrida de Santiago Domecq que debió embestir más y, sobre todo, mejor. La merecida vuelta al ruedo al bravo Vistahermosa que hizo tercero no disimuló el poco y áspero juego del desigual conjunto.
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La plaza registró una excelente entrada, por encima de los tres cuartos. Los dos diestros concurrían en un mano a mano que tenía su claro argumento. Dos toreros recios, poderosos, en un momento crucial de lanzar sus carreras. Por esta vez, el pulso se lo llevó Luque, con más zarpas y en esta ocasión con más suerte. La faena a su segundo toro, iniciada espectacularmente en los medios cuando se le arrancó pronto y alegre el toro mientras brindaba tuvo tensión, torería de la cara, mando para imponerse al carácter bravo de su oponente y la disposición necesaria para plantearla en los medios donde más fuerte soplaba el viento justo donde exigía la encastada condición del toro. Lo mató de una estocada hasta la bola e inclinó definitivamente el duelo a su favor. Su primero fue bronco y descompuesto, y su tercero, brindado al periodista José Vicente Felip, más de lo mismo.
Rufo, que le cortó la oreja a su primero, con el que alcanzó sus mejores logros, intentó toda la tarde torear como si los toros fuesen buenos, como si no hubiese viento y como si le fuese la vida en ello. Todo lo cual le ayudó tanto como le tensionó. Salió atacando pero en su segundo el viento convirtió la lidia en ingobernable y en su tercero y último de la tarde, al viento se le añadió la condición claudicante del toro. Así que lo que no puede ser, no puede ser y además fue imposible.
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