La periodista Mariola Cubells acaba de publicar '60 Mejor que nunca. Felices, imbatibles y pioneras', el relato de una generación de mujeres que fueron las primeras en alcanzar unas cuantas metas. Testimonios, lecturas y reflexiones conducen a la autora y con ella a los lectres por e pensamiento de Mariola Cubells. Una lectura interesante de la que habla con LAS PROVINCIAS para desvelar algunos detalles del libro y otros como la confesión de que «de mayor me gustaría ser Meryl Streep'.
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-¿Qué quiere contar con 'Mejor que nunca. Felices, imbatibles y pioneras'?
-Quiero contar la historia gratísima y creo que fabulosa de una generación de mujeres pioneras de verdad, que creo que es una generación para la historia y bastante revolucionaria, y creo que no se ha contado. El libro tiene la intención de ser luminoso y grato contando realidades muy potente no instalado en lo que nos falta, sino en lo que tenemos, en lo que somos, lo que hemos conseguido, qué hemos roto, a qué hemos vencido. Estoy convencida de que somos una generación insólita, que no se parece a ninguna otra. Todo esto nos sitúa en otro lugar, en un país mejor. El libro cuenta eso.
-¿No hay mujeres que ha dejado fuera?
-Sí, claro. Esto me preocupaba al principio a la hora de generalizar porque sabía que hay un grupo de mujeres de esta franja de edad que no tienen nada que ver con lo que yo cuento en el libro porque no han tenido los mismos privilegios.
-Habla de una mujer privilegiada.
-Bueno, hablo de la mujer de clase media profesional, que vive en ciudades, claro, claro. Yo tenía que hablar de lo que conocía, primero, y luego intentar dejar claro que me dejo fuera cosas y gente que está por contar. Esto no es un ensayo, es una crónica. No era mi intención hacer un retrato sociológico. Yo he elegido los temas que quería abordar dejando fuera otros que también están en la calle y que podría haber abordado. Es un libro muy personal, muy de autor haciendo lo que yo he considerado que se debía hacer, un libro de lo que yo sabía hablar. Insisto, no soy ensayista, ni psicóloga o socióloga, ni siquiera una feminista activista de manual. Yo soy sólo periodista, me dedico a contar realidades que veo. He intentado narrar esa realidad que es la mía, la cercana. Son mujeres de mi generación, de mi status, incluso muchas de mi profesión. Hay algunas pinceladas, he hablado con gente que se dedica a la Medicina como es Carme Valls que también tiene claro que somos una generación distinta a todas, pero como tiene relación con mujeres que yo no cuento, me habla de ellas y sé que están en otro lugar. A mí me gustaría que todas nos acercáramos al mismo país, al mismo lugar.
-Entonces, ¿hay mujeres en nuestra sociedad española por las que todavía hay que luchar?
-Sí, claro, Hay que luchar por todo, y por los jóvenes también. Esto tiene que ver con cosas que a mí se me escapan, es una cuestión socioeconómica. Soy muy sincera, abarco lo que abarco. No me siento capaz de ponderar sobre otras realidades, cómo se construye ese mundo. Me limito a explicar la realidad que conozco.
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-En su libro plantea que los hijos de su generación ya no van ver como obligación de cuidar a sus mayores. Me pregunto: ¿no se niega a sí el derecho de los hijos a querer cuidar a sus padres?
-No, no niego nada. Lo que creo es que somos una generación en la que la relación con nuestros hijos es distinta. La relación con nuestros hijos es de igual a igual con otras consideraciones. No creo que tengamos la misma concepción del cuidado que tenían nuestras madres, yo al menos no lo tengo. Me preocupaba contar que la relación de hoy con los hijos no tiene nada que ver con la que teníamos con nuestros padres. hay una frase en el libro que se repite mucho que la dicen algunas colegas que es «no quiero tener la vida de mi madre».
-¿Entre todo lo que hemos conseguido, con qué se queda?
-Me parece que hay una cosa que nos diferencia. Hemos sido la primera generación a la que el verbo elegir nos representa. Hemos podido elegir ser madres o no, divorciarnos o no, trabajar en uno u otro lugar, elegir una vida sin presiones. Elegir, creo que es lo que nuestras madres no pudieron fruto de muchas cosas. Por carácter, por la sociedad de la dictadura. Nosotras ya vivimos en democracia y disfrutamos de unos derechos que habían conseguido la generación que nos precedió. Con esos derechos crecimos. Yo tuve una adolescencia plácida, estudié lo que quise, no tenía miedo a una guerra, me eduqué en democracia. Tengo una vida maravillosa.
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-¿Ha tenido una vida maravillosa?
-Tengo. Sí tengo una vida estupenda, claro con trances y lo que quieras. Pero he tenido una vida entre algodones, no he tenido vaivenes. Es una frase hecha, Mi mayor drama ha sido perder a mi hermana del alma, mi amiga Eva. Para mí eso es fundamental, salvo eso que ha sido un punto de inflexión muy doloroso, el resto ha sido una vida sin contratiempos.
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-¿Se puede ser feliz?
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-Y tanto. La felicidad me parece un término rancio. Yo hace tiempo que persigo el placer y la alegría y me dedico en cuerpo y alma.
-¿Dónde está la fuente? La estética tiene importancia.
-Sí, tiene importancia, pero no es todo. La serenidad que te da la veteranía hace que te tranquilices mucho, y que tengas clarísimo que si no se puede ser feliz puedes estar alegre. Y que puedes buscar el placer donde creas que está.
-Ya que habla de veteranía, ¿qué hacemos con el edadismo?
-Es una batalla que hay que luchar. Hay que impedirlo. Se puede vencer con la actitud. Yo venzo esto con mi actitud vital, ante cualquier cretino que venga con el edadismo le tengo que abatir con mi actitud vital, más que el discurso. Lo que haces, cómo te representas, cómo te relacionas es fundamental para acallar esa estupidez. El mundo en el que vivimos va en la dirección contraria.
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-En el libro también habla de la estética y cita a Carmen Alborch.
-Sí, me dio mucha vida, mucha luz su presencia, su manera de estar en el mundo, a mí que me gustan mucho los colores.
-¿Nos falta color?
-Uff. ¿En general? Igual sí. Pero no me atrevo, hay gente a la que le gusta el gris.
-Yo diría que sí.
-Bueno, pero a la gente que no le gusta qué va a hacer. A mí qué me vas a decir. No concibo la vida sin color, para mí es como respirar. Es una manera de estar en el mundo. Por eso el libro me parece que es aspiracional, me ha dado arrojo y lo que espero que haya mujeres que lo lean y digan esta soy yo, y voy a tener color.
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-¿Cuándo acabamos con los tópicos como los de la menopausia?
-Hay que reírse con el sarcasmo y la ironía para vencer todos los tópicos como por ejemplo el de la menopausia. Creo que ya está más o menos desterrado, se habla de ese tema como nunca. cuento en el libro el testimonio de actrices de Hollywood que desacralizan este tema.
-Ya que ha hablado de Hollywood, ¿qué le pareció Meryl Streep en su discurso en los premios Princesa de Asturias?
-Maravilla. Es un referente. Cuando sea mayor quiero ser Meryl Streep. Es única en su especie. Su discurso, su manera de estar en el mundo, su capacidad para conectar con todo tipo de gente lanza un mensaje tan bonito, tan luminoso.
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-¿Con qué papel se queda?
-Me gusta tanto, aunque me parece que el de 'Los puentes de Madison', al margen de que la película tiene discusión, su papel que cuenta una historia letal de abnegación y renuncia es destacable, pero me quedaría con Meryl en cualquier cosa.
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