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James Rhodes, sin pelos en la lengua en su concierto en Valencia
Trump y la paella se cuelan en el concierto del pianista británico, que interpreta a Bach, Chopin y Gluck en Valencia
Los ingredientes musicales del recital de James Rhodes en el Palau de les Arts fueron principalmente Bach, Chopin, Rachmaninov y Gluck. El pianista británico ofreció un concierto «para celebrar la felicidad, la alegría y las cosas buenas de la vida», dijo sobre el escenario de la sala Auditori.
Divertido e inteligente, como 'showman', y preciso y entregado, como intérprete, Rhodes recaló ayer en Valencia dentro de la gira 'Fire on all sides'. No era la primera vez que pisaba un escenario en la capital del Turia, el autor de 'Instrumental. Memorias de música, medicina y locura' y 'Fugas' actuó en el Palau de la Música en 2017.
El concierto arrancó pocos minutos después de las 20 horas. Tras la primera pieza, Rhodes tomó el micrófono y bromeó: «Buenas noches. He comido auténtica paella». El pianista se refirió al plato típico de la Comunitat después de la avalancha de respuestas que recibió a un tuit que escribió el pasado miércoles preguntando: ¿Hacen paella decente en Valencia?
En sus intervenciones destiló sentido del humor. «Estoy seguro de que ustedes (en referencia al público) hablan perfecto inglés», dijo en español. Para comprobar el nivel pronunció dos frases: «Fuck Donald Trump» («Que se joda Donald Trump») y «I'm very sorry for 'Brexit'» («Siento mucho lo del 'Brexit').
Rhodes demostró que no tiene pelos en la lengua. En la explicación de una de las piezas de Rachmaninov, el compositor luchaba contra el bien y el mal, algo así como «escuchar dos voces, la Sánchez (Pedro) y Rivera (Albert)«, matizó el pianista británico, quien no dudó en proclamar su locura ('fucking love') por Valencia.
Durante el espectáculo, la explicación de las composiciones musicales la ofrecía tanto en su lengua nativa como la que está aprendiendo desde que hace un año reside en Madrid. Rhodes tiene un enfoque diferente a otros artistas para abordar la música en directo. No es sólo que salga al escenario con pantalones vaqueros, zapatillas (unas converse blancas en el caso de ayer) y una sudadera oscura (que se quitó quedándose en una camiseta con las letras de Bach), sino que interactúa con el público compartiendo opiniones y vivencias sobre los grandes compositores que interpreta. Que a la crítica especializada le parezca o no un virtuoso del piano es otra cosa, pero sí es un concertista experimentado que, a diferencia de otros intérpretes, envuelve y emociona al público.
El concierto, que incluyó cuatro bises, duró una hora y media. Rhodes llenó salvo las últimas filas de la sala Auditori (con capacidad para 1.400 personas). Tras el concierto, firmó ejemplares de sus libros.
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