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La sala del cine D'Or con capacidad para alrededor de 450 personas. jesús signes

El milagro del D'Or: el cine más antiguo de Valencia cumple 70 años

El 31 de diciembre de 1951 encendió por primera vez el proyector y desde entonces exhibe películas | Es la sala más longeva de la ciudad del Turia | En siete décadas ha sobrevivido a riadas, cambios políticos, crisis económicas y pandemias

Carmen Velasco

Valencia

Lunes, 10 de enero 2022, 20:01

El cine D'Or es un templo cultural de Valencia con fieles que ostentan una lealtad a prueba de bombas. El D'Or hace diferente y mejor a la ciudad del Turia dado que no existe un cine de doble programa en ninguna ciudad española. ... El D'Or es una rara avis que cumple 70 años en 2022. El D'Or ha sorteado en siete décadas toda clase de condiciones hostiles: riadas, recesiones económicas, boom inmobiliario, pandemias, etcétera. El D'Or es un milagro. Cada día que el D'Or abre sus puertas no sólo se mantiene vivo el ritual del cine, en riesgo de extinción ante los hábitos de consumo cambiantes (antes fueron la eclosión del vídeo doméstico y la piratería digital, ahora la amenaza son las plataformas de streaming), sino que permite que Valencia conserve la conexión con su pasado cultural.

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En la calle Almirante Cadarso no siempre se proyectaron películas en pantalla grande. Antes de salón cinematográfico, diseñado por el arquitecto José Luis Testor, el edificio albergó los locales de la empresa Fundiciones Moreno, según recoge ‘El libro de los cines de Valencia (1896-2014)’ de Miguel Tejedor. Cuando el lunes 31 de diciembre 1951 se encendió el proyector por primera vez lo hizo con un programa doble: ‘Cielo azul’, de Stuart Heisler; y ‘Al sur de Pago Pago’, de Alfred E. Green. El D’Or ofrece hoy ‘Las leyes de la frontera’, de Daniel Monzón, y ‘Maixabel’, de Icíar Bollaín. En 70 años ha cambiado casi todo, pero el D’Or sigue prácticamente inalterable. El D’Or continúa en el mismo sitio donde surgió y ofreciendo lo mismo para lo que nació: películas.

Arriba, el empresario Enrique Fayos, que está junto con su hermana María Angeles Fayos, al frente del D'Or. A la izquierda, la cabina del proyector. A la derecha, las taquillas de la sala. JESÚS SIGNES

El 70 aniversario del D’Or sirve de bandera al proselitismo cinéfilo, pero también es una forma de reconocer la épica de un negocio que se retrotrae al invento mágico de los hermanos Lumière. Cuatro propietarios han hecho posible la epopeya del cine D’Or: Lloret, Ros Vercher, Pechuán y Fayos. En la década de los 70, Enrique Fayos Higón tomó las riendas del negocio que ahora gestiona Olympia Metropolitana, empresa a cargo de los hermanos Enrique y María Ángeles Fayos Bonell.

Anuncio en LAS PROVINCIAS con la inaguración del cine D'Or. El "formidable" programa estaba compuesto de las películas 'Cielo azul', de Stuart Heisler, y 'Al sur de Pago Pago', de Alfred E. Green. lp

«Mientras haya un espectador que quiera ir al D’Or, vamos a mantenerlo abierto», explica Enrique Fayos Bonell, quien no oculta las dificultades actuales para la exhibición cinematográfica. «Estamos pasándolo muy mal. El cine en casa bajo demanda y la pandemia nos sitúa en momentos complicados», añade. El empresario valenciano aporta un dato contundente: el D’Or registra ahora un 30% de la ocupación habitual antes del estallido del covid.

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Fayos se muestra optimista respecto al futuro. Confía en que se normalicen los estrenos y las nuevas producciones lleguen a la cartelera para que el negocio de la exhibición pueda remontar este año. ¿Es la actual la peor tormenta a la que se ha enfrentado el D’Or? Fayos la compara con la crisis de 1982, que fue especialmente virulenta y marcó el inicio de la desaparición de los cines de barrio ante el boom del vídeo. Progresivamente se asentaron las multisalas, tanto en los corazones de las ciudades como en los centros comerciales, y el negocio de la exhibición tendió a concentrarse.

Sucede en Valencia y en otras ciudades españolas: la persistencia de los negocios culturales resulta a veces heroica. Es el caso del D’Or. Si algunos establecimientos artísticos, en manos privadas, no desaparecen pese a las infidelidades del público, la falta de ayuda institucional o por dificultades económicas es porque los profesionales que los sustentan no desfallecen ni en las condiciones más adversas. La extraordinaria longevidad del D’Or es el mejor ejemplo de resistencia. La sala es un referente cultural de la ciudad y de la sociedad valenciana.

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«El D’Or es el cine silencioso que va aguantando». Así lo define Fayos quien no oculta que la sala de Almirante Cadarso por sí sola no es rentable, es decir, la gestión del entramado de Olympia Metropolitana permite mantener el D’Or abierto. En palabras del empresario valenciano, «el teatro salva al cine».

El equipo del D’Or, una sala que ha ido incorporando todos los avances tecnológicos hasta la digitalización, está formado por Ángel Martínez como programador y cuatro trabajadores más. «Los gastos del cine son muy ajustados», apunta Fayos, quien también destaca la bonificación de impuestos a los cines del Ayuntamiento de Valencia, como la rebaja del IBI durante la pandemia. «Es una ayuda», apostilla.

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En el 70 aniversario del D’Or. ¿va a haber algún tipo de celebración? «No está previsto. Cada día que abrimos la puerta lo celebramos. Nuestro homenaje es diario», afirma Fayos en unas declaraciones que dan cuenta de que el futuro del negocio de la exhibición pasa un momento delicado. El nacimiento del D’Or tampoco fue fácil. Cuando abrió sus puertas la competencia era feroz. Tenía como rivales los cines Avenida, Tyris y Goya. Este último, que lo regentó Emilio Bonell (abuelo de los hermanos Enrique y María Ángeles Fayos), se reconvirtió en librería Crisol y ahora es un supermercado. El destino de los cines valencianos viró a partir de finales de los 80 y principios de los 90. En Valencia donde antes había un proyector ahora hay una perfumería (cine Eslava), un restaurante italiano (cine Capitol) o un Zara (cine Serrano).

El D’Or era y es cine. No vende palomitas, no tiene cafetería. El D'Or es nada más y nada menos que una sala, la más antigua de Valencia que aún está en funcionamiento. «Otros setenta años no sé si aguantaremos, pero, de momento, continuamos», afirma Fayos, quien recuerda todo tipo de estrategias comerciales para mantener la viabilidad del cine, como ser sala de reestreno, acoger maratones de películas de terror y ahora ofrecer sesión continua. Sin la fidelidad del público, el D’Or no existiría. «Se trata de una clientela del propio barrio, también hay espectadores universitarios y, por descontado, los cinéfilos», explica. «Nuestra obligación es mantener el cine abierto», asegura Fayos. Larga vida al D’Or.

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