La escultura 'Gigante de Sal' de los artistas Coderch y Malavia se despide de la Marina de Valencia tras un año en este enclave. En conmemoración de su estancia, el bailarín que inspiró la pieza, Fred Herrera, ha aterrizado desde París para decirle adiós al monumento que homenajea su obra. «Para mí esto ha sido un regalo de la vida, como algo sobrenatural, siento orgullo y agradecimiento de cerrar esta primera fase del Gigante aquí en Valencia y celebro que pronto vaya a continuar en otras ciudades», ha afirmado el intérprete, que ha realizado este viernes una performance para decir adiós a la obra.
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El 'Gigante de Sal' se instalará próximamente en otra localidad de la Comunitat Valenciana tras estar en Francia, donde causó el revuelo de los feligreses por estar semidesnudo y posicionado a las puertas de la Catedral de Toulouse. Durante este año, la figura ha sido el escenario valenciano del Día de la Danza, así como del homenaje al aniversario del bombardeo de Hiroshima por parte del Ayuntamiento de la ciudad.
Los artistas, afincados en Valencia, conciben su obra como una muestra de la fortaleza del ser humano que se levanta después de grandes desgracias colectivas como las pérdidas por el Covid-19. Coderch y Malavia crearon el 'Gigante de Sal' inspirados por el espectáculo del costarricense Fred Herrera con su interpretación de la danza 'Butoh'. El baile japonés refleja la resiliencia del ser humano tras catástrofes como la de Hiroshima en 1945.
El 'Gigante de Sal' ya se ha instalado en las calles de Munich, Toulouse y Capri, así como en el festival escultórico sueco 'Skulptur i Pilane', en un proyecto de los escultores por acercar el arte a la calle.
El costarricense Fred Herrera, director del Teatro Nacional de su país hasta 2019, aprendió la disciplina Butoh en un taller japonés de París tras una carrera dedicada al arte del mimo con su mentor Marcel Marceau.
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Durante su espectáculo 'Gigante de Sal', el cuerpo del bailarín se contorsiona en movimientos erráticos que caracterizan la danza. Para Herrera es una disciplina que se define con un lema, «morir para renacer».
Coderch y Malavia se unieron en este proyecto en común hace solo seis años. En este tiempo han conseguido una proyección internacional que los ha llevado a ser galardonados en dos ocasiones en el International ARC Salon, uno de los concursos de arte más señalados de Estados Unidos. Los artistas han exhibido sus obras alrededor del mundo, destacando galerías como el Sotheby's de Nueva York, el Context Art Miami o el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) de Barcelona.
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Desde su taller en Valencia crean sus piezas hiperrealistas de bronce, inspirándose en el ser humano como centro de su obra. Su trabajo captura la belleza y la contradicción de las personas basándose en la mitología y los problemas que afronta la humanidad como el deterioro del medio ambiente o la falta de igualdad.
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