De la ciudad a la playa: el viaje de Tardor

La trayectoria de los valencianos Tardor podría visualizarse como un viaje a través de sus discos. «Revolució de l'estat latent» (Mésdemil, 2012), «Una ciutat invisible» (Mésdemil, 2014), «Patraix» (Primavera d'Hivern, 2017) y ahora «El mal pas» (Primavera d'Hivern, 2019). Pasar de esa ciudad al barrio y de ahí a la playa de Benidorm con un puñado de canciones. Cesc Domènech (batería) y Àlex Martínez (voz, guitarra) lo tienen muy claro: «siempre decimos que nuestras canciones hablan de nuestras vidas, que son recorridos, viajes, caminos. Nuestro trayecto pasado por vivir cada uno en un lugar de Europa, volver a Valencia y redescubrirla a través de Patraix y ahora por la playa del Mal Pas, que es un lugar especial y que queríamos reivindicar ahora». Y más allá de las referencias geográficas, ese juego de palabras que «es una de las cosas que nos gusta más a la banda, el doble sentido. Por un lado ese punto geográfico vital en la infancia de Àlex, y por otro si es un mal paso o no», señala Cesc.

Junto a Àlex y Cesc también comparten estación del año David García (guitarra, coro), Tono Hurtado (bajo, coro) y Yeray Calvo (teclado, coro). Tardor presentará su cuarto disco de estudio el viernes 21 de febrero en la sala Moon de Valencia. Cesc explica cómo será la noche, «será especial. Estamos preparando un concierto largo y además intenso, con colaboraciones, con los amigos de Vienna, que también presentarán «Hem trobat un pis per a llogar» (La Cúpula Music, 2020),… Os animamos a que vengáis porque será un concierto que probablemente no se vuelva a repetir».

Porque con «El mal pas», Tardor han dado un paso adelante (no saben todavía si bueno o malo) centrándose también en la producción, el management,… «Es el primer disco en el que no hemos contado con un productor externo, en el que nos lo hemos guisado todo nosotros mismos en el estudio». Para Àlex se trata de una apuesta fuerte y arriesgada y esa doble vertiente está patente en el título del largo, enfrentarse a la gestión total de este proyecto musical más allá de la propia música. «Creímos que era una forma de estar más implicados todavía con la banda; renunciar a intermediarios y ser conscientes de todos los procesos que hay que poner en marcha para llegar a editar un disco»; un proceso que Àlex entiende como un aprendizaje y como una oportunidad positivas, una especie de conejillo de indias con el que probar nuevas propuestas.

En estos casi 10 años de vida Tardor se ha enfrentado a las idas y venidas en la formación y a los cambios de sonoridad. «El mal pas» además, luce una pátina con influencias de hace 30, 40 años. El disco más descarado hasta el momento. «Hemos querido apostar por un trabajo marchoso, fresco, con influencias de música de hace décadas». Àlex Martínez incide en que no querían ir tras las referencias actuales, sino buscar los sonidos clásicos que hay tras esas composiciones más cercanas. Un transitar entre años e influencias que tiene como característica principal ese sentido orgánico y natural por el que se desarrollan las cosas. «También la madurez, conocer más música durante estos años, la propia temática de las letras…», añade Cesc cuando trata de explicar esa progresión en la formación.

Tardor llevan desde sus inicios apostando por el pop-rock interpretado en valenciano, algo que en el último lustro hemos visto cómo ha ido cobrando importancia en distintas formaciones locales. Para Àlex se trata de no renunciar a su idioma materno y de ser honestos con cómo piensan la música. «Sí que ha habido una evolución en cuanto a variedad de estilos que han ido apareciendo. Al principio éramos un poco los raros de la escena, los que cantábamos en valenciano, pero hay buenísimas bandas de estilos distintos en la actualidad que están teniendo mucho éxito. Pero sí que es cierto que todavía hay gente a la que le gusta nuestro estilo pero no nos escucha porque cantamos en valenciano. Cada vez son menos, pero todavía hoy en día pasa. Lo que queremos es que la gente se guíe por la música que le emociona independientemente del idioma en el que se interprete».

«Dicen desde fuera que Valencia es una ciudad complicada». Cesc y Àlex tienen clara la perspectiva que la ciudad muestra en cuanto a música y a cultura en general se refiere. «Las bandas nacionales que vienen por aquí dicen que es una plaza difícil porque el público parece que no está tan movilizado como nos gustaría a nosotros. Valencia es la ciudad de la música, hay mucha gente que nos dedicamos a la música, ya sea de forma profesional o amateur. La música se debe consumir en directo y por desgracia la gente luego no va a conciertos». Àlex recalca la poca cultura de salas que hay a este lado del Turia: «Valencia es una ciudad donde la gente está acostumbrada a la música gratuita o en la calle. El tema de los festivales también influye. Hay una serie de factores climáticos-sociales-antropológicos que hacen que sea una odisea reunir a 500 personas en una sala». Siempre teniendo en cuenta que Valencia es una ciudad con muy buenos productos musicales. De la escena local destacan un puñado de bandas como Badlands, Sierra Leona o Modelo de Respuesta Polar: «Badlands en directo son una pasada, son auténticos, como Gener; y el último disco de Sierra Leona me conmueve mucho».

Dentro de 5 años les gustaría llegar a más gente «pero sin dar pasos a lo loco». Cesc tiene claro que «las cosas deben llegar de forma natural, igual que han ido llegando estos 10 años. Dentro de 5 me gustaría estar un poquito más arriba y que nos conozca más gente». Para Àlex lo importante es no generarse muchas expectativas «porque eso solo te lleva a la frustración en la mayoría de los casos. Lo que podemos hacer es componer buenas canciones que lleguen al público; si hemos conseguido esto en 5 años, será que habremos ido por el buen camino».